Mascotas
Kiwi, uno de los héroes de los K-9 de Creixelle
La ONG ha participado en más de 600 operaciones de rescate. La última misión de este can: salvar 14 vidas tras la rotura de una presa minera en Brasil
La ONG ha participado en más de 600 operaciones de rescate. La última misión de este can: salvar 14 vidas tras la rotura de una presa minera en Brasil.
Kiwi es un labrador de color chocolate muy especial. Observador, rápido e inquieto son algunas de las cualidades que le han llevado a formar parte del efectivo de perros de rescate y búsqueda de personas vivas y fallecidas de la ONG K-9 de Creixell de Tarragona. Dicho asociación sin ánimo de lucro cumple este año su veinte aniversario. El número de misiones en las que han participado asciende a unas 600 en nuestro país y 17 a nivel internacional. La última de ellas fue la catástrofe originada por la rotura de un dique de una presa en la mina Vale en la ciudad de Brumadinho, en el sureste de Brasil. Allí, Kiwi, consiguió rescatar a catorce personas que estaban atrapadas en el barro y el lodo.
Pedro Frutos fundó esta ONG con la ayuda de su mujer. El objetivo era aportar su granito de arena en materia de rescates, algo que él conocía muy bien porque había trabajado en esta disciplina previamente. Lo que comenzó como una aventura se ha ido convirtiendo poco a poco en su estilo de vida y en el de su familia: «Estamos acostumbrados a poner nuestro dinero, los perros, el tiempo, el entrenamiento, pero para nosotros no es ningún sacrificio porque la sociedad nos necesita». Durante los ocho primeros años eran ellos los que costeaban los pasajes de avión para desplazarse junto a los seis perros que llevan a cada misión, pero después la universidad Rovira i Virgili de Tarragona decidió ayudarles asumiendo estos gastos, y la empresa Dingonatura les proporciona alimento. Sin embargo, Pedro y su equipo siguen encontrando muchas dificultades en los aeropuertos, donde no siempre las cosas son fáciles, y en muchas ocasiones han tenido que sufrir largas esperas por los trámites en el transporte de los animales. Pero él insiste en que «todo merece la pena cuando sabes que te están esperando como agua de mayo».
Los 46 perros y guías de la unidad K-9 de Creixell han recorrido el mundo buscando personas en áreas afectadas por terremotos, tsunamis u otros desastres naturales. Actualmente, cuentan con delegaciones en otros países como Portugal, Brasil, Argentina y Chile, «y no tenemos más porque no las podríamos mantener, tenemos muchas solicitudes, pero no podemos costear los gastos», explica Frutos.
El entrenamiento de estos perros dura dos años aproximadamente. Su objetivo es conseguir que, a una orden de búsqueda, rastreen un área delimitada y ladren si perciben la presencia de una persona viva, y escarben si la persona ha fallecido. Aún así, no todos los perros entrenados son válidos para el rescate, tal y como explica Frutos: «Depende también del carácter del can. Por desgracia, no tenemos una varita mágica que nos diga cuál puede ser efectivo buscando personas o no». Hasta el momento, Kiwi es el perro que más ha acompañado a Pedro en las misiones de los últimos cuatro años, y es por esta razón por la que la relación entre ambos es más que especial. «Tiene un carácter genial y siempre está dispuesto a ayudar», argumenta Frutos.
Pero no hay que olvidar el esfuerzo que hacen estos héroes de cuatro patas en cada misión, y lo importante que es para ellos recibir los cuidados necesarios: «Trabajamos con ellos en turnos de media hora, porque debemos recordar que los perros necesitan descansar e hidratarse. Por eso, a cada dispositivo llevamos seis canes, para que se vayan alternando y así que el trabajo sea lo más eficaz posible», señala el fundador de la unidad.
Si le preguntamos al catalán sobre alguna anécdota a lo largo de estos 20 años bromea que no tiene suficiente día para contarnos. Los terremotos de Haití, Afganistán, Pakistán, Indonesia, Filipinas, Marruecos, Perú, Haití, Chile e Italia son solo algunos ejemplos. Pero su expresión cambia al recordar situaciones cuyo final no ha sido el esperado: «Es muy duro ver gente que está completamente atrapada y tú no puedes hacer nada, pero imagínate la sensación que experimentamos cuando oyes el ladrido del perro, quitas una piedra de encima y ves la luz, y la persona que hay al otro lado te dice: “Dios mío me han encontrado. De aquí no me muevo”. Por esto nos merece la pena seguir».
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