Sexo
Radiografía del nuevo sexo
Recientes estudios coinciden en la «decadencia» de las relaciones sexuales. Los «juguetes» han sustituido el cuerpo a cuerpo y la mayoría prefiere otras prácticas que sustituyen a las tradicionales. ¿Dónde queda el contacto humano?.
Recientes estudios coinciden en la «decadencia» de las relaciones sexuales. Los «juguetes» han sustituido el cuerpo a cuerpo y la mayoría prefiere otras prácticas que sustituyen a las tradicionales. ¿Dónde queda el contacto humano?.
¿Cuántas veces diría que practica sexo su vecino? La pregunta es capciosa porque nos carcome pensar cuánto, cómo y dónde lo hacen los demás. Siempre creemos que en campos ajenos la cosecha es más abundante, pero esa pelusa nada tiene que ver con el contento de aquellos a quienes envidiamos, y este es el primer dato que debemos destacar del nuevo sexo.
La cuestión la planteó recientemente la consultora Ipsos en 37 países y la mayoría de los encuestados sobrestimó la cantidad de encuentros sexuales de las personas de su entorno, sobre todo, los hombres de 18 a 29 años. Ellos calcularon unas 14 veces en las últimas cuatro semanas, en el caso de los hombres, y 22 en el de las mujeres. La realidad en cualquiera de los dos sexos es mucho más modesta: no más de cinco al mes. «Si hiciésemos caso a nuestras conjeturas, los jóvenes tendrían 180 encuentros sexuales al año, en lugar de los 50 reales», indica el sociólogo Bobby Duffy, uno de los autores de este trabajo.Con este desajuste –llámese complejo– como prolegómeno, nos dirigimos sin prejuicios a Los Placeres de Lola, un espacio erótico situado en el barrio madrileño de Atocha para descubrir de primera mano cómo es de verdad la nueva sexualidad española, lo que ocurre de puertas adentro a punto de entrar en la segunda década del siglo, sin elucubraciones ni fábulas. Nos citamos allí con la sexóloga Ana Lombardía y Roberto Sanz, también sexólogo y profesor del máster de la Fundación Sexpol. Es un lugar glamouroso y lleno de detalles que dan una desacostumbrada delicadeza al universo del placer. Sorprendemos a Sara Pérez, su cofundadora, revisando un pedido del último juguete que ha revolucionado la masturbación femenina y del que todo el mundo habla, el succionador de clítoris. «Ha superado –dice– todas las expectativas de ventas. Cada día hay más mujeres de todas las edades que se interesan por él, bien aquí o a través de nuestra página web. El secreto está en su extraordinaria estimulación». De hecho, el 83% de las personas que lo han utilizado aseguran que han alcanzado el clímax en menos de dos minutos gracias a sus ondas de vibraciones y pulsaciones. ¿Realidad o efectos de la publicidad y el marketing?
Artilugios clandestinos
«El clítoris, el órgano más sensible del cuerpo humano, era una palabra silenciada y de repente pone el foco en la mujer», interviene Lombardía. «Hoy se nombra, se reconoce y se estimula», añade. ¿Y esto cómo lo lleva el hombre? «Ellos miran de reojo y con mucha inquietud. Si les quitas de su ecuación el pene y la penetración, les dejas inseguros, sin saber bien su lugar. En la erótica masculina aún queda mucho por hacer. Hasta ahora, su sexualidad ha sido hegemónica y muy poco dada a la competencia que, en este caso, encarna el juguete sexual», reflexiona Sanz.
En diferentes estanterías expone vibradores y cosmética erótica y en un rincón apartado descubrimos (no se asusten) artilugios para prácticas clandestinas. «Es importante despertar las pasiones», indica la sexóloga. Pues seguimos. He aquí una opinión controvertida que da lugar a debates en los que por supuesto no hay consenso: según el investigador noruego Trond Viggo Grøntvedt, en un estudio publicado en la «American Psychological Association» puede que estas prácticas importen más, desde el punto de vista sexual, que el bienestar de la pareja, el nivel de intimidad, el amor o el compromiso. Por cierto, extrae otra conclusión llamativa: cuanto mayor es la predisposición de la mujer al sexo casual más ardiente es su vida en pareja. ¿Es esto posible? El nuevo sexo está terminando de desterrar algunos mitos y la ciencia hace su particular aportación al demostrar, mediante imágenes por resonancia magnética, que el cerebro de la mujer responde de la misma manera que el del hombre ante un estímulo visual erótico o pornográfico. Un trabajo de Hamid Noori, del Instituto Max Planck, revela que las diferencias son muy escasas. En ambos sexos se aprecia un cambio similar en las mismas regiones cuando se les muestra contenido erótico. Lo que sí puede pasar, según nuestros sexólogos, es que algunas mujeres aún inhibidas en su sexualidad muestren reparo a la hora de expresar lo que realmente sienten. En los últimos meses están apareciendo muchos datos que desafían nuestras suposiciones. Resulta, por ejemplo, que el hombre también finge sus orgasmos y no tiene empacho en confesarlo.
