Sociedad

Lego, mucho más que un juguete

El gran universo de los bloques de construcción, Lego, es compañero indisociable de la infancia de millones de niños, pero también el tesoro más buscado por miles de coleccionistas

Lego, mucho más que un juguete
Lego, mucho más que un juguetelarazon

El gran universo de los bloques de construcción, Lego, es compañero indisociable de la infancia de millones de niños, pero también el tesoro más buscado por miles de coleccionistas.

Ole Kirk Christiansen fue el carpintero danés que comenzó a escribir una historia interminable y maravillosa a comienzos del siglo XX que se ha prolongado hasta nuestros días. El fenómeno LEGO (acrónimo formado por dos palabras danesas, leg godt, jugar bien), su creación, ha trascendido generaciones y generaciones, ha sido mudo testigo de toda clase de vicisitudes que, sin embargo, ha sido capaz de sortear hasta convertirse en un denominador común para niños y adolescentes de épocas muy distantes y diversas.

Que esos maravillosos bloques de colores, en todas sus variantes, no envejecieran junto con sus agraciados dueños lo convierte en un juguete inmortal y, por ende, en una suerte de milagro sociológico que logró prender en la sociedad desde tiempos de un desarrollismo incipiente hasta otros con la más alta tecnología como exponente.

Hoy, hablamos de un gigante con las cifras colosales propias del líder mundial de un sector que, sin embargo, se ha visto muy condicionado por la era digital y el predominio electrónico. Pese a todo, la vieja compañía ha tenido siempre la sagacidad, habilidad y capacidad de reinventarse hasta modular su oferta a la demanda.

Hoy, LEGO es también un negocio que incluye la producción cinematográfica de películas de éxito, series de televisión y algunos de los videojuegos más vendidos de los últimos años, además de haber dispuesto una suerte de franquicia de parques temáticos, Legoland.

Pero, además de su faceta al servicio del entretenimiento y la diversión de los más pequeños, nos encontramos también con la dimensión y la grandeza del coleccionismo que confiere el paso del tiempo y la excepcionalidad a cualquier objeto en este caso el juguete.

Una caja estándar de la compañía danesa aumenta su valor en torno a un 20% al año hasta llegar a casos como el Halcón Milenario, la nave de Han Solo en «La Guerra de las Galaxias», por la que se ha llegado a pagar 5.000 euros. Lo mejor de LEGO, de ser un instrumento al servicio de la imaginación y la creatividad de los niños, es que su legado no tiene fecha de caducidad.