Trastorno bipolar
Lo que evitó que Javi Martín se tirara desde un séptimo piso: “la cara de terror de mi marido. Tenía el demonio dentro”
El que fuera compañero de Gran Wyoming en “Caiga quien caiga” relata en “El intermedio” cómo ha sido su experiencia con un problema de salud mental del que ya está restablecido
La salud mental es la gran olvidada de nuestra sociedad y también uno de los problemas más presente. Lo dicen los datos, por mucho que se les quiera dar la espalda. Más todavía desde que la covid-19 inundó nuestras vidas. De ello se habló sin tapujos en la entrevista que hizo Andrea Ropero en “El intermedio” de laSexta a Javi Martín, quien fuera compañero en el programa “Caiga quien caiga” del Gran Wyoming hace una década.
A Javi Martín le diagnosticaron trastorno bipolar, pero cómo comenzó todo. “Hace 10 años. Yo llevaba una vida completamente feliz, normal, con mi trabajo, mi familia, mis amigos... Todo bien. Y de repente empecé a ver las cosas de una manera completamente distorsionada, era como estar en otro mundo paralelo, pero lo que pasa es que yo estaba metido dentro de la enfermedad, el trastorno bipolar, y yo no me enteré hasta pasado un tiempo”, relató Javi Martín. “Me costó saber qué era lo que tenía porque cuando estaba en la parte maníaca no me enteraba y cuando estaba en la parte depresiva me daba igual el trastorno que tuviera. Yo sufría”, contó sin tapujos a Ropero.
Andrea quiso saber si este trastorno surgió de pronto. ¿De repente? “Sí, estaba yo un 24 de diciembre en mi casa, en una fiesta, y mi cabeza explotó. Yo pensaba que me estaba muriendo, que me moría, y abrí los ojos y me pasó de todo. Sentía la telepatía, sentía realidades paralelas... Y cuando yo estaba en la parte maníaca yo lo disfrutaba mucho, porque tenía muchísima energía, no dormía, hacía muchas locuras por las noches”, apuntó en un impactante relato que da cuenta de la dureza de este trastorno.
La dificultad de asumir
“El día que me lo dijeron yo estaba en estado maníaco, así que me dio exactamente igual. No fue hasta tiempo después cuando ya vi que pasaba de la manía a la depresión, que ya vi que tenía el trastorno bipolar y que tenía que cuidarme. Me costó muchísimo entender que tenía que tomarme las pastillas, me negaba a tomar las pastillas, o mentía y decía que me las había tomado. O luego, cuando estaba en la depresión, me costó mucho tomar ansiolíticos, hasta que descubrí que los ansiolíticos me quitaban esa sensación de angustia y ansiedad”, dijo.
La familia ante la enfermedad
La periodista preguntó al actor cómo vivía su familia esta enfermedad. “Ellos lo pasaron muy mal. Mi marido siempre me dice ‘yo prefiero tu parte depresiva que tu parte maníaca’. En la manía yo estaba descontrolado y en la depresión yo tenía una sensación de vulnerabilidad, necesitaba a mi entorno y estaba más controlado, pero el que realmente sufre ahí soy yo”, ha relatado Javi Martín. “En la depresión yo he sufrido el peor momento de mi vida, hasta llegar al punto de no poder soportar ese sufrimiento y querer quitarme la vida”, contó.
Hablaron a las claras de ese tema tabú que es el suicidio: “Yo pensé en suicidarme durante mucho tiempo y el problema es que yo vivo en una casa con una terraza en la séptima planta. Entonces, es que siempre lo digo, tenía el demonio en casa. Desde que me levantaba hasta que me acostaba, mi cabeza me decía ‘tírate, tírate, tírate, tírate, tírate’ y llegó a un momento muy crítico porque el dolor es tan profundo, es un sufrimiento tan grande, y sobre todo, lo más importante, te crees que vas a estar ahí toda tu vida, que no vas a poder salir nunca jamás, y dices ‘me quito la vida, no me queda otra’. Y llegué a un límite muy peligroso”, manifestó Javi Martín.
“En el último instante me imaginé todo. Me imaginé que me tiraba, que algún vecino llamaría a la ambulancia y a la policía, que llamarían a mi marido y le diría ‘oye, Javi se ha quitado la vida’. Y lo que me frenó fue que me imaginé la cara de terror de mi marido y dije ‘no puedo hacer esto’”, contó Javi Martín. “Y me puse en manos de una psicóloga buenísima, que sigue siendo mi psicóloga a día de hoy, aunque ya solo la veo una vez cada seis meses, y ella me dio los tips para entender qué era lo que me pasaba y para tener las herramientas para salir de ahí, pero es algo que lleva su tiempo”.
Falta de recursos
“Primero estuve en la Jiménez Díaz ingresado y tengo que decir que los profesionales son maravillosos. Y luego fui al Clínico , que era un lugar más amplio y estábamos menos gente, pero realmente hacen falta recursos, hacen falta camas. Y lo peor va un poco por ahí, las listas de espera”, contó sobre su experiencia. “Yo por ejemplo una de las veces que salí del psiquiátrico quería quitarme la vida y me dieron cita para tres meses después. Y hay una cosa que no entiendo, que una vez me rompí las costillas y me atendieron en dos o tres horas, pero cuando te quieres quitar la vida te pueden atender en tres o en incluso seis meses. Se necesitan más recursos”, criticó.
Esta tremenda historia tiene final feliz y esperanzador en la actualidad, cuando afirma sentirse, “feliz, estable, no tengo depresiones desde hace ya muchos años, tengo unos momentos de subida controlados, mi entorno ya sabe lo que tiene que hacer y lo pillamos siempre a tiempo. Y sufrí mucho durante esos años, pero he sacado muchísimo aprendizaje de todo aquello, porque he aprendido muchas cosas y, sobre todo, a valorar la vida y a vivir la vida de una manera distinta”, concluyó.
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