Entrevista

Rafael Matesanz (fundador ONT): "En trasplantes hay un entramado muy potente que no vislumbra barreras autonómicas"

Dirigió la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) desde 1989 hasta 2017. Se jubiló tras haber conseguido salvar la vida a más de 100.000 personas

En el año 1989, los trasplantes en España atravesaban una crisis muy profunda. Pese a que la calidad del procedimiento era incuestionable, no existía algo que consideramos tan básico a día de hoy como un mecanismo de traslado de órganos entre hospitales. Este fue uno de los retos que asumió Rafael Matesanz cuando apenas había cumplido los 40 años. Con un equipo formado por seis enfermeras y dos secretarías que ni siquiera contaban con teléfono, consiguió que, desde 1992, el mundo entero nos considerara líderes en el ámbito de los trasplantes, un liderazgo mundial que se mantiene a día de hoy, seis años después de que llegase su jubilación.

La ONT ha sido reconocida internacionalmente por su modelo de gestión de trasplantes. ¿Cuáles son los pilares fundamentales de este modelo?

La ONT es un modelo organizativo que se basa en tres pilares. Por una parte, la generosidad de la población. Sin que la población sea generosa, nada es posible. En segundo lugar, el sistema se basa en un Sistema Nacional de salud público y universal. Es imposible que la gente done si no se le da la total garantía de que, si ellos o sus familiares van a necesitar un trasplante, lo van a conseguir en igualdad de condiciones y, además, sin que eso signifique endeudarse de por vida. Y, en tercer lugar, es un sistema organizativo que se basa en una figura que es la del coordinador de trasplantes. Son médicos especialistas en cuidados intensivos que están donde se generan los donantes. Ese sistema, que se crea en el 89, se va perfeccionando y extendiendo a lo largo de los años hasta el último hospital de España, tanto públicos como también privados. Y, desde el año 92, somos los primeros del mundo en donaciones. Y ahí seguimos.

¿Cuáles han sido los principales logros de la Organización Nacional de Trasplantes desde su fundación?

Empezamos con catorce donantes por millón, hoy estamos en 50. Y estábamos en la parte media de Europa, por detrás de todos los países vecinos a los que hoy duplicamos y hasta triplicamos. Nadie pensaba que, en solo 3 años, íbamos a ser líderes mundiales. Otro hito fue también incorporar tejidos y, posteriormente, médula ósea. Este fue uno de los aspectos más importantes de nuestro desarrollo. Pero, además, nuestros cambios de estructura nos permitieron, en el 2010, liderar la Directiva Europea de donación y trasplante de órganos. Ese mismo año recibimos el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. Pero, para mí, la cumbre fue, allá por el año 2016, darnos cuenta de que llevábamos más de 100.000 trasplantes. Yo creo que ese es el mejor trofeo que puede enseñar la ONT.

¿Cuáles son hoy en día las principales preocupaciones en el ámbito del trasplante?

La primera, fundamental, es la desproporción oferta-demanda. Es decir, por muy bien que funcione el sistema, y el español funciona espléndidamente, nunca hay órganos para todos. Si vemos las estadísticas mundiales, de la cantidad potencial de enfermos que pueden necesitar un trasplante, lo consiguen entre un 5 y un 10%. En España, ese porcentaje es más de un 90%. Pero claro, nunca es el cien por cien. Esto se debe a que hay enfermos que están en situación comprometida y el trasplante no llega a tiempo. El segundo problema es combatir el rechazo. Para evitarlo, se administra toda una serie de medicamentos de por vida. Son los inmunosupresores, que son muy eficaces, pero son tóxicos. Aquí el desafío sería conseguir que no tuviéramos que administrar esos fármacos.

¿Qué avances se están produciendo para resolver estos problemas que señala?

Para solventar la escasez de órganos, España ha ido predicando por todo el mundo cómo había que hacerlo. De hecho, una de las cosas de las que me siento más orgulloso ha sido la traslación de ese modelo español a medio mundo, fundamentalmente, a América Latina. Yo siempre he dicho que, probablemente, el modelo español haya salvado más vidas fuera que dentro de España. Y, con respecto a la vía de investigación, puedo decir que, en este momento, lo más prometedor es la utilización de animales como posible fuente de órganos. En concreto, se centra en siempre en los cerdos. Es el animal elegido por varios motivos: porque es de crecimiento muy rápido, porque se reproducen muy fácilmente y porque, además, desde el punto de vista fisiológico y funcional son bastante parecidos a los órganos humanos. La vía más avanzada es la de los cerdos transgénicos, que consiste en alterar toda una serie de genes responsables, en gran medida, del rechazo de esos órganos y trasplantarlos al ser humano. En estos momentos, ya se han hecho dos trasplantes de corazón de estos animales a humanos. Y, lo último que ha llegado a este campo es la utilización de cerdos como incubadoras de órganos humanos. Lo hemos visto publicado en China hace muy poquito tiempo. Yo creo que es una vía muy prometedora porque, si realmente funcionara, corregiría los dos problemas. Por una parte, fabricaría todo tipo de órganos, pero, por otra parte, esos órganos estarían hechos a la medida del propio enfermo

Para hacer balance de la actividad en trasplante es obligatorio hablar de la Covid-19. ¿Cómo afectó la pandemia a la actividad de trasplantes en España y qué consecuencias ha tenido en nuestros días?

