
Estreno
El cazador supremo se vuelve universal
Disney+ estrena la cinta de animación "Predator: asesino de asesinos", la sexta película y octava entrega oficial de la saga

«Surca las estrellas en busca de las presas más poderosas. Serán tus trofeos. Conviértete en el asesino de asesinos». Así reza un pasaje del Códice Yautja, las criaturas guerreras que conocemos como Predators, y que ha dado luz a una de las sagas más rentables del cine y la televisión. Si en 1987, y de la mano de John Mc Tiernan, conocíamos al asesino más despiadado de la galaxia en su enfrentamiento en la selva de Centroamérica con el Mayor Alan «Dutch» Schaefer (Arnold Schwarzenegger), ahora vuelve a la Tierra en «Predator:Asesino de asesinos», la película animada de acción de 20th Century Studios que acaba de llegar a Disney+.
Con este nuevo proyecto, la sexta película y la octava entrega oficial de la franquicia Predator, la historia del asesino más letal de la galaxia se convierte en una cinta antológica que no se centra en una sola época histórica y que obedece al deseo natural de los depredadores de buscar entre los guerreros más salvajes de la historia de la humanidad: una vikinga, un ninja del Japón feudal y un piloto de la Segunda Guerra Mundial. Las historias tienen un principio y un final con su propia trama, enmarcadas en tres subcapítulos con su propio título, tomado de las armas utilizadas: «El escudo», «La espada» y «La bala». Pero también hay una historia que las atraviesa todas para darnos un final épico. La narración comienza con la «Reina del Mar» vikinga, Ursa, hija de Einar. Cuando era muy pequeña vio cómo un jefe rival asesinaba a su padre, ayudada por sus jóvenes manos, y la venganza se transformará en el motor de su vida. Al más puro estilo «Conan», el hijo de la guerrera, Anders, está preparado para librar sus propias batallas y participa con su clan en ataques salvajes y sin piedad. La ambientación nórdica y la relación madre-hijo aportan un enfoque emocional y épico a la cacería. En esta historia es la primera vez que podemos comprobar la libertad con la que cuenta la cinta al haberse sometido al paso a la animación. Lleva la violencia gráfica, la ambientación y la creatividad visual a un nuevo nivel. La animación, a cargo de The Third Floor, destaca por su dinamismo, uso de colores intensos y escenas de acción coreografiadas con gran detalle. El formato animado también da libertad para plasmar la brutalidad y el gore característicos de la saga sin las restricciones del live-action. Escenas como la batalla final entre un mar congelado de barcos hundidos a modo de cementerio es una gozada, e incluso cada historia trae algo de moralina, como lo inútil de la venganza.
En la segunda historia acompañamos a dos hermanos en el Japón feudal (1609), criados por el mismo padre/maestro estricto, pero a los que la rivalidad por ser el mejor separa durante 20 años. A la muerte del progenitor, lo que parecía un simple ajuste de cuentas, se vuelve una lucha por la supervivencia. Aquí aparecen temas como la traición, el honor y los lazos familiares en un contexto de violencia estilizada y códigos de guerrero. Y con el mérito de no tener ni una sola palabra hasta los segundos finales. Aquí la película añade un plus, y es que vemos que al igual que cada Predator es distinto en su apariencia física, también sus armas se «adaptan» ligeramente a la época y se transforman en una lanza con runas vikingas contra Ursa, y en espada de doble filo para luchar contra las katanas.
La tercera historia narra la vida de un joven que sueña con ser piloto aliado durante la Segunda Guerra Mundial. Pronto se da cuenta que una amenaza alienígena aparece en pleno conflicto bélico, atacando a los aviones con un curioso artilugio. Finalmente veremos que la historia es mucho mayor y que estos tres guerreros aún tienen que enfrentarse al desafío más grande e intentar convertirse en el asesino de asesinos dando muerte al jefe de los depredadores. La cinta lleva a otro nivel la saga Predator. Y es de agradecer, al igual que la capacidad de la película para, por fin, universalizar el mito del cazador supremo buscando rivales a su medida.
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