22 de abril, Día de la Tierra
El lado más humano de las ballenas
Disney + estrena esta serie documental de cuatro capítulos producida por James Cameron con la visión única del fotógrafo Brian Skerry
Ponerse nombres, hablar entre sí, hacer concursos de canto, comer especialidades de distintas partes del mundo y tener una cultura propia. Todo esto que parecen características exclusivas de los humanos ahora sabemos que también son patrimonio de las ballenas. El documental «El secreto de las ballenas», que estrena Disney + el próximo día 22 de abril, Día de la Tierra, está producido por el cineasta, explorador de National Geographic y conservacionista James Cameron, y narrado en su versión original por la actriz Sigourney Weaver. LA RAZÓN ha tenido la oportunidad de entrevistar al fotógrafo Brian Skerry responsable de inmortalizar varios hitos en la investigación para conocer la extraordinaria capacidad de comunicación y las intrincadas estructuras sociales de cinco especies de ballenas diferentes.
Llorar por sus muertos
La belleza de las imágenes de los cuatro episodios de «El secreto de las ballenas», agrupada en cinco especies, las orcas, las ballenas jorobadas, las belugas, los narvales y los cachalotes, no nos distrae de lo que se puede aprender de estos gigantescos mamíferos. «Lo más importante que aprendí al filmar el documental es lo mucho que se parecen a nosotros estas ballenas. Ya sabes, viven en una parte extraña de nuestro planeta, un lugar al que sólo podemos ir con un equipo de soporte vital. Pero aún así, estos son mamíferos que tienen familias y emociones profundas, vidas y cultura». Y esas similitudes nos sorprenden porque se basan en «tradiciones ancestrales que pasan de una generación a otra: lloran por sus muertos, tienen vacaciones de verano, celebran, juegan, hacen concursos de canto. Les gusta la comida especial dependiendo del lugar del mundo en el que vivan dentro de una especie genéticamente idéntica. Así que, al igual que los humanos, realmente tienen cultura». Así que más allá de que admiremos que se trata de unos animales bellísimos, Skerry cree que este nuevo conocimiento resultará en «una nueva visión no sólo del océano, sino de nuestro planeta, que se nos demos cuenta de que no estamos solos, de que hay otras criaturas que sienten, muy inteligentes, con emociones, con personalidad...». El mar se transforma entonces en algo más complejo, y «no es sólo un lugar para nuestro placer, sino que es un lugar donde estas familias existen y tienen luchas, conflictos y emociones».
¿Es demasiado tarde entonces para cambiar algunas cosas de la relación del ser humano con animales como las ballenas? El fotógrafo cree que «todavía tenemos esta ventana de oportunidad donde tal vez por primera vez en la historia, los seres humanos entienden los problemas y entendemos las soluciones». A través de unas imágenes de gran belleza veremos la relación de estos grandes mamíferos con su entorno natural, «embajadoras perfectas», que esta vez han contado con la ayuda de los últimos avances científicos y técnicos para poder disfrutarlas bajo el mar. «Teníamos un estabilizador por gas Gimbal en el barco con una lente de mil milímetros, para poder conseguir estos retratos íntimos de las ballenas en la superficie bajo el agua», explica. Para conseguir este increíble material, Skerry y su equipo rodó durante tres años en 24 localizaciones por todo el mundo generando terabytes de metraje.
El resultado es histórico puesto que gracias a Brian Skerry es la primera vez que las pruebas sugieren que las belugas se ponen nombres y eso les permite mantenerse en contacto entre ellas; la primera ocasión en que los científicos ven cómo una madre amamanta a su cría de cachalote y veremos cómo 30.000 ballenas jorobadas recorren la costa de Australia rumbo a la Antártida y utilizan el movimiento de sus colas para hablar entre sí en exclusiva. En esa línea, Skerry asegura estar ya trabajando en otra idea: «Actualmente estoy en un nuevo proyecto cerca de mi casa en Estados Unidos, en el Golfo de Maine, una historia sobre el cambio climático en el océano».
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