Religión

El retrato robot de los curas de León XIV: «Siervos, no amos»

En sus primeras ordenaciones sacerdotales como Papa, Robert Prevost reclama que no vivan aislados de la gente

El Papa León XIV se reúne por segunda vez con el Patriarca Bartolomé I, jefe de la Iglesia Ortodoxa
El Papa León XIV se reúne por segunda vez con el Patriarca Bartolomé I, jefe de la Iglesia OrtodoxaEuropa Press

León XIV ha trazado el perfil de los sacerdotes de 2025: con el alma puesta en Dios y los pies en la tierra, al servicio de la gente y creíbles. Tres semanas después de su elección como Pontífice, Robert Prevost presidía esta mañana en la basílica de San Pedro su primera ordenación presbiterial. En total, daban un paso al frente para ser curas un total de once diáconos, siete del seminario de Roma y otros cuatro del Redemptoris Mater, que es el centro formativo vinculado al Camino Neocatecumenal, la realidad eclesial fundada por el español Kiko Argüello en 1964.

Ante ellos, el Papa agustino esbozó en su homilía el retrato robot del cura del siglo XXI, que se definiría por «ser de Dios, siervos de Dios, pueblo de Dios». «No amos, sino custodios», expresó con contundencia. Este concepto, para León XIV, «nos ata a la tierra: no a un mundo ideal, sino al mundo real». De hecho, se remitió a Jesús de Nazaret para explicarles que deben salir al encuentro de «las personas de carne y hueso a las que el Padre pone en tu camino». «Os consagráis a ellos, sin separaros de ellos, sin aislaros, sin hacer del don que habéis recibido una especie de privilegio», remarcó con relación a su misión de estar al servicio de la gente, no a la inversa. A la par, detalló que «estamos dentro del pueblo de Dios, para poder estar frente a él, con un testimonio creíble».

De hecho, no dudó en echar mano del Papa Francisco para recordar que «la autorreferencialidad apaga el fuego de la misión». Lo cierto es que la alocución del actual Obispo de Roma apunta hacia un modelo de sacerdote en la línea de su predecesor, que dedicó no pocos textos magisteriales, discursos y reflexiones de viva voz a acometer un profundo proceso de renovación sobre el ser y hacer hoy. Jorge Mario Bergoglio llegó a alertar del peligro de que los curas se erigieran en «meros empleados de una multinacional», convirtiendo a la Iglesia «en el supermercado de la salvación». Aterrizándolo a hechos concretos, el Papa argentino criticó durante el reciente Sínodo de la Sinodalidad «el escándalo» de un errado clericalismo nostálgico: «Basta ir a sastrerías eclesiásticas en Roma para ver el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con encajes». Tanto es así que Francisco puso las bases para afrontar una reforma de los seminarios, con España como uno de sus focos de atención prioritarios. De hecho, en noviembre de 2023 el Pontífice latinoamericano hizo llamar a los obispos de nuestro país a Roma, citándoles en una cumbre extraordinaria para unificar los centros ante la falta de candidatos, pero, también, por su preocupación ante una posible ideologización de su formación, tal y como lo habría constatado en una auditoría previa que encargó a dos prelados uruguayos.

En un tono más diplomático al tratarse de una homilía, pero con la misma contundencia que Bergoglio, ayer León XIV subrayó la necesidad de que estos nuevos curas afronten su vocación y su ministerio desde el Concilio II. Se desmarca así de las tentaciones nostálgicas de algunos grupos eclesiales con reminiscencias preconciliares y que todavía hoy cuestionan cómo se está materializando esta reforma eclesial al subrayar que la comunión ha de vivirse desde una «unidad dinámica».

«La Iglesia es constitutivamente extrovertida», expuso el Papa Prevost, que reivindicó «la fuerza liberadora» de Cristo, que «acogió a los niños y curó a los enfermos». «Así, el Reino de Dios pone ahora en comunión vuestras libertades personales, dispuestas a salir de sí mismas, injertando vuestras mentes y vuestras jóvenes fuerzas en la misión jubilar que Jesús ha transmitido a su Iglesia», verbalizó.

«Queridos ordenandos, ¡concebiros a la manera de Jesús!», insistiría en otro momento, presentando al Hijo de Dios como su referente: «La identidad del sacerdote depende de la unión con Cristo, el eterno sumo sacerdote». Si ante el Colegio Cardenalicio, en su primer encuentro tras su designación, León XIV apostó por una Iglesia «inclusiva», ayer ante los nuevos curas volvió a insistir en que «el pueblo de Dios es más numeroso de lo que vemos». «No definamos sus límites», apostilló el Pontífice.

En esta particular guía para ser cura hoy, León XIV añadió otro valor que considera imprescindible: «No importa ser perfecto, pero tienes que ser creíble». Este encargo lo trajo a colación dentro de un ejercicio de autocrítica, sabedor de lacras como la pederastia y la corrupción que todavía acechan a las sacristías: «Juntos reconstruiremos la credibilidad de una Iglesia herida, enviada a una humanidad herida, dentro de una creación herida». El Papa se adentró incluso en lo que podría interpretarse como una alerta en relación al abuso de poder y de conciencia, que fue una batalla de Francisco. Partiendo de la carta de Pablo de Tarso a la comunidad de Corinto en la que escribe que «el amor de Cristo nos posee», León XIV ofreció la correcta interpretación al pasaje: «Es una posesión que libera y que nos permite no poseer a nadie». «Liberar, no poseer», enfatizó.