Literatura
Tomás Navarro: «Vivimos a partir de retales de vidas de otros que damos por buenas»
En «Wabi Sabi» da las herramientas para «aprender a vivir» con imperfecciones y focalizarse en lo que sí se puede cambiar.
En «Wabi Sabi» da las herramientas para «aprender a vivir» con imperfecciones y focalizarse en lo que sí se puede cambiar.
Se inspira en la filosofía de la estética japonesa. Apuesta por la aceptación de que somos imperfectos y en «Wabi Sabi» (Zenith) invita a adoptar una actitud ajustada a la realidad para focalizarnos en lo que sí se puede cambiar.
–¿Qué es el «Wabi Sabi»?
–Es una tendencia estética japonesa que tiene su origen en la ceremonia del té. Está transformada en una actitud vital para poder dar respuesta a esta vida complicada que tenemos.
–¿Qué va del «Hakuna Matata» del Rey León al «Wabi Sabi» japonés?
–Bueno, hay varios continentes de por medio. (Risas). Pero no tienen nada que ver. «Hakuna Matata» al final es el: «Tranquilo, no pasa nada, ya pasará»; mientras que «Wabi Sabi» es: «Tranquilo, vamos a ver qué tenemos y qué es lo que hay que hacer». «Wabi Sabi» te invita a aceptar y a ver qué es lo que puedes hacer en todo ese contexto sabiendo que, a veces, no puedes hacer nada y tienes que hacer «Hakuna Matata».
–El wasabi japonés tiene propiedades curativas, ¿También cura el «Wabi Sabi»?
–Espero. Acaba de salir. Hay un «gap» muy importante entre la vida que creemos que tenemos que tener, la que podemos tener y la que tenemos. Entonces, esa vida que crees que puedes llevar no sabes si es real o no. Es ahí donde «Wabi Sabi» puede contribuir a ayudarte.
–La vida se olvida de preguntarnos qué es lo que queremos... ¿Se lo tenemos que decir o esperamos?
–Hombre, no. «Wabi Sabi» es una búsqueda activa, no una espera. Lo que pasa es que nos da miedo el silencio, nos da miedo preguntarnos cosas y las respuestas que nos pueden dar. «Wabi Sabi» es: cuáles son tus intereses, tus necesidades, tus objetivos y no los de tus padres. Y luego tienes que ir recalculando, porque dichos objetivos pueden cambiar y ser muy diferentes de aquí a un tiempo.
–Dice en su libro que «la vida nos da las cartas y uno juega con ellas». ¿Es de poner cara de póker o de «robar» baraja?
–(Risas) La cara de póker sería esperar; yo soy más de «robar» la baraja, de buscar nuevas cartas. Es la elección. En el libro digo que hay que agotar posibilidades al máximo.
–¿Eso significa vivir al límite?
–Alternar entre periodos de descanso y de activación. De hecho, en «Wabi Sabi» explico las máximas de que no hay que tener miedo al error. Pero no errores de «me subí en la moto un día que iba borracho», porque eso es una estupidez.
–¿Se puede aprender a caer?
–Sí, sí... De hecho, «Ukemi» es el arte de levantarse rápido. Un niño que empieza a andar, y se cae, y se rompe la nariz puede pensar: he sufrido con la caída, mejor que no ande. ¡Lo que le puede cambiar la vida! Para aprender a andar hay que caerse antes, también a nivel emocional o afectivo.
–¿La sociedad está preparada para lo imperfecto?
–No, y por eso tenemos las tasas de ansiedad y depresión que tenemos. Pero otra cosa es que la sociedad, como constructo social o aspiracional, nos esté juzgando. Pero un ser imperfecto como yo puede vivir perfectamente.
–¿Las redes sociales están hechas para maquillar vidas perfectas que no existen?
–Vivimos a partir de retales de vidas de otras personas que damos por buenas. Sacamos de contexto una cosa y le damos un valor absoluto. «Wabi Sabi» te propone que vivas una vida auténtica, que vivas tu vida. Cometer nuestros propios errores, no los de otras personas.
–¿Aprender a aceptar significa conformarse?
–Me encanta esta pregunta. Hay una diferencia muy importante: al principio cuando lees «Wabi Sabi: abraza la imperfección» parece que te están invitando a ser conformista. Pero no tiene nada que ver. Conformarse es cuando te aguantas con algo que no te gusta. Aceptar es otra cosa, es mucho más congnitivo, racional y maduro y dices: «No puedo cambiar eso, pero puedo cambiar». De ese modo vas a focalizar tu energía. Lo contrario de transformarse es disentir. El que se conforma no evoluciona nunca: el que acepta tiene una base sólida para construir.
–¿Qué papel juegan los miedos en todo esto?
–Si no tuviéramos miedos no estaríamos aquí. El miedo es importante para vivir, nos mantiene vivos. Pero cuando este miedo es desproporcionado, fantasmagórico o vinculado a otro origen, nos desborda. El miedo no lo tenemos que negar, sino gestionar.
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