Muerte del Papa Francisco

Turistas y peregrinos se unen en una Roma de luto

La ciudad acogerá a autoridades de todo el mundo y fieles en medio de fuertes medidas de seguridad

Roma se prepara para despedir al Papa Francisco entre fuertes medidas de seguridad y un plan de emergencia que pondrá a prueba la capacidad de organización de la capital italiana. El comité de seguridad del ayuntamiento de la ciudad se reunió este martes para establecer algunas primeras medidas de prevención y orden público en vista del funeral del Pontífice, en el que está prevista la asistencia de jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, entre ellos, Sus Majestades los Reyes de España, Don Felipe VI y Doña Letizia.

«Los servicios fueron reforzados inmediatamente», confirmó el prefecto Lambergo Giannini, tras presidir la reunión del Comité Provincial de Orden Público y Seguridad en la que participaron los jefes de la policía de la capital, representantes de la gendarmería vaticana y el alcalde Roberto Gualtieri. El objetivo es que hasta que sea elegido el nuevo Papa todo pueda desarrollarse con «seguridad y con el respeto debido al Pontífice», especialmente en lo que se refiere a las exequias que se celebrarán el próximo sábado, subrayó Giannini.

Las primeras medidas se podían apreciar ayer en el Vaticano, donde cientos de personas se dirigieron nada más conocer la noticia del fallecimiento del Pontífice el día anterior, y que este martes congregó en la Plaza de San Pedro a muchos fieles para rezar el Rosario.

La muerte del Pontífice argentino sorprendió a una ciudad que vive ya desde hace meses invadida por los peregrinos para participar en el Jubileo de la Esperanza convocado por Francisco este 2025. Entre estos últimos están quienes habían viajado expresamente a Roma para asistir el próximo domingo a la esperada canonización de Carlo Acutis, el «Santo Millenial», que el Vaticano ha suspendido de forma indefinida hasta la elección del nuevo Papa.

Sin embargo, la precaria salud del Papa Francisco, que permaneció 38 días ingresado en el hospital Gemelli de Roma, y su ausencia de las principales celebraciones litúrgicas en la que sería su última Pascua, también convencieron a muchos a retrasar su viaje a la capital. Hasta que el Vaticano anunció este lunes el fallecimiento del Pontífice a causa de un ictus.

La atmósfera en los alrededores de la plaza de San Pedro, sin embargo, no parece respetar el luto por el Papa. Turistas y peregrinos se entremezclan con romanos incrédulos por la repentina muerte de Francisco, que nadie se esperaba después de su reaparición el Domingo de Resurrección en la plaza de San Pedro para impartir la bendición «Urbi et Orbi», a pesar de sus precarias condiciones de salud. Los corresponsales y enviados especiales, sobre todo de televisiones internacionales, que se han colocado a lo largo de la Vía de la Conciliación y ante las columnas de la plaza para informar al minuto sobre las últimas novedades del adiós a Francisco, también despiertan la curiosidad de los turistas.

Desde ayer es prácticamente imposible reservar mesa o sentarse en uno de los cafés y pequeños restaurantes que proliferan en Borgo Pio. Los precios de hoteles, albergues y casas de vacaciones se han disparado en cuestión de horas, así como los billetes de avión y tren para viajar a Roma en los próximos días. Los guías turísticos y puestos de información no dan a basto, mientras en las zonas cercanas al Vaticano, como la plaza del Risorgimento o el barrio de Prati, se mezclan los turistas con los peregrinos.

Otro punto clave es la basílica de Santa María la Mayor, en el barrio romano del Esquilino, fuera del Vaticano, donde el Pontífice recibirá sepultura y que en las últimas horas está recibiendo más visitas de turistas de los habituales empujados por la curiosidad de conocer el lugar que Francisco eligió para su descanso eterno.

Es la doble cara de una ciudad que vivirá de nuevo uno de los momentos más intensos de su historia: la despedida de un Papa y la elección de su sucesor. El último, en marzo de 2013, se produjo en medio de la consternación por la renuncia deBenedicto XVI, sin precedentes en la era moderna. El próximo Cónclave, sin embargo, llega tras la muerte a los 88 años del Sumo Pontífice, pero parece haber despertado una curiosidad especial, como confirman los más experimentados «vaticanistas», periodistas especializados en información de la Santa Sede.

Mientras, el Gobierno de Italia declaró cinco días de luto oficial, hasta el sábado, por la muerte del Pontífice, según anunció tras un Consejo de Ministros extraordinario. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, así como el resto del Ejecutivo suspendió su agenda oficial toda la semana.