Un Nuevo Papa
El Papa que venció a la IA
Por qué los algoritmos no supieron predecir que el cardenal Prevost sería el elegido por el Espíritu Santo
Por primera vez en la historia de la humanidad la elección de un Papa ha coincidido con la existencia en el planeta de herramientas avanzadas de inteligencia artificial. De hecho, nunca antes se habían utilizado algoritmos de IA para perfilar cómo debería ser un pontífice antes de que el cónclave terminara con su decisión final. Durante las votaciones para la elección del actual sucesor de San Pedro, la inteligencia artificial hizo su trabajo: numerosos expertos pusieron a trabajar sus ordenadores para predecir quién sería el elegido. Y en esa invisible batalla entre la inteligencia artificial y el Espíritu Santo ganó éste. Los algoritmos más avanzados no contemplaron al cardenal Robert Prevost como futuro Papa. ¿Por qué fallaron?
Un par de semanas después del nombramiento estamos en condiciones de analizar las razones de este desliz de la tecnología más avanzada. Al menos, a la luz de varios expertos que han publicado recientemente un informe en la revista «Science» al respecto. En él se recogen los resultados del trabajo de varios programas de «machine learning» que fueron utilizados durante el cónclave para analizar todas las informaciones disponibles sobre los 133 cardenales candidatos a ser Sumo Pontífice sucesor de Francisco.
Uno de los intentos más relevantes fue el llevado a cabo por científicos de la Universidad Carlos III de Madrid, el Politécnico de Turín y la Universidad de La Sorbona. El trabajo consistió en la creación de un entorno computacional que recogiese informaciones de relevancia sobre el posicionamiento de los cardenales candidatos en relación a temas de interés para la iglesia: pobreza, emigración, defensa de la vida, identidad sexual, diálogo entre religiones, gobernanza de la curia… A partir de decenas de textos que recogían afirmaciones relevantes de buena parte de los cardenales asistentes al cónclave los algoritmos hicieron su apuesta.
Como publicaron los autores en un artículo del medio digital Arvix, «el entorno de elección está muy polarizado y hay un número reducido de candidatos viables. Entre ellos, el cardenal Pietro Parolin emerge como el candidato más solvente seguido por los cardenales Brislin y Tagle». Obviamente, no acertaron.
Los intentos de construir una lógica matemática que permita predecir con algoritmos una elección papal se basan en otras iniciáticas científicas que estudian los comportamientos de grupos de electores a partir de sus manifestaciones previas a la elección. En 2023, una investigación publicada en «National Library of Medicine» trató de encontrar patrones electorales a partir de la expresión de opiniones políticas en redes sociales. El estudio encontró patrones identificables entre el comportamiento en redes como Twitter (actual X) y movimientos electorales pero fue incapaz de detectar una línea directa causa y efecto entre lo que se dice en redes y la decisión final de voto.
Los algoritmos usados para la determinación de probabilidades en el último cónclave tuvieron en cuenta datos del comportamiento de la decisión cardenalicia en cónclaves anteriores durante siglos y se basaron en la asunción de que la decisión de a qué candidato votar puede estar condicionada por la afinidad ideológica: un cardenal se puede ver más impulsado a votar a un candidato cercano a su modo de ver los problemas del mundo y de la Iglesia. De ese modo, los investigadores seleccionaron un set de cuestiones importantes que creían que podrían condicionar la elegibilidad de cualquier candidato: actitud ante las relaciones con los Estados, ideas sobre el ecumenismo, declaraciones a cerca del matrimonio entre personas del mismo sexo, actitudes contra la pobreza o los conflictos geopolíticos… Se basaron para ello en datos publicados en medios oficiales y otros menos institucionales como la página web «College of Cardinal Report», un medio que ofrece perfiles de decenas de cardenales en el mundo. Con todos esos datos y potentes herramientas matemáticas realizaron su apuesta que, a todas luces, fue errónea.
¿Por qué? Los propios autores del experimento han realizado su autocrítica en un artículo publicado esta semana en «Science». El principal error del sistema fue elegir factores de influencia equivocados. Por ejemplo, el algoritmo no tuvo en cuenta la procedencia geográfica y algunos aspectos políticos en el cóctel.
Obviamente, los modelos de inteligencia artificial mejoran con el uso. Los expertos que han dado su opinión en este caso coinciden en que el experimento es muy interesante pero aún muy bisoño. Las herramientas matemáticas pueden mejorar con la introducción de variables más sensibles. Lo malo es que los cónclaves, salvo raras excepciones, ocurren en periodos de tiempo muy largos y es difícil añadir mejoras de una a otra ocasión. De manera que, más allá de algunos patrones de decisión que pueden parecer obvios, la predicción de quién será elegido como futuro Papa parece que quedará, durante mucho tiempo, en manos de la Providencia.