La opinión de Marina Castaño

Subvenciones y pactos de Estado

Los inútiles y costosos ministerios tipo Igualdad hacen con su presupuesto lo que mejor se ajusta a su sectario e ínfimo criterio

Marina Castaño
Marina CastañolarazonLA RAZÓN

Debe dar mucha satisfacción que te subvencionen «ideas buenísimas y de calado social» con dinero que poco importa derrochar, sobre todo cuando el índice de pobreza crece al mismo tiempo que se escalan también puestos en el ranking de países con alto índice narcomafias. Por ejemplo, la financiación de talleres y festivales de «perreo feminista» o catas y danzas del chocolate (¿?) a costa del dinero que se emplea en abatir y erradicar la violencia de género –empresa en la que, hasta el momento, no se han visto resultados ni medio buenos–, resulta cuando menos indignante, pero ya se sabe que esos inútiles y costosos ministerios tipo Igualdad hacen con su presupuesto lo que mejor se ajusta a su sectario e ínfimo criterio.

Como dato aportamos la cifra de 105.000 euros en un festival de perreo feminista celebrado hace pocos meses en Canarias mientras quienes vamos al supermercado a rellenar la despensa doméstica aportamos lo que podemos a las anémicas arcas de los bancos de alimentos cuando se ponen en campaña, por poner un ejemplo. Una campaña que sería necesaria, un empeño para evitar la estupidización de las masas, que diría Prada, sería el de la lectura, que ahora se está eliminando de los planes de estudio en Cataluña cuando en otros lugares el fomento es prioritario porque nada mejor para culturizar desde pequeños a los estudiantes que escudriñar en las páginas que nos han dejado escritas los clásicos, esa gran riqueza que poseemos en lengua española, la que también quieren ir eliminando de un plumazo en regiones con lengua vernácula, según rezan algunos titulares como por ejemplo que «Prohens (la presidenta balear) deniega a cuatro familias que sus hijos estudien en castellano».

Es la paradoja de un país al que se ha dado la vuelta como a un calcetín y se reniega del idioma más rico de todos los del planeta para crear ignorancia y hasta idiocia. Es lo que tienen los brillantes pactos de Estado para acceder a la gobernabilidad y las subvenciones sin ton ni son que se conceden a grupos de desocupados e indocumentados.