
La opinión de Paloma Pedrero
¡Pobres chicas pobres!
¿Podríais por un momento poneros en el cuerpo de una mujer que tiene que dejarse tocar, besar, magrear, penetrar y, en ocasiones, sufrir violencia sexual para ganar un dinero para vivir?

Recuerdo como si fuera ayer una discusión sobre este asunto porque me dejó hondamente triste y decepcionada. Éramos dos parejas. Y salió el tema en una sobremesa Pronto uno consideró que a un número significativo de prostitutas les gustaba su trabajo. Mi primera reacción fue de incredulidad. Pero el otro varón apoyó el discurso firmemente. Decían algo así: “Por supuesto que no son la mayoría, pero todos sabemos que prostituirse es una forma de ganar dinero fácil y que si realmente fuera algo terrible se pondrían a fregar escaleras o cualquier otra labor” Respiré hondo antes de rebatir.
¿Podríais por un momento poneros en el cuerpo de una mujer que tiene que dejarse tocar, besar, magrear, penetrar y, en ocasiones, sufrir violencia sexual para ganar un dinero para vivir? ¿Realmente esto os parece algo fácil? La discusión empezó a recrudecerse. En resumen, el otro y mi pareja, hoy expareja, venían a reafirmar que hay trabajos mucho peores y con ganancias más pequeñas. Hemos oído tantas veces lo guarras, malas y avariciosas que son las putas que a muchos se les ha quedado esculpido en el tuétano.
Me dolía más en ellos, porque ambos eran señores universitarios y teóricamente progresistas. Me dolía más aún que uno fuera mi pareja. No me rendí y quise ir al fondo de la cuestión: la pobreza extrema, la vulnerabilidad, la explotación. De acuerdo, me reconocieron, ahí está la raíz, pero eso no quita que haya quien se lo goce. Pues bien, se acaba de publicar un extenso y riguroso informe y el 94 por ciento de estas mujeres, expresan que ejercen porque es la única vía de supervivencia y que no han podido dejarlo a su trágico pesar.
Pienso hoy en frío y comprendo que dado el gran número de señores que tienen sexo pagado, dado, asimismo, la tremenda dificultad en aceptar que a esas chicas no les gusta en absoluto ni ellos ni lo que hacen con ellos, el inconsciente machista les haga pensar que gozan. Pues no, caballeros, es solo porque necesitan comer.
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