Cambios climáticos

La ira climática

El secretario general de la ONU pide a los líderes que vengan con planes concretos para lograr un mundo neutro en carbono en 2050

Miles de jóvenes toman las calles en todo el mundo en defensa del clima
Miles de jóvenes toman las calles en todo el mundo en defensa del climalarazon

El secretario general de la ONU pide a los líderes que vengan con planes concretos para lograr un mundo neutro en carbono en 2050

Lo había avisado Greta Thunberg dos días antes en Washington. «El grueso del discurso tiene que corresponder a los expertos», dijo a los congresistas al tiempo que exhibía el Informe Especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). «No quiero que me escuchen. Quiero que escuchen a los científicos y quiero que se unan a la ciencia. Y luego quiero que tomen medidas reales», añadió. Sus palabras, igual que desde hace meses sus gestos de protesta, resonaban con fuerza en EE UU, y especialmente entre los niños y los jóvenes, que la consideran una heroína verde. Miles de ellos, congregados en el bajo Manhattan, callejuelas del Lower East Side, enfilaban hacia la plaza Foley, cerca de Chinatown, desde donde estaba previsto que la manifestación cruzase parte de la isla. Imposible determinar cuántos estudiantes se sumaron a la huelga, pero a juzgar por el movimiento en las calles, y por los datos que ofrecían los medios, parecía un día grande para la causa.

A fin de cuentas el departamento de Educación del ayuntamiento que preside el alcalde Bill de Blasio, que acaba de anunciar que abandona la carrera a las primarias demócratas, dio el día libre a los chavales. Siempre, eso sí, que contasen con el permiso de sus padres para hacer novillos. Nada menos que un millón largo. Y la llamada no prendió solo en Nueva York: a lo largo de todo EE UU, desde las dos costas hasta los pueblos del interior, el viernes verde, el viernes de la huelga contra el cambio climático, ganaba fuerza. Al mismo tiempo, por cierto, que California, y otros 13 Estados, demandaban al presidente Donald Trump por revocar su autoridad para establecer los límites permisibles para las emisiones de gases contaminantes en los automóviles.

Una batalla que, más allá del sentido que pueda tener y como todo lo que huele a 2020 y la carrera por la Casa Blanca, transforma la batalla por la emergencia climática, la discusión por los efectos de las emisiones de dióxido de carbono, en un campo abonado para la pendencia electoral y la división en banderías partidistas y partisanas discusiones de los respectivos acólitos. Por supuesto, al menos en el momento de escribir estas líneas, el presidente no se había referido al particular, interesado como estaba, en cambio, en discutir vía Twitter los pormenores de su última trifulca con la prensa. Scott Martelle, columnista de «Los Angeles Times», escribía una llamada a las armas en la que advierte de que «estamos más allá del punto de no retorno del cambio climático, que ya ha sido un factor para obligar a millones de personas a emigrar, aumentando la extinción de especies y alimentando tormentas más intensas e inundaciones».

Acción radical

Pero no todos comparten el entusiasmo de políticos como De Blasio. Por ejemplo, en un editorial, el «New York Post» ya ha protestado por lo que entiende el patrocinio total y acrítico del Gobierno a un punto de vista particular, defendiendo «no solo que la actividad humana contribuye significativamente a los cambios climáticos, sino que es una amenaza a nivel de extinción que justifica una acción radical específica. Y el adoctrinamiento es implacable». «A este paso», abundaba, «los verdaderos rebeldes adolescentes estarán muy tentados de presentarse a la manifestación para quemar carbón». EE UU alcanza así las vísperas de la Cumbre por el Cambio Climático en Naciones Unidas. Un encuentro que según ha descrito el secretario general de la ONU, António Guterres, debe de servir como llamamiento a los líderes políticos y económicos para presentar «planes concretos y realistas» y «soluciones a nivel nacional para 2020, en línea con la pretensión de reducir las emisiones en un 45% durante la próxima década, y a cero emisiones netas para 2050». «Quiero saber cómo vamos a detener el aumento de las emisiones para 2020», comentó, «y cómo reduciremos drásticamente las emisiones para alcanzar unas emisiones netas cero a mediados de siglo».

Entre los anhelos de los activistas y los científicos está perfilar una agenda realista que permita movilizar fuentes de financiación públicas y privadas a fin de «impulsar la descarbonización de los sectores prioritarios» y avanzar en la transición energética, la reducción de emisiones, tanto a nivel global como local, «con un enfoque en nuevos compromisos sobre edificios de bajas emisiones, transporte masivo e infraestructura urbana; y resiliencia para los pobres urbanos». Nueva York, Filadelfia, Washington... todas y cada una de las grandes urbes de la Costa Este alcanzaron el mediodía de ayer con los estudiantes en las calles repitiendo las consignas que se vieron en otros lugares del mundo. Pocas veces en la historia reciente del país la ciudadanía estadounidense ha adoptado la melodía de una convocatoria verdaderamente global.