Estreno

La política «Bajo control» es un mito

Filmin acaba de estrenar esta comedia política sobre una dirigente de una ONG convertida en ministra de Asuntos Exteriores

Lèa Drucker es Marie Tessier, cuya vida se convierte en un caos que no mejoran el presidente francés (Laurent Stocker, a la izda.) ni su ayudante (Samir Guesmi)
Lèa Drucker es Marie Tessier, cuya vida se convierte en un caos que no mejoran el presidente francés (Laurent Stocker, a la izda.) ni su ayudante (Samir Guesmi)Filmin

La vida de Marie Tessier tenía un objetivo, una calma, una incipiente relación con su hija Emma y el éxito como directora de la ONG Médicos por el mundo. Pero una llamada del presidente de la república francesa tira todo eso por la ventana, y Tessier entra en un baño público siendo voluntaria y sale siendo la nueva ministra de Asuntos Exteriores. Así comienza «Bajo control» («Sous contrôle») la serie francesa que acaba de estrenar Filmin, y que intenta demostrar que, aunque lo pretendan y lo digan, los políticos nunca tienen el control de las situaciones en las que se ven inmersos.

Terroristas y un pastor

La serie es una sucesión de increíbles líos políticos que destila un aire claro de «El ala oeste de la Casa Blanca» y una semejanza más que evidente al planteamiento de «Veep», pero también tiene un componente «Homeland» como si la hubieran creado los Monty Python. Y es que Marie Tessier, interpretada con intensidad por Lèa Drucker, tiene muchas virtudes, pero también muchos defectos. No sólo llegará tarde a las reuniones, si no que su jefe («pdf» en el móvil), el presidente de la República francesa (Laurent Stocker) es un ególatra hiperactivo que intenta desquiciarla desde el primer minuto con comparaciones entre ministerios. Tessier, que es seguida de cerca por su fiel ayudante Harold (Samir Guesmi), que vive descolocado en el ministerio, va cayendo de trampa en trampa política y empieza su mandato prometiendo transparencia y acaba comprando aerogeneradores y comprometiéndose a expulsar a Eslovaquia de la Unión Europea («eslovexit»). En su nuevo equipo la extra seria jefa de comunicación, Clèa (Machita Daly), que no parará de echarse las manos a la cabeza y el veterano pero despiadado Marc Bragier (Samuel Churin), otra piedra en el zapato de la ministra. Pero la acción también se aleja del Palacio del Elíseo y viaja hasta África, donde un grupo de terroristas del Sahel tiene retenidos a dos franceses, un alemán, un italiano y un eslovaco. Y aunque parece el comienzo d eun chiste, ciertamente lo es. Comandados por el despiadadamente cómico jefe de AIAO (Youseef Sahraoui), pretenden extorsionar al gobierno francés a cambio de la vida de los rehenes, lo que provocará toda una historia paralela acompañando el enclave del secuestro con situaciones completamente surrealistas, como la cuenta de gastos de la extorsión. Uno de mis personajes favoritos es el pastor de ovejas, interpretado por Bass Dhem, que sube rápidamente en el escalafón de la organización terrorista cuando debería ser al menos el jefe.

El primer encargo entonces de la nueva ministra es conseguir traer a los cinco a casa sin que mueran en el proceso, empezando por la negociación entre los países europeos implicados. Durante todo el proceso, la serie dirigida por Erwan Le Duc («Perdrix»), va salpicando la pantalla de críticas mordaces a las ONG’s, la política, el machismo, la corrección, la política de conciliación, el terrorismo por dinero y así minuto tras minuto sin descanso. Según el guionista Charly Delwart «muchas escenas están inspiradas en anécdotas que me contó un asesor del Quai d’Orsay (la sede del Ministerio de Exteriores). No se trataba de caer en el tópico toda la política está podrida, sino de entender la complejidad de sus funciones. Las paradojas que se dan en una situación de crisis como una toma de rehenes es una golosina para la ficción». Y es que ni siquiera en su propia casa está la ministra a salvo de las críticas de su hija adolescente sobre la inconsistencia de su decisiones como gobernante tras años en una ONG (llega a cambiar favores por contenedores de comida). Su hija Emma (Lya Ouassadit Lessert) demandará las promesas que su madre le hizo cuando estaba fuera de los despachos. Su amigo con derecho a roce, Thomas (Maxence Tual), ahora director de la ONG, también presionará sobre las decisiones que irá tomando Tessier. Ni siquiera tiene el respeto de su chófer, que con varios años trabajando para el gobierno, añora la vuelta de la mano dura a la república francesa.

Una comedia para desbarrar sin límite, congeniar con el escándalo político y asistir a una cumbre del clima donde no hay sitio para reunirse y ha de votarse en trozos minúsculos de papel higiénico. Las particularidades francesas a flor de piel mientras el resto de naciones tienden al despellejamiento mutuo, algunos mientras mastican carne seca.