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Inteligencia Artificial

La IA de Google resuelve en días un misterio biológico que tenía a los humanos atascados durante una década

A pesar de los avances, los expertos aseguran que este tipo de métodos todavía tienen limitaciones

Representacion de un cerebro humano Unsplash

Cuando el volumen de investigación científica es tan inmenso que un solo experto tardaría décadas en conectar todas las ideas, la inteligencia artificial se presenta como la única solución viable. Google ha desarrollado un sistema que no solo actúa como asistente, sino como un auténtico socio en la investigación, capaz de hacer descubrimientos que a los humanos nos habrían llevado años de trabajo.

Google ha presentado su sistema AI co-scientist, una herramienta de múltiples agentes construida sobre el modelo Gemini 2.0. Está diseñado para imitar el método científico y generar hipótesis novedosas y verificables. Dos estudios recientes demuestran su increíble potencial, especialmente al enfrentarse a problemas biológicos complejos:

El misterio de la bacteria que se propaga

Un equipo de científicos había pasado más de una década intentando descifrar cómo un elemento genético en bacterias (cf-PICIs) se propagaba a través de diferentes especies, a pesar de que los virus que lo transmiten (fagos) suelen ser muy específicos.

Los investigadores de Google plantearon la misma pregunta a la AI co-scientist, dándole solo la información pública disponible antes de su descubrimiento. La IA generó cinco hipótesis, y la principal propuso un mecanismo de "piratería de cola" (capsid-tail interactions). Esta hipótesis casi calcó el mecanismo real que al equipo humano le había costado años descubrir.

En otro estudio, investigadores le pidieron a la IA que generara hipótesis para tratar la fibrosis hepática (cicatrización excesiva del hígado). La IA escaneó la literatura y propuso tres clases de reguladores epigenómicos como posibles objetivos.

Al probar las sugerencias de la IA en organoides hepáticos humanos (mini-órganos de laboratorio), los investigadores encontraron que dos de las clases de fármacos propuestas (inhibidores HDAC y BRD4) mostraron fuertes efectos antifibróticos.

  • El asombro del experto: el profesor Gary Peltz de Stanford, que participó en la investigación, quedó sorprendido. Al buscar uno de los compuestos propuestos por la IA (Vorinostat), encontró más de 180.000 artículos sobre fibrosis hepática, pero solo dos estudios que probaban directamente ese compuesto.

  • Mejor que el humano: para evaluar la IA, Peltz seleccionó dos objetivos de fármacos bien respaldados por la literatura. Sin embargo, al probarlos en el mismo sistema de organoides, no redujeron la fibrosis. Esto demuestra que la IA pudo encontrar tratamientos efectivos que la revisión humana masiva había pasado por alto.

El mensaje es claro: si bien la experiencia humana sigue siendo esencial para validar y diseñar experimentos, la IA es una herramienta que puede "sobrecargar la intuición humana" y** acelerar drásticamente el ritmo de los descubrimientos biomédicos**. El futuro de la ciencia será, sin duda, una colaboración entre el ser humano y la máquina.