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Limonero en jardín: la solución rápida a las hojas secas y amarillas
Este fenómeno, es en realidad un claro signo de desequilibrio que no debe ignorarse

Con la llegada de la primavera, muchos jardineros se enfrentan a un problema común: el amarillamiento de las hojas del limonero, especialmente cuando está en maceta. Este fenómeno, lejos de ser una simple molestia estética, es en realidad un claro signo de desequilibrio que no debe ignorarse.
A diferencia de los limoneros plantados en tierra, los cultivados en maceta son mucho más vulnerables. Su sustrato se agota con rapidez, las raíces carecen de espacio y dependen totalmente del riego proporcionado por el jardinero. Además, las variaciones típicas de la primavera —temperatura, humedad, sol— pueden desestabilizar al árbol tras el invierno.

Diferentes síntomas, diferentes causas
Las hojas amarillas pueden manifestarse de distintas formas, cada una revelando un problema distinto:
- Hojas amarillas entre las nervaduras: indican una carencia de hierro, conocida como clorosis férrica.
- Hojas pálidas o blandas: suelen señalar una falta de nitrógeno o magnesio.
- Hojas completamente amarillas y caídas: suelen deberse a un exceso de agua o a problemas de drenaje.
- Hojas que amarillean y se tornan marrones: pueden ser consecuencia de un estrés térmico o de una mala ubicación.
- Amarilleo generalizado: sugiere que el sustrato está agotado.
En todos los casos, el limonero está manifestando un estrés de tipo nutricional, hídrico o ambiental.
La solución rápida y eficaz: fertilizar inteligentemente
El gesto más efectivo en esta época del año es aportar un fertilizante adecuado, justo cuando el árbol más lo necesita. Tras el invierno, los nutrientes del sustrato se han consumido. Con el aumento de la temperatura y la luz, el limonero reinicia su crecimiento y requiere una nutrición específica.
Un buen fertilizante para limoneros en primavera debe:
- Aportar nitrógeno (N) para el desarrollo de las hojas.
- Contener fósforo (P) para estimular la floración.
- Incluir potasio (K) para favorecer la formación de frutos.
- Sumar oligoelementos (hierro, zinc, magnesio) para evitar deficiencias.
Lo ideal es utilizar un fertilizante líquido especial para cítricos, aplicado cada dos o tres semanas desde abril hasta finales del verano.
¿Y si el problema está bajo tierra?
Tan importante como la fertilización es revisar el estado de la maceta. Un recipiente demasiado pequeño, sin drenaje adecuado o con sustrato encharcado puede asfixiar las raíces, provocando pudrición e impidiendo la absorción de nutrientes.
Por ello, en primavera es recomendable:
- Trasplantar cada 2 a 3 años, usando una maceta más grande con sustrato especial para cítricos.
- Realizar un cambio superficial de sustrato en ejemplares grandes: basta con retirar los primeros 5 centímetros de tierra y reemplazarlos por sustrato fresco y nutritivo.
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