Entrevista

Carlos Areces: «¡Qué coñazo ser una mujer joven en los años noventa!»

Aunque proteste, el madrileño disfruta interpretando las «miserias» de los personajes creados por los hermanos Caballero

Carlos Areces presenta "Muertos S.L."
Carlos Areces presenta "Muertos S.L."Gtres

Cuando Movistar Plus+ presentó “Muertos S.L.”, la nueva y exitosa comedia de producción original con guion y dirección de los hermanos Laura y Alberto Caballero, el actor Carlos Areces, medio en serio medio en broma, protestó en medio de la rueda de prensa con rotundo “¡No entiendo por qué, siempre que tratáis la miseria humana, tengo que estar yo!” entre las carcajadas de todos los presentes. El madrileño interpreta a Dámaso, un trepa que lleva 12 años trabajando como agente funerario y considera que es hora de tomar las riendas del negocio. La frustración marca su vida íntima y personal, pero no reduce su ambición y falta de principios. Un individuo despreciable y carente de escrúpulos, que ve a los fallecidos como simples mercancías inertes con las que comerciar. Motivos más que suficientes para charlar con el actor.

¿Podríamos decir que, así como hay chicas “Almodóvar”, hay chicos “Caballero”?

[Risas] ¡Hostia, qué bueno, me encantaría! Es una maravilla trabajar con ellos. Creo que esta es mi cuarta o quinta producción con Contubernio (la productora de los Caballero) y son papeles que me han dado muchísimo. Se les da muy bien escribir personajes increíbles y encontrar a la gente ideal para ellos, tocando temas que, a lo mejor, en otras ficciones editan para no tener problemas. Los personajes “esquina” son mucho más divertidos, te dan mucho más juego que los personajes que son inmaculados. Por ejemplo, siempre he pensado “qué coñazo ser una mujer joven en los 90”.

Explíquese.

Es que entonces todos los papeles femeninos de las comedias románticas eran ese objeto de deseo inmaculado, maravilloso, sin tacha. Y, de verdad, qué coñazo, porque al final con el que te reías y empatizabas era con el protagonista masculino, porque era el que el torpe, el que se equivocaba, metía la pata continuamente y el que tenía momentos completamente inoportunos. Eso es lo divertido, eso es lo que te hace sentirte como acto y con el que la gente conecta, lo otro es aburridísimo.

¿Qué le atrae más de su personaje, Dámaso?

Lo espeluznante que me resulta su trabajo. Ten en cuenta que es su rutina y para él es inevitable, claro. Me gusta explorar en las cosas que a mí más me horrorizan, en personas que tienen contacto con temas que nos impactan, no sé, gente como los cirujanos o los que trabajan en un matadero y el mismo Dámaso, en una funeraria. No te queda más que normalizarlo y es natural que, incluso, puedan hacer humor sobre ello, aunque a los demás esto nos pueda repeler un poco. Es su forma de llevar el día a día y me gusta entrar en esos personajes, entenderlos, son muy divertidos.

Le gusta meterse en jardines.

No te quepa duda. Pero no soy el único. Laura y Alberto Caballero son unos genios metiéndose en charcos. Tienen la habilidad de tocar temas muy sensibles y polémicos, de entrar en situaciones límites y gustarle a mucha gente sin herir susceptibilidades. Hay que ser muy inteligente y ellos lo logran. Te entregan un guion con una base mínima y luego te dan la libertad de crear para formar el personaje, con sus luces, sus sombras y su lado quisquilloso. Es ahí donde se ve su firma. Todos sus personajes tienen una gama de colores impresionante y, además, suelen ser trabajos muy corales, entonces es difícil entrar en encasillamientos. Por eso creo que la gente conecta, porque uno puede identificarse en muchos personajes al mismo tiempo.

Siempre hay alguien que se ofende.

Es cierto, siempre hay ofendiditos, pero no hay que hacerles mucho caso. Se trata de una ficción, de entretenimiento, no imponemos un modelo de conducta ni damos lecciones. Entiendo que hay situaciones, a veces, que te hacen más susceptible y puedes sentirte mal con un comentario, un chiste o un gag, pero no creo que lo que a mí me ofende deba ser prohibido. O sea, evidentemente hay cosas que no hacen gracia, pero yo no creo que tenga derecho a pedir que no se haga esto o lo otro en una ficción. Yo tengo perfecto derecho a hacer un chiste incorrecto y tú tienes perfecto derecho a sentirte ofendido por él y a manifestarlo, pero no a cancelarme.

¿Lo han querido cancelar?

Supongo, no me lo tomo en serio. Ahora la gente tiene un altavoz en las redes sociales que antes no tenía y por eso pareciera que es grave o que son muchos, pero no es así, hablar más fuerte no les da la razón. Además, yo lo que defiendo es que aunque esas personas se ofendan, sigámoslo haciendo, porque además, los hechos nos muestran que no pasa nada. Lo único que consiguen es todo lo contrario. A David Chappelle lo han querido cancelar y yo puedo tener mi opinión sobre sus monólogos y considerar que son demagógicos o lo que sea, lo que quieras, no los veas. Nos sobran prejuicios.