Así, una encuesta realizada por la marca de productos eróticos Bijoux Indiscrets a más de 1.400 personas desvela que el 21,2% de los hombres han simulado alguna vez en su vida, aunque el porcentaje de mujeres sigue siendo superior: el 52,1%. El 8,4% de los varones confiesa que lo hace siempre. Aunque no debe ser fácil reproducir las contracciones musculares que disparan la eyaculación a una velocidad de 45 kilómetros por hora o hacer que el corazón bombee por encima de las 100 pulsaciones por minuto, el hombre se las ingenia para teatralizar ese instante. Lombardía y Sanz lo achacan a la ansiedad del orgasmo y el deber del placer femenino, que acaban bloqueando el deseo. «Fingiendo evitan su inseguridad y el miedo a eyacular antes de tiempo, a perder la erección o a no alcanzar el orgasmo».
Es el primer síntoma de que se desmorona el sexo tradicional y así lo señala también Bijoux Indiscrets en el avance del informe sobre prácticas sexuales y placer que dará a conocer en febrero de 2020. Solo el 6% de las personas prefieren la penetración. Más de un 60% se inclina por otras prácticas que le hacen disfrutar más.
¿Dónde está el placer?
Asímismo, el 26,54% eligen los besos y las caricias. La realidad más cruda la aporta un equipo del Instituto Kadave de Ciencias Médicas de la India: en uno de cada seis coitos está ausente el placer. Puestos a buscarlo, nueve de cada diez encuestados en esta investigación revelan que las mejores sensaciones, y más duraderas, suceden cuando son ellas las que se colocan arriba. Mientras el misionero queda confinado, la posición del perrito empieza a ser la preferida en las generaciones más jóvenes. ¿Deberíamos practicar más ejercicios de calentamiento? Antes de responder, Elsa Viegas, cofundadora de Bijoux Indiscrets, nos saca del error de llamar preliminar a eso que llevamos a cabo antes de llegar a la penetración, suponiendo que son un previo a lo importante. «La ficción, la cultura y la poca educación sexual nos han hecho separar la penetración como práctica de primera categoría de otros juegos, mal llamados preliminares, cuando son igualmente satisfactorios», explica. Su marca ha creado una línea de cosmética erótica basada en el «slow sex», un concepto que borra la presión social de la penetración y el orgasmo. «Igual que en el ‘‘slow food’’, consiste en experimentar y conocer sin prisas, como se disfruta de un buen plato».
Y para gustos, las fantasías, aunque, al menos en las encuestas, los amantes no derrochan demasiada imaginación. Científicos de la Universidad de Quebec han realizado una encuesta anónima entre más de 1.500 personas de diferente orientación sexual y, curiosamente, la mayoría comparte fantasías como la dominación o los tríos. «Son ideas muy populares porque están marcadas por la cultura y la ficción. Los contenidos de nuestras fantasías están bastante pautados», reconoce Lombardía. La aplicación de citas Jaumo, que ha analizado alrededor de 24 millones de búsquedas sobre sexo en Google durante los últimos meses, arroja algunas ideas interesantes para saber más acerca de las tendencias de vanguardia. En su particular «sex trends 2019», los fetiches más populares son los tríos. El más folclórico, los cuernos consentidos.
Para aliviar su significado, los usuarios utilizan el término «cuckold», refiriéndose a la lujuria que despierta observar a la pareja mientras mantiene relaciones con otra persona. Aparecen tendencias como el «bud sex», la última modalidad en sexo furtivo que lleva a los hombres heterosexuales a buscar placer entre ellos como un juego puramente sexual. Resulta paradójico, rodeados como estamos de erotismo en este templo del placer, que algunos estudios apunten a un serio declive sexual. Las expectativas que plantea la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de aquí a 2030 configuran una curva descendente en cuanto a relaciones y auguran que en esa fecha habrá muy poco sexo. ¿Entonces, por qué no se para de hablar de ello? Las paradojas del siglo XXI. Hay una saturación de referentes sexuales en la vida cotidiana que hacen pensar si no se le da demasiada importancia. Otros opinan lo contrario. Las encuestas, claro está, son orientativas. De puertas adentro está la realidad.
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