Salud

Síndrome de la cara vacía o cómo vivir sin mascarilla

El síndrome de la cara vacía es otra manifestación de ansiedad y es lógico que se presente sobre todo en población vulnerable y en adolescentes.

Mujer con mascarilla y covid persistente
Mujer con mascarilla y covid persistenteDreamstimeDreamstime

La mascarilla ha sido obligatoria para los españoles, con distintas gradaciones, durante 700 días, entre el 17 de mayo de 2020 y el 20 de abril de 2023. Nunca, en toda su historia, la población española se había visto sometida a una norma de estas características, y el uso voluntario del cubrebocas, común en muchos países asiáticos, no tenía arraigo ninguno en nuestro país, más allá de entornos sanitarios o determinados ámbitos profesionales.

La adaptación, sin embargo, al uso de la mascarilla se produjo con facilidad y pronto se convirtió prácticamente en una prenda de vestir o en un complemento asimilado.

Una vez eliminado la obligación de su uso ha surgido un problema: adaptarse a la nueva situación. Como señala la Dra. Elena Sanz Rivas, jefa del servicio de Psicología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, “el síndrome de la cara vacía está ahí y hay que saberlo gestionar”.

Temor o inseguridad

El síndrome de la cara vacía aparece sobre todo en dos grupos de población. El primer grupo es el que configuran las personas con miedo al contagio del covid u otras enfermedades contagiosas. Dentro de este grupo podemos encontrar personas vulnerables por enfermedad o patología, personas con malas experiencias en relación con la enfermedad o personas con ansiedad, preocupadas o hipocondriacas. Para estas personas, estar sin mascarilla es sentirse expuestas al contagio de un modo flagrante, y esa vulnerabilidad introduce en ellas sentimientos de malestar tan extremos que pueden llegar a somatizarlos.

En segundo grupo lo forman personas con “inseguridades de cara”, relacionadas por lo general de manera especial con la adolescencia. Hay que entender que muchos niños entraron en la adolescencia llevando la mascarilla asociada a su personalidad y a su manera de desenvolverse en el mundo. Y la adolescencia, como es sabido, es un momento clave en el desarrollo de la personalidad y sostenido sobre muchas inseguridades que necesitan verse reforzadas. Relacionarse sin mascarilla después de dos años de apoyar en ella las inseguridades propias de la edad, puede provocar algunos desajustes.

La adolescencia consiste en una etapa de importantes cambios a nivel físico (corporales y faciales) y psicológicos (búsqueda de identidad, relaciones y adaptación social). Los cambios traen inseguridades y, durante la pandemia, estos cambios han estado camuflados por la mascarilla de forma obligatoria. Sin embargo, ahora los adolescentes deben mostrarse a cara descubierta, tanto en la vida real como en las redes sociales. Por ello, muchos se encuentran con problemas a la hora de relacionarse sin la mascarilla.

Cuestión de tiempo

La Dra. Sanz Rivas valora con prudencia la situación: “Cada caso en distinto y es fundamental valorar cada uno en cuanto a su severidad y evolución”, afirma.

Los expertos estiman que en la mayoría de los casos el acoplamiento a la nueva situación es solo cuestión de tiempo y no será necesaria la intervención profesional. Sin embargo, en otros casos, este síntoma de ansiedad alerta sobre problemas más importantes: autoestima, estado de ánimo, relación interpersonal, etcétera. En estos casos, sí es importante la ayuda profesional, que puede llevar en ocasiones a la necesidad de terapia.

Hay que tener en cuenta que la ansiedad es una reacción habitual a los cambios, con diferentes grados y manifestaciones y que la pandemia y sus circunstancias han producido un aumento de los problemas relacionados con la ansiedad. El síndrome de la cara vacía es otra manifestación de ansiedad y es lógico que se presente sobre todo en población vulnerable y en adolescentes.