Arquitectura

Huerto de interior en una casa sin balcón

La Razón
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Ver crecer las lechugas que uno ha plantado por primera vez, cortarlas para que den un segundo brote y saborearlas engancha. Pero a medida que uno cultiva tomates, cebollas o fresones, el balcón de la terraza parece como si se fuera haciendo más pequeño hasta que prácticamente no queda ningún espacio en él. Es entonces cuando uno ya no mira con muy buenos ojos a los amigos o vecinos que disponen de una terraza grande o un jardín. Pero existe otra opción; cultivar hierbas aromáticas, germinados, microverduras o setas de puertas para adentro. Algo que no tiene por qué ser para personas expertas o con un don especial para las plantas; tampoco es necesario adquirir todo tipo de sistemas caros. Lo único que hace falta son ganas y luz natural para atreverse con la horticultura doméstica. Y es que con la combinación adecuada de luz, ventilación, agua y cuidados uno puede conseguir producir muchas hortalizas como plantas de interior, tal y como comprobó en primera persona Elizabeth Millard, autora de «Tu huerto de interior», un manual imprescindible de la editorial Libros Cúpula para todos aquellos que quieren animarse a cultivar en casa y que incluye consejos y todos los trucos necesarios para que resulte fácil incluso para los que se acercan por primera vez a una maceta.

El primer paso es no volverse loco cuando uno ve cientos de semillas, incluso aunque sea una oferta. Hay que pensar qué es lo que se puede cultivar y lo que queremos obtener, hierbas para aromatizar los platos o alimentos que comer. En el caso de las microverduras, no trate de encontrar semillas especiales, es cualquier semilla de verdura, tan sólo que se recolectan en la primera etapa de crecimiento, a la semana o dos semanas cuando alcancen los 2,5 o 5 cm de altura y les haya salido el segundo par de hojas.

También hay que pararse a analizar qué cultivo es más fácil. Es mejor empezar con hierbas aromáticas, brotes de guisante, de girasol o de maíz, o con microverduras como rúcula, remolacha o berros, y dejar las setas, los limones frescos y las patatas para cuando uno se crezca en el arte de la horticultura. Siempre es mejor empezar con algo pequeño e ir subiendo peldaños. Y es que en el caso, por ejemplo, de las setas, su cultivo en casa no resulta fácil, aunque con una buena guía y una buena preparación de la base de cultivo se puede conseguir. Y para no desanimarse, saber cuáles son los tiempos que requiere cada verdura para su cosecha con el fin de no perder ni un ápice de entusiasmo.

Después, hay que analizar la vivienda para hallar el lugar idóneo para cultivar, teniendo en cuenta que conviene cambiar las plantas a otras zonas de la casa según la época del año con el fin de que tengan luz natural, pero que no mueran de calor. En invierno, por ejemplo, tenerlas en la ventana de la cocina puede ayudar a que las plantas aprovechen el calor que dan en esta habitación los fogones (a los tomates y los pimientos les viene muy bien el calor), pero no es el lugar idóneo para otras estaciones. Por lo que, en general, son mejores las ventanas con orientación al sur. Y si entra mucha luz solar, tratar de que ésta sea indirecta (con un toldo para evitar el sol del mediodía sirve).

También se pueden aprovechar los rincones del salón para poner las plántulas bajo una luz LED –que se apagará de noche para que las plantas puedan descansar– hasta que son lo suficientemente fuertes como para transplantarlas a recipientes más grandes. Aunque mejor utilizar la luz natural para una mayor eficiencia y sosteniblidad. Y recuerde que tan importante como la luz es la ventilación diaria, de lo contrario obtendrá semillas con moho, plagas de insectos y plantas que no crecen. Como consejo, cualquier rincón de la casa donde antes hayas tenido plantas de interior (y hayan sobrevivido) es un buen lugar para cultivar plantas comestibles.

Otra cosa que uno ha de tener en cuenta es el espacio que necesita cada tipo de planta antes de ponerse a comprar semillas o plantones sin sentido. Y es que mientras los brotes y las microverduras (que se recolectan en la primera etapa de crecimiento) requieren poco espacio, las hierbas aromáticas y las verduras, en cambio, necesitan que haya espacio entre cada maceta (o espacio entre cada verdura que hayas plantado en una misma maceta) para crecer de forma óptima.

Otro factor a tener en cuenta es la humedad, muy útil para el germinado de semillas pero menos para el cultivo de brotes de guisante. Así, el cuarto de baño es una buena opción para la germinación de semillas, así como para los limoneros enanos; siempre que esta habitación tenga luz natural y una ventana (por la luz y para ventilar), y mejor no regar el limonero en la bañera para evitar atascos en los desagües. Otro aspecto a tener en cuenta en esta habitación es que todo lo que nos pongamos, desodorantes en espray, perfumes... acabarán en ellas y nosotros, comiéndolas.

Respecto a los recipientes, es importante saber qué profundidad van a requerir las raíces de lo que cosechemos. Así, en el caso de las microverduras, como éstas se recogerán en su crecimiento temprano apenas necesitan profundidad. Si ya son verduras necesitarán al menos 15 centímetros de tierra. Así que mejor optar por un recipiente con profundidad suficiente para el crecimiento de la raíz pero que no le haga desperdiciar demasiada tierra. Siempre que tengan ranuras de drenaje y, a ser posible, una bandeja abajo para las pérdidas hídricas.

Uno de los aspectos más importantes (ya sea un huerto de interior o de exterior) es la mezcla de tierra, una mala decisión puede tirar por tierra toda tu cosecha. En este sentido, cabe recordar que el ambiente interior de un piso es más seco que el del exterior, por lo que la autora recomienda no optar por tierra de exterior, aunque mezclada con abono influye en el drenaje y la aireación, y optar por soluciones que combinrn turba, harina de huesos, fibra de coco, corteza y vermiculita (pero de horticultura). Siempre se puede optar por hacer nuestra propia mezcla de tierra, añadiendo abono, cáscaras molidas de coco (para el drenaje) y vermiculita. La mezcla que recomienda la autora del libro es poner siete vasos de tierra para macetas de interior y unos dos vasos de vermiculita. Mezclar los ingredientes y añadir paulatinamente dos o tres vasos de agua a la tierra en función de lo seca que esté.

En cuanto a la opción de sembrar semillas o plantar plántulas, mejor la segunda opción, porque así resulta considerablemente más fácil conseguir que la planta sobreviva a unas manos inexpertas. Pero esta guía no es sólo para los que se acercan por primera vez a este «arte», seguro que de este libro hasta el que más años lleva entre plantas en su terraza obtendrá sabios consejos que podrá utilizar en su nuevo huerto de interior.