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Sueño

Para dormir bien no es suficiente con tener la habitación a la temperatura ideal, es algo mucho más complejo

El calor y el frío son dos grandes enemigos del buen sueño, pero no solo importa la temperatura general de la habitación, sino también otros detalles clave que hasta ahora se han pasado por alto

Uno de los factores que influyen es la postura al dormir Pixabay

Dormir bien no es solo cuestión de tener un buen colchón o la habitación a 20 grados. Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Waseda (Japón) revela que la postura al dormir, el tipo de manta y hasta la elección del pijama influyen en cómo se reparte el calor alrededor del cuerpo, alterando nuestra comodidad térmica y la calidad del descanso.

Los investigadores midieron qué ocurre en la llamada “microatmósfera térmica” del sueño: el entorno de aire cálido que se genera entre el cuerpo, la ropa y las sábanas. Mediante una serie de pruebas con un maniquí térmico de última generación, observaron cómo diferentes combinaciones de factores provocan diferencias térmicas significativas, incluso si el aislamiento total parece el mismo.

Una manta no aisla igual según tu postura

Para llegar a estas conclusiones, los científicos situaron un maniquí en una cámara climática controlada, recreando 84 situaciones distintas. Cambiaron posturas (de lado y boca arriba), tipos de manta (nórdico frente a manta tradicional), con o sin pijama, y a temperaturas de 18.6 °C, 22.6 °C y 26.4 °C. También se analizó cuánta parte del cuerpo quedaba cubierta, con valores que iban desde un 23 % hasta un 94 %.

"Comprendiendo los efectos de la ropa de cama en las condiciones térmicas durante el sueño"Akimoto et al. (2025) / Waseda UniversityAkimoto et al. (2025) / Waseda University

Con cada combinación midieron la resistencia térmica total en unidades “clo” que indican cuánto aísla un conjunto de ropa o cama. Los resultados fueron muy variados: entre 1.06 clo (bajo aislamiento) y 5.71 clo (muy alta protección térmica). Sin embargo, lo más llamativo fue que, aunque dos situaciones ofrezcan la misma resistencia global, la distribución local del calor sobre el cuerpo resulta totalmente distinta.

Por ejemplo, dormir de lado hace que partes, como el hombro o la cadera, queden en contacto directo con el colchón, lo que aumenta la pérdida de calor en ellas. En cambio, si duermes boca arriba, el calor se reparte de forma más homogénea. Esto sugiere que el confort térmico no puede evaluarse solo midiendo el calor global: también importa qué parte del cuerpo se calienta o enfría más.

Simular el sudor para entender el confort real

El estudio no se quedó en medir temperaturas. También utilizaron el modelo computacional JOS‑3, que simula cómo responde un cuerpo humano ante diferentes condiciones térmicas, incluyendo la sudoración. Descubrieron que, incluso si el aislamiento total es adecuado, ciertas zonas pueden sobrecalentarse y provocar sudoraciones nocturnas, lo que interrumpe el sueño.

Es decir, quizás una manta mantiene bien el calor, pero si la distribución térmica no es equilibrada, podrías sudar por la espalda o sentir frío en los pies. Por tanto, el confort térmico es un fenómeno mucho más dinámico y localizado de lo que se pensaba.

Nuevos estandartes para un sueño más cómodo

Este trabajo desafía la manera en que hasta ahora se medía el aislamiento térmico de sistemas de descanso. Tradicionalmente, se empleaban medidas globales (como el valor clo) para valorar mantas, colchones y pijamas, pero el estudio revela que dichas cifras no cuentan toda la historia.

Los investigadores proponen que se desarrollen nuevos estándares segmentados que valoren la temperatura en distintas partes del cuerpo y cómo varía según la postura o el tipo de textil. Esto podría cambiar radicalmente cómo se diseñan los productos para dormir. Por ejemplo, podríamos tener desde sábanas con zonas de aislamiento variable hasta colchones que compensen las pérdidas de calor por contacto.

Aplicaciones reales del estudio

El impacto práctico de este descubrimiento es enorme. Fabricantes de colchones, edredones o pijamas podrían utilizar estos datos para ofrecer mejores soluciones. Dormir bien resulta fundamental para la salud, y entender cómo se comporta el cuerpo térmicamente durante la noche ayudará a mejorar el sueño.

Además, al incluir simulaciones de sudoración y pérdida de calor por contacto, el estudio aporta una base científica para mejorar las condiciones de sueño en hospitales, residencias o misiones espaciales, donde mantener la temperatura corporal adecuada es crítico para la propia seguridad del individuo.