«Toda la noche en vela, escuchando el cielo», es la frase más repetida en el municipio de Molina de Segura, una de las zonas más castigadas por el temporal y donde más de un centenar de personas tuvieron que ser desalojadas. María Dolores, que vive en una pequeña pedanía, cuenta cómo, tras ir a recoger a su hija al colegio, le fue imposible volver a su casa por la crecida del río. «Nos tuvimos que ir todos a casa de mi madre a dormir, que vive en el casco urbano». «Ahora, me da miedo volver a mi piso. No sé lo que me voy a encontrar», lamentó. Una situación igual de angustiosa vivió Antonio Castillo, un hombre de 70 años que no salió de su vivienda al ser alertado por el servicio municipal de teleasistencia. Pese a sus ruegos al ver cómo las casas bajas se inundaban ante la crecida del agua, los efectivos no llegaban. Finalmente pudo ser rescatado.
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Testigo directo: «Después de recoger a mi hija no pude llegar a mi casa »
María Dolores, vecina de Molina de Segura (Murcia)
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