Ciencia y Tecnología
Perrobots: ¿Y si las mascotas fueran máquinas?
Sony lanza Aibo, un beagle capaz de detectar si hay alguien cerca, reconocer a su dueño y copiar conductas de sus «congéneres». Pueden paliar la soledad, pero no aportan los beneficios de las relaciones entre seres vivos, afirman los expertos.
Sony lanza Aibo, un beagle capaz de detectar si hay alguien cerca, reconocer a su dueño y copiar conductas de sus «congéneres». Pueden paliar la soledad, pero no aportan los beneficios de las relaciones entre seres vivos, afirman los expertos.
Cuando casi dos décadas atrás Sony lanzó su primera versión de Aibo fuimos muchos los padres que intentamos incluirlo en la lista de los reyes magos. Pero su precio, por encima de los 1.000 euros, se convirtió en determinante. Pese a ello se vendieron 150.000 solo en Japón y los primeros 3.000 se agotaron en apenas 20 minutos. Sin embargo, en 2006 la producción se detuvo y aunque pasó a ocupar un sitio en el Salón de la Fama (de robots) de la Universidad Carnegie Mellon, señalando que se trataba del «producto más sofisticado jamás ofrecido en el mercado de robots de consumo», pronto pasó al olvido.
Ahora hay una nueva oportunidad. Esta semana la compañía japonesa anunció que en enero lanzará al mercado la segunda versión, con importantes y bienvenidas modificaciones. Es cierto, el precio sigue siendo muy alto (se habla de unos 1.500 euros), pero teniendo en cuenta que no hay que alimentarlo (con pienso), que no es necesario limpiarlo, sacarlo a pasear ni dedicarle tanto tiempo como a un ser vivo, para algunos puede compensar.
¿Qué tiene el nuevo Aibo? Como el anterior se trata de un cachorro (similar a un beagle) de unos 30 centímetros de alto. Pero esta nueva versión llega con las mejoras propias de 18 años de avances tecnológicos.
Sus movimientos, aunque todavía robóticos, son más reales y sus ojos, dos pantallas OLED, le agregan una riqueza en la expresividad que antes no tenía. También cuenta con sensores de movimiento, que le permiten detectar si hay alguien cerca y una cámara en su nariz para saber si su dueño es uno de ellos. A ello se le agrega que es capaz de reconocer 1.000 palabras, tiene micrófonos y conexión a Internet mediante Wifi y LTE. Su cámara también le permite subir videos por streaming.
Pero lo más notorio es su sistema de inteligencia artificial (IA), una cualidad que en Sony aseguran que le dará personalidad. «Fue una decisión difícil dejar de lado el proyecto de Aibo en 2006», explicó en la presentación el director ejecutivo de Sony, Kazuo Hirai, pero de la misma manera puntualizó que «desde entonces seguimos desarrollando sistemas de IA y robótica. Un año y medio atrás les dije a nuestros ingenieros que volvieran a concentrarse en Aibo porque creo que los robots son capaces de establecer relaciones con los humanos. Y viceversa». Las fechas coinciden con la inversión de Sony en la firma Cogitai, una empresa que se dedica a crear sistemas de inteligencia artificial que aprenden continuamente al estar expuestas al mundo real.
Es evidente que la compañía japonesa no quiere quedarse atrás en este campo y dejar que Apple, Huawei, Google, Facebook y Amazon le roben la cartera. Y si bien es interesante su propuesta, hay muchos puntos a favor y otros que aún se desconocen.
Entre estos últimos hay una creciente inquietud respecto a los datos que pueda grabar la cámara. Si bien es cierto que esta puede utilizarse a distancia para que actúe como dispositivo de vigilancia (se activa con una app), algo que constituye un plus, también existe otro aspecto de la seguridad preocupante ¿Dónde se almacenarán las imágenes? ¿Se puede hackear y activar la cámara de modo remoto? ¿Qué seguridad lleva? Teniendo en cuenta que ayer mismo la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) sancionó a Google con 300.000 euros porque «captó y almacenó sin consentimiento, datos personales procedentes de redes wifi a través de los vehículos de Street View», la información disponible, no es algo irrelevante. Otro inconveniente es su batería. Se habla de una autonomía de unas dos horas y un tiempo de carga de tres. Vale, nadie estará jugando dos horas seguidas con Aibo, pero tres horas de carga para solo dos de utilidad suena muy poco. A menos que Aibo sea capaz de ir a cargarse solito cuando se termine su energía, puede ser un poco frustrante.
Ahora lo interesante. Puede que Aibo esté catalogado como un juguete o un robot de entretenimiento. No lo es. Al menos esa es solo su pantalla. Ya hay robots que se están utilizando con personas de la tercera edad, no solo como compañía (un ejemplo es Paro, un robot creado por la japonesa Nuka, que se asemeja a una foca y del cual hemos hablado previamente), sino también en tratamientos para demencia senil debido a su impacto como lazo emocional. Nos guste o no, los robots van a convivir con nosotros, sea en el trabajo o en el hogar y Aibo es un globo de ensayo en este sentido. Su sistema de IA le permite aprender y configurarse a sí mismo teniendo en cuenta el entorno. Un ejemplo de ello es que es capaz de reconocer no solo las voces humanas, sino también el timbre de las mismas y saber si está en una fiesta, donde todos hablan muy alto y su presencia no es necesaria o si hay una discusión y acercarse puede contribuir de algún modo.
Pero lo más interesante puede ser su interacción con otras mascotas, en particular otros perros. Al aprender constantemente, puede darse cuenta qué conductas de otros «congéneres» son premiadas y cuales son castigadas, qué atenciones despiertan más simpatía entre los miembros de la familia y establecer un catálogo de emociones para cada uno de ellos, anticipándose a las mascotas reales... aunque ésta parece bastante real.
Y, en un futuro, puede llevar la personalidad de una mascota desaparecida. No será lo mismo, pero Aibo puede convertirse en el primer robot que haga que nos preguntemos ¿qué debe tener un robot para que lo consideremos vivo?
Para la psicóloga Pilar Varela, autora del libro «Amor puro y duro», estamos ante «un juguete para adultos; no va a vencer nuestra tendencia natural a querer tener contacto con seres vivos». Así, cita otros célebres precedentes como las mascotas Tamagotchi o las hiperrealistas muñecas «reborn». Y es que es otra de las preguntas que provoca el lanzamiento del último ingenio de Sony: ¿la tecnología está desplazando el contacto humano? Lo cierto es que mucha gente se siente sola. «La soledad ha existido siempre. Es profundamente humano y genera mucha tristeza. Somos seres sociales, dependemos de los demás y éso nos aterra. Pero la forma de vivir en las grandes ciudades, un tanto aislante, nos hace llevar una vida menos grupal que antes. Las familias ya no son tan grandes, hay millones de hogares monoparentales...», afirma la psicóloga.
En todo caso, Varela cree que fenómenos como las relaciones a través de las redes sociales son más «un sustituto, un beneficio para aquellas personas tímidas y que no son muy habilidosas a la hora de encontrar amistades».
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