Lotería de Navidad
La residencia agraciada un año después: «La directora se fue a vivir la vida»
En la residencia de ancianos Las Peñuelas, situada en el madrileño barrio de Acacias, el mismo donde tocó el Gordo de la lotería a la mayoría internos y trabajadores el año pasado, la vida sigue casi igual para los afortunados con la lluvia de millones. Anselma, Pepa, Ángel...todos mantienen su rutina diaria en la residencia, aunque con ligeros cambios.
La que hace justo un año abandonó su cargo fue Carmen Fernández, la directora de la residencia que gestiona la Comunidad de Madrid, la misma que vio con sorpresa desde su despacho cómo ancianos con problemas de movilidad se levantaban de sus asientos con entusiasmo para gritar «¡el Gordo!, ¡Nos ha tocado el Gordo!». «A carmen le faltaban tan solo unos pocos años para la jubilación. Ella llevaba más décimos que nadie, así que decidió marcharse para disfrutar de la vida», comentan algunos trabajadores del centro. Ha sido la única a la que la lotería le ha proporcionado un cambio de vida radical porque «a muchos nos ha tocado pero, en realidad, el dinero que obtienes te da para pagar la hipoteca y poco más, así que seguimos viniendo a trabajar todos los días», comentan desde la residencia de la tercera edad. Eso sí, se nota que los trabajadores andan con más holgura económica en el hecho de que «algunos piden días libres no remunerados con más frecuencia».
En esos pequeños detalles y en otros, como que algunos ancianos han cambiado sus sillas de ruedas por otras nuevas (su coste es de 1.500 euros) o en el hecho de algunos internos cuentan con más cuidadores que antes.
Hablar con los agraciados que el año pasado decidieron gritar a los cuatro vientos su fortuna parece una tarea casi imposible en la residencia de ancianos del barrio de Acacias. La mayoría de las familias han dado orden expresa de que no se contacte con sus familiares, en algunos casos por el deterioro cognitivo de los internos agraciados. De hecho, la residencia tuvo que custodiar el año pasado los décimos premiados de algunos de los ancianos que no se encontraban en plenas condiciones psíquicas para evitar disgustos.
La vida también ha cambiado para Mari Jose, la gobernanta con una vida complicada y dos hijos en paro que el año pasado suspiró aliviada al verse agraciada con un décimo premiado. Pensó en comprarse un piso. Pero sigue trabajando en la residencia y prefiere no dar detalles de su nueva vida. Este año, toda la residencia ha vuelto a comprar, por décimo quinto año consecutivo el 66513 con la esperanza de que la fortuna vuelva a llamar a su puerta.
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