Salud
¿Un mundo sin agujas?
Verdades y fraudes de los análisis de sangre sin pinchazos
Cerca de 200.000 personas en España pueden sufrir belonefobia, según fuentes del Ministerio de Sanidad. Quizás usted sea una de ellas y no lo sepa, porque casi nadie conoce el nombre técnico del “miedo a las agujas”. La belonefobia es la sensación de pavor ante la posibilidad de ser pinchado, que provoca episodios de ansiedad, miedo irracional o incluso desmayos y colapsos. Se trata de un tema de gran importancia clínica: en los casos más extremos, los pacientes tienden a evitar realizarse pruebas médicas, retrasan sus tratamientos y complican sobremanera la atención médica requerida. Para ellos, y posiblemente para todo el sistema sanitario, sería ideal contar con tecnologías de diagnóstico y tratamiento que no requirieran agujas: análisis de sangre sin pinchazo, tratamientos que no se inyectan, monitorizaciones sin vías intradérmicas…
Esta semana, la ciencia ha dado un paso adelante en la consecución de ese objetivo. Investigadores de la universidad china de Tianjin han presentado un sistema de detección de sodio en la sangre que puede arrojar resultados muy fiables sin necesidad de extraer fluido y sin pinchazo alguno. Para ello, se han basado en dos tecnologías que suelen aplicarse en ciencias físicas e incluso en la astronomía: la espectroscopía de terahercios y la optoacústica. La primera consiste en la detección de pulsos de radiación de terahercios para investigar las propiedades de un tipo de materia. Estos dispositivos pueden detectar emisiones de radiación invisibles al ojo humano o a otros aparatos que portan información física sobre el cuerpo que los emite, por ejemplo, sobre la cantidad de sodio que hay en un fluido. La optoacústica utiliza pulsos de luz láser para generar ondas sobre un fluido. Esas ondas recorren el líquido estudiado y transmiten información. Es como si tirásemos una piedra a un estanque y, según el tipo de ondas que se generan, pudiéramos determinar la temperatura o composición del agua.
Para probar su nueva herramienta, los investigadores trataron de detectar incrementos de sodio en sangre de ratones de laboratorio en intervalos de 30 minutos. Para ello, se aplicó un medidor no invasivo en la oreja del animal al que previamente se había enfriado para evitar distorsiones producidas por la emisión de calor del agua corporal. Se demostró que en animales de laboratorios el aparato era capaz de definir subidas y bajadas grandes de sodio. Más tarde, se aplicó la misma tecnología a muestras de sangre humana para descubrir que este fluido la tecnología también era eficaz. Por último, se aplicó el detector en las
manos de pacientes humanos sanos. En este caso, los resultados dependían de la cantidad de flujo sanguíneo en los vasos de las palmas de las manos por lo que fueron menos fiables. Aun así, la investigación, publicada en la revista Óptica, sugiere que el uso de detectores extracorpóreos podría ser una buena alternativa futura a los análisis de sangre para determinar los niveles de sodio de una persona.
El estudio se suma otras muchas investigaciones sobre sistemas de monitorización no invasiva de la sangre para detectar sustancias como el colesterol, la sal, el azúcar u otros valores patológicos. Y lo cierto es que buena parte de estas investigaciones siguen arrojando datos muy poco prometedores.
A pesar de la proliferación de campañas publicitarias y la llegada de aparatos que prometen resultados fiables en el análisis de sangre no invasivo, la evidencia científica todavía es muy escasa. Una de las últimas aportaciones ha sido el estudio de sensores ópticos para la monitorización de azúcar en personas diabéticas. Estos medidores sin pinchazo llevan siendo objeto de deseo de la industria desde hace más de 30 años y se basan en el uso de la espectroscopía (la interacción entre la radiación electromagnética y la materia). Un espectrógrafo puede determinar la cantidad de una molécula en un cuerpo a través de la dispersión de la radiación que lo atraviesa. A pesar de que se han realizado muchos avances en la materia, según una revisión publicada en la revista Advanced Sensor Research en 2024, “no existe certeza sobre la eficiencia de estos sensores en el caso del azúcar”. El principal problema es que algunas cadenas moleculares que se buscan en el caso de la glucosa, también están presentes en el agua, por lo que el riesgo de sesgo es grande. Recientemente se han presentado innovaciones que permiten identificar cuatro patrones de emisión infrarroja en glucosa que facilitan diferenciarla del agua. Los sensores no invasivos que operan en las bandas de emisión infrarroja propias de esos patrones son mucho más eficaces.
Pero aún no ha podido establecerse con certeza que los medidores “sin pinchazo” pueda sustituir plenamente a la extracción de muestras de sangre o a los monitores continuos. De hecho, el 13 de junio la Federación Española de Diabetes emitió un comunicado alertando de los riesgos del uso de glucómetros no invasivos. Según esta entidad, “no existe en la actualidad ningún glucómetro no invasivo que sea fiable y seguro para las personas con diabetes tipo 1 o tipo 2. No en vano, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) no reconoce ningún dispositivo de estas características”. En el mercado y en Internet es fácil encontrar aparatos que, según la FEDE, o bien venden productos directamente fraudulentos, lo que constituiría una estafa, o bien sí pertenecen a empresas legalmente registradas, pero incorporan en sus especificaciones que “los valores obtenidos por las mediciones no son válidos para tomar decisiones sanitarias”.
Mientras la tecnología mejora, los expertos recomiendan que las decisiones sobre nutrición, administración de medicamentos o control de una enfermedad se tomen con tecnologías de medición aceptadas por las agencias sanitarias internacionales que, de momento, requieren la toma de muestra de sangre o el uso de sensores transdérmicos para la monitorización.