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¿Cómo funcionan los algoritmos que denuncia Haugen, el azote de Facebook?

La científica que quiere llevar a Facebook al Congreso señala cuan peligrosa es esta red social. ¿En qué se basa?

Michael Brochstein/ZUMA Press Wire/dpa
Michael Brochstein/ZUMA Press Wire/dpaDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

En septiembre pasado el Wall Street Journal publicó una serie de reportajes titulado Los archivos de Facebook. Entre las perlas que se podían leer en la serie figuraba una cita textual de Frances Haugen: “Facebook daña a nuestros hijos, promueve la división y debilita la democracia. Es peligrosa”. La pregunta lógica es, ¿quién es Frances Haugen? Y la siguiente es obvia: ¿es cierto lo que dice?

Vamos por pasos. Haugen se graduó en 2006 como ingeniera eléctrica y computacional y continuó su especialización en Harvard. Al terminar sus estudios obtuvo un puesto en Google (empresa que pagó parte de esos estudios). Allí fue co-autora de una patente vinculada a un método para mejorar los resultados de búsquedas, básicamente un algoritmo (ya entraremos en ese aspecto). Cuatro años después fue contratada por Yelp (debía mejorar la búsqueda de imágenes de la página) y más tarde por Pinterest.

En 2018, comienza su etapa en Facebook donde ocupó el puesto de directora de producto del área de Desinformación Cívica. Su interés, según manifestó al Wall Street Journal, era tratar con las noticias falsas y la desinformación. Y así llegó hasta 2021 cuando renunció a su cargo, contactó con un abogado y con papeles en la mano (informes internos, mensajes, estadísticas, algoritmos…) se presentó ante el Senado de los Estados Unidos el 5 de octubre. Y también le dio esa información al Wall Street Journal.

Debido a su puesto y a su área de conocimiento, Haugen es una testigo muy interesante a la hora de juzgar las actividades de Facebook. ¿Por qué? Porque trabaja con algoritmos. Los algoritmos son, en términos muy básicos, recetas de cocina, instrucciones para pasar de una taza de harina a un pastel. Los algoritmos son el motivo de que algunos buscadores en internet sean más eficientes que otros, que Netflix sepa nuestros gustos en series y Spotify nos recomiende música o las redes sociales nos sugieran amigos.

Y aquí es cuando comienza la cruzada de Haugen. Las redes sociales, todas, usan los algoritmos para recomendar contactos pero también para clasificar y recomendar contenido. Analizan qué contenido tiene más interacción (likes, comentarios o reproducciones) y lo pone por delante de otros. Algo similar a lo que hace Google con los resultados de una búsqueda al posicionar ciertos resultados más arriba y otros en la página 4.

La diferencia es que Google no se basa solo en la popularidad, también analiza la fiabilidad, la fuente de los enlaces, el contenido… Sin embargo, de acuerdo con Haugen, Facebook usa algoritmos basados en lo que se conoce como la sabiduría popular. Este concepto asume que las acciones, opiniones y preferencias de los demás nos llevará a decisiones acertadas y se basa sencillamente en la evolución. De ahí que nos resulte tan fiable. Básicamente la sabiduría popular es lo que hace que si vemos que alguien nos rebasa corriendo, nos sentimos impulsados a correr. La creencia de que el grupo actúa de forma racional nos inclina pensar que es poco probable que muchos se equivoquen.

Así, la sabiduría popular usada en Facebook sirve para recomendar lo que es popular ya que ello ayudará a que el contenido se multiplique. El problema es que el sesgo de popularidad reduce la calidad general del contenido. De hecho Facebook, afirma Haugen, aprovecha este sesgo para exponer a la mayor cantidad de gente a una idea para contar con más probabilidades de que la adopten. Y eso es lo que le interesa a la red social: masificar el contenido sin importar las consecuencias. Haugen afirma que Facebook es, entre otras cosas, directamente responsable de la invasión al Capitolio. Y que el futuro, si sigue así el camino de la red de Mark Zuckerberg, tendrá consecuencias similares. O peores.