Psiquiatría

¿Se ha creído su propio personaje?

La Razón
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l ¿Puede considerarse como normal el comportamiento que José Bretón ha mantenido durante el juicio?

–En Bretón, las respuestas nunca nos parecerán normales, porque jamás el resto de personas respondería como él. Éste es el tema que ha preocupado a la sociedad, que le ha dejado anonadada, incapaz de entender su frialdad, su distancia emocional y su falta de expresión en su rostro. Desde el primer día nos preguntamos: si ha perdido a sus hijos, cómo no enloquece, cómo es que no se le nota en el rostro la tristeza y, por la misma razón, si los ha matado, cómo es que mantiene esa pasividad, ese parecer que no va con él.

l ¿Ha fingido en todo momento o se ha creído su propio personaje?

–A Bretón se le pasó una prueba muy buena de psicología llamada «Millon III». Se trata de una prueba de personalidad, en la que dio unos niveles altísimos en lo que podríamos denominar como capacidad para hacer teatro. Él siempre está viendo todo desde fuera, como no inmerso. Por otro lado, es un ser muy narcisista, cuyo principio es primero yo y luego yo; incapaz de aceptar la frustración de sentirse ridiculizado, porque, en el fondo, es una persona con muy baja autovalía, así como muy obsesivo compulsivo. Estamos hablando de un personaje que es consciente de lo que hace, que hace lo que quiere hacer, que no es un enfermo mental, sino un enfermo moral al que le puede el odio y el resentimiento. Aún así, resulta difícil explicar su acorchamiento emocional. Le hemos visto dictar a veces a su abogado e, incluso, enfrentarse al juez desde su yo más profundo. Mi hipótesis es que él quiso matar a los niños y que no quedase huella, con el fin de no ir a la cárcel, pero, primordialmente, que al no aparecer los niños, Ruth Ortiz tuviera que arrastrarse el resto de su vida para preguntarle dónde están o qué ha sido de ellos.

l ¿Existen precedentes de casos como éste?

–La diferencia con otros casos que conocemos es que éste lo hemos visto todos en televisión y nos sorprende la falta de emotividad, el rostro impenetrable, la carencia de compasión, la falta de sentimiento de culpabilidad, el llanto real. Mi conclusión es que no sufre, no se siente concernido y es que obró como quería obrar. Para él, todo el proceso es un avatar, pero lo que ha ocurrido a su alrededor no tiene eco en él. Veremos cuando todo se silencie, cuando no haya cámaras, cuando su caso deje de ser noticia y se encuentre a solas ante una vida entre rejas. Hay que recordar que estamos ante un histriónico.