En todo el mundo, la Covid-19 fue un verdadero desastre para la actividad trasplantadora. En primer lugar, por el descenso del número de donantes. Los donantes se producen en las unidades de vigilancia intensiva, pero al estar estas llenas por enfermos con Covid-19, imposibilitó la donación de órganos. En segundo lugar, porque todo el proceso de trasplantes, que es de colaboración de muchísimos profesionales, se vio claramente interferido. Hubo unos descensos muy importantes de la donación y del número de trasplantes en España. Ese descenso fue de alrededor de un 30%. Va a ser este año cuando la actividad trasplantadora realmente recupere los niveles prepandemia.

¿Cómo valora la gestión que hizo el Gobierno Central de la pandemia?

Se llegó tarde a casi todo y creo que eso marcó toda la evolución de la pandemia. Después, el mayor reproche que se le puede hacer es que fue una gestión muy politizada y, desde luego, sin echar mano de verdaderos comités de expertos que llevaran la gestión por donde la tenían que haber llevado. Yo creo que, en conjunto, fue francamente deficiente y, además, puso de manifiesto uno de los grandes problemas del Sistema Nacional de Salud, que es la fragmentación en 17 comunidades porque la falta de liderazgo, sobre todo al principio, fue evidente y eso se tradujo en multitud de políticas distintas.

En alguna ocasión, usted ha denunciado que la sanidad se trate con “frivolidad”. Como buen conocedor de las virtudes y los problemas de nuestro SNS, ¿cómo considera que se podría garantizar una mejora urgente?

Solo un dato: estamos en el año 2023 y llevamos 15 ministros de Sanidad, de los cuales, más de la mitad no habían tenido el más mínimo contacto con la sanidad. Teniendo en cuenta que eso hace un periodo de ejercicio del Ministerio de año y medio, supone que, cuando se están empezando a enterar, cambian. Yo creo que la sanidad se lleva como una forma de promocionar a una persona y así es imposible. Además, ocurre que, aunque las transferencias de la Sanidad a las comunidades están en nuestra Constitución y plantean ventajas para los ciudadanos porque los centros de decisión están cercanos a él, falta mecanismos de coordinación. Es decir, en sanidad funcionamos como un Estado federal, pero sin mecanismos de coordinar esa federación.

¿Por dónde debería pasar cualquier intento de reconstruir la Sanidad?

Debería pasar, primero, por conseguir que se encarguen de la Sanidad personas que sepan de gestión sanitaria. Porque no solamente es saber de Medicina. El segundo punto es conseguir que se replantee la Ley General de sanidad, que es una buena ley, pero es del año 86. En tercer lugar, se debería dar potestades y fondos al Gobierno central para coordinar. Yo creo que uno de los poquísimos aspectos en donde la gente piensa que hay una gestión centralizada son los trasplantes. Y no es verdad. Es decir, las comunidades y el Ministerio tienen las mismas competencias en trasplantes que en oncología. Un dato: hasta el 25% de los trasplantes que se hacen en España se hacen con órganos procedentes de otra autonomía distinta a donde se trasplantan. Eso significa que hay un entramado muy potente que no vislumbra esas barreras autonómicas que sí existen en el resto de la de la sanidad. Realmente, a donde deberíamos llegar era a que esas barreras desaparecieran, a que hubiera un ministerio que colaborara con las comunidades. El Ministerio, fundamentalmente, aparte de ejercer la labor de autoridad sanitaria que la tiene que ejercer, tendría que plantearse servir para algo útil con las comunidades.

En su opinión ¿cuáles son, hoy en día, las deficiencias más graves de nuestro sistema de salud?

Cuando uno mira lo que España gasta en salud y lo compara con los países de la OCDE, hace un par de años, España está alrededor del puesto veintitantos. Pretender, como se ha dicho, que tenemos la mejor sanidad del mundo cuando estamos en el veintitantos en gasto sanitario per cápita es pura ilusión. Tenemos un muy buen sistema sanitario que, además, ofrece unas prestaciones universales y a todos los ciudadanos, pero esto se hace, fundamentalmente, gracias a lo poco que cobran los profesionales sanitarios. De lo poco que gastamos en sanidad, vienen la mayoría de los males que tiene en estos momentos. Se dice que “hay pocos médicos”, que “faltan médicos”. Bueno, no es que haya pocos médicos, hay pocos médicos de determinadas especialidades. Y faltan médico, por ejemplo, de atención primaria. ¿Por qué? Porque, ya hace bastante tiempo que se decretó la universalización de todo y los médicos de cualquier país van de donde menos ganan a donde más ganan. Claro, como la formación de los médicos y enfermeras españoles es muy buena, evidentemente son profesionales que son muy apreciados en otros países. De ahí viene uno de los problemas. O sea, yo creo que el mayor problema es de inversión económica. Y a partir de ahí, pues, como digo, hace falta, una mejor gestión de recursos de lo que se ha hecho hasta ahora, una profesionalización tanto por parte del Ministerio como por parte de muchas comunidades. Yo lo resumiría con esa frase que decíamos antes: es necesario que la sanidad se tome en serio.

¿Cuál es su visión para el futuro de la donación y los trasplantes en España y a nivel mundial?

Yo creo que la donación y los trasplantes en España vive en un momento espléndido que viene ya de muchos años, está muy bien gestionado. Sin embargo, hay un punto que a mí me hubiera gustado desarrollar cuando dirigí la ONT, pero no pude y me temo que ahora tampoco se podrá. Es haber tenido algún papel en la investigación. Realmente, no nos dejaron. Así, lo que España aporta al mundo en materia de trasplante es organización y debería haber sido también en materia de investigación, pero realmente no es así.