África

Córdoba

Tres españoles completan la hazaña inédita de cruzar África en autogiro

Cerca de 13.000 kilómetros en un mes para cumplir su sueño de cruzar África de norte a sur en autogiro, un tipo de ultraligero de invención española cuya fiabilidad y sentido práctico reivindican, con hechos, los tres pilotos que completaron este martes esta proeza única.

La aventura comenzó en Fuente Obejuna (Córdoba) -donde está la sede de la empresa de autogiros española Ela, que les ofreció apoyo técnico-, y finalizó esta semana en Johannesburgo después de varias etapas de vuelo, la más larga de unos 650 kilómetros.

"Hemos solucionado situaciones muy complicadas", cuenta a EFE en Johannesburgo Nacho Yuste, uno de los pilotos, quien destaca las dificultades que encontraron para repostar en muchas de las paradas realizadas en su recorrido por la costa occidental del continente.

"Debíamos salir de un aeropuerto, buscar garrafas, comprar gasolina, entrar a un aeropuerto internacional cargados de gasolina...", señala Yuste, quien explica que tardaban horas en llenar el depósito de sus ultraligeros y apunta que los autogiros funcionan con gasolina de automoción.

Las condiciones climáticas fueron otro de los desafíos a los que se enfrentaron Nacho y los otros dos pilotos, los también españoles Pablo Benthem y Francisco Giménez, en este viaje lleno de riesgo y peligros.

"Superamos los monzones en el golfo de Guinea, lo que para los autogiros tiene mucha dificultad porque, al contrario que los aviones, volamos por debajo de las tormentas", dice Benthem, que habla de los cambios drásticos de temperatura que han vivido, desde el calor del sur y los climas tropicales al frío del invierno austral.

Giménez considera que el autogiro "es una máquina maravillosa para cualquier tipo de vuelo y circunstancia; hemos demostrado que el autogiro es muy seguro, muy práctico y muy versátil".

El viaje fue concebido hace cinco años, según Giménez, quien recuerda que el autogiro fue diseñado por Juan de la Cierva "para que fuera la más segura de las aeronaves.

Se trata de un aparato que se elevó por primera vez en 1921 en un aeródromo de Getafe (Madrid).

Los tres aventureros relatan emocionados la ayuda de los africanos para resolver todo tipo de imprevistos, y el entusiasmo con que eran recibidos en los pueblos o caminos donde aterrizaban cuando no lo hacían en aeródromos.

Pero, sobre todo, recuerdan la reacción de otros pilotos o personal de aviación, que quedaban sorprendidos e impresionados por su gesta.

"Saben que existe (el autogiro), pero no que va tan rápido y que puede hacer tantos kilómetros", cuenta Giménez sobre su experiencia. Una de las partes más difíciles fue la obtención de permisos para entrar en el espacio aéreo de los países que atravesaron y aterrizar en su territorio.

La expedición entró y aterrizó en el norte de Camerún cuando aún no había obtenido todos los permisos necesarios, con consecuencias inesperadas pudieron poner en peligro el proyecto.

La llegada por aire de tres extraños aparatos a un aeródromo abandonado de la zona -fronteriza con Nigeria y en la que el Ejército camerunés libra una guerra cruenta contra los terroristas islámicos nigerianos de Boko Haram- provocó un enorme revuelo en la región.

Tras ser recibidos por niños curiosos de una escuela cercana, las fuerzas de seguridad camerunesas los retuvieron e interrogaron al confundirlos con milicianos de Boko Haram.

"Unas extrañas aeronaves provocan el pánico", tituló sobre la aparición un periódico local, que informaba de que los tres españoles eran investigados bajo estrictas medidas de seguridad por sospechas de su pertenencia al grupo fundamentalista.

Al descartarse que fueran terroristas, los problemas empezaron por haber aterrizado sin permiso en el país.

Después de una odisea que les llevó a Yaundé y Duala -en la que contaron con el apoyo de la legación española en Camerún-, fue la fascinación de los mandos militares por los autogiros lo que les acabó dando la libertad.

"Me pidieron que les mostrara los autogiros y empezaron a interesarse. Después de preguntarnos todo tipo de detalles y dónde los podían comprar, nos dijeron que nos podíamos ir", dice Benthem, quien cree que vieron en los autogiros una opción inmejorable para la vigilancia aérea sobre las tupidas selvas de la zona.

Después de completar su reto y convencer a muchos de las bondades del autogiro, los pilotos -que sufragaron de su bolsillo el proyecto- preparan con el cineasta Carlos Lidón materiales audiovisuales que mostrarán al mundo su hazaña, con imágenes tomadas por los propios protagonistas y con una cámara adosada a sus aeronaves.

El objetivo es proseguir, a través del cine documental, en televisión o internet -donde ya tienen una página en Facebook-, su labor de promoción del autogiro, además de atraer patrocinadores para futuras aventuras.