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“The Nevers”: ¿La redención de Joss Whedon?

El creador de la cazavampiros Buffy es el culpable de la serie de superheroínas de la época victoriana

The Nevers
The NeversHBO.

Sentarse a ver la nueva serie de televisión (esperemos que no la última) de Joss Whedon, es un ejercicio parecido a escuchar los grandes éxitos de cualquier banda de música, y en vez de llamarse «The Nevers», podría haber sido «Superhéroes Greatest Hits». El afamado creador y director de éxitos como «Buffy Cazavampiros», «Firefly», «La liga de la Justicia» o dos de las cintas de «Los Vengadores», da rienda suelta a todos sus estereotipos cerebrales en esta serie de ciencia ficción que ha estrenado la cadena idónea, HBO, y que consta de una temporada en dos partes de seis capítulos cada una. Hablamos de Whedon ahora, puesto que en noviembre del año pasado alegó sobrecarga de trabajo para retirarse del proyecto que crea, produce y dirige, cuando otros ven un paso a un lado para no perjudicar al producto, acusado recientemente de vejar, psicológica y físicamente a algunos de sus actores, como han declarado Charisma Carpenter y James Masters («Buffy Cazavampiros») y Ray Fisher (Cyborg en «La liga de la Justicia). Incluso su propia mujer criticó que retratara mujeres poderosas de una manera tan «hipócrita», tras asegurar que había tenido varias aventuras con las actrices de sus ficciones. De momento parece que desde esta nueva serie ningún actor se ha visto agraviado y podría servir para limpiar el nombre de Whedon.

Peleas y desnudos

Sea como fuere, y aunque «The Nevers» ha intentado apartarse de su creador, las huellas de Whedon están por todas partes. La serie cuenta la historia de unas mujeres en el final de la era victoriana, en el Londres de 1899, que son «bendecidas» cuando un artefacto, a todas luces extraterrestre, les regala o las condena con dones sobrenaturales. Esos mismos poderes, como tener premoniciones, ver la energía, lanzar fuego, o convertir objetos en cristal, hacen de las protagonistas, en su mayoría mujeres y llamadas «tocadas», unas privilegiadas, pero también unas repudiadas por una sociedad estricta. La cabeza visible del Orfanato Romaulda que las acoge, Amalia True (Laura Donnelly), es una mujer que prefiere pelear ya sea con ácidos comentarios desafiantes o a patada limpia, y su inseparable compañera, Penance Adair (Ann Skelly) intentarán luchar contra las múltiples fuerzas que intentan acabar o aprovecharse de la especial naturaleza de estas mujeres.

Aparte de este «empoderamiento» femenino, tan usado por Whedon en todas sus obras, cabe destacar el exceso de personajes y subtramas que pueden llegar a parecer en cada capítulo y en una hora, que a muchos críticos les parece inflada. La virtud de sus tópicos también puede suponer el cansancio de los espectadores, ya que seguir tantas personalidades desvía la atención de una trama que además se subdivide. Parte de la culpa la tiene el desorbitado presupuesto y libertad creativa de la que se ha dotado al director. Buena prueba de ello son los escenarios londinenses (un personaje más), los artilugios, el vestuario y algunas escenas memorables como la pelea bajo el agua del tercer episodio. También hay recursos gratuitos muy usados por Whedon, como los desnudo que no aportan nada.

Aún así, los que quieran disfrutar de la serie tras haber leído esto, podrán ver actuaciones como las del inspector de policía Frank Mundi, interpretado por Ben Chaplin, y una sorprendente Olivia Williams como la benefactora Lavinia Bidlow, diálogos salpicados de sarcasmo, algo de humor, escenas de acción muy elaboradas y ese aire «noir» que invade todo lo que Whedon toca. Queda ver como resuelve la nueva showrunner , Philippa Goslett, la papeleta de ordenar eso que nació de la cabeza de Joss Whedon y que se puede disfrutar, pero sin olvidar quien lo tocó primero.