Polémica

Eurovisión tajante con las últimas polémicas internacionales: “no es escenario para resolver los problemas del mundo”

Bakel Walden, presidente del Grupo de Referencia de Eurovisión, hizo un repaso de lo ocurrido en la última edición del certamen, anunciando medidas para el futuro

Exteriores del Malmï Arena de Suecia decorados por el Festival de Eurovisión
Exteriores del Malmï Arena de Suecia decorados por el Festival de EurovisiónRTVE

La reciente edición de Eurovisión ha dejado una profunda huella debido a la controvertida participación de Israel. Bakel Walden, presidente del Grupo de Referencia de Eurovisión, ha abordado la situación en una entrevista con el periódico suizo 20 Minuten, afirmando que el festival “no es el escenario en el que resolver todos los problemas del mundo”.

Una polarización latente

Walden compartió su visión sobre las tensiones generadas por la presencia israelí en el certamen. A diferencia de la exclusión de Rusia en ediciones anteriores, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) decidió no excluir a Israel, a pesar de la ofensiva sobre Gaza que ha dejado más de 35.000 muertos, en su mayoría civiles. Esta decisión provocó un fuerte rechazo entre el público y generó fricciones entre las delegaciones participantes.“La polarización se notaba desde hacía semanas in situ y entre las delegaciones”, explicó Walden, destacando la importancia de permitir que todos expresen sus opiniones libremente en un evento que reúne a tantas nacionalidades diferentes. Sin embargo, subrayó que la música y la creatividad deben estar en primer plano. “Si el objetivo es reafirmar tu propia postura, lo único que queda es conflicto en lugar de creatividad”, afirmó. En estas circunstancias, “ya no hay lugar para la idea original de unir a las personas en lugar de dividirlas”.

Soluciones para el futuro

Walden también se refirió a la necesidad de "arreglar" ciertos aspectos del festival, una opinión que comparte con Nemo, el ganador de Eurovisión 2024. Según él, los organizadores han regresado de Malmö, la sede de esta edición, con “deberes” y una comprensión más clara de los desafíos que enfrenta un evento de este tipo en tiempos de creciente polarización. “Esto es parte de la conclusión y también de la mirada hacia el futuro”, declaró.

Uno de los incidentes más comentados fue la descalificación del representante holandés, Joost Klein. Walden defendió esta decisión, que calificó de “correcta” debido a un comportamiento inaceptable hacia una empleada de la producción. “Créame que nos hubiera gustado evitar una crisis adicional”, explicó, pero insistió en que “no podemos aceptar el odio y las provocaciones verbales”. Subrayó que, en una producción con más de 1.000 personas, deben existir y aplicarse normas de conducta claras. De cara a futuras ediciones, Walden indicó que la organización de Eurovisión buscará entablar un diálogo constructivo con los países participantes y con los artistas. “Eurovisión no es el escenario para resolver todos los problemas del mundo. También aquí tenemos que establecer límites claros”, concluyó.