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Pregúntale a Danny si existen los monstruos

Filmin acaba de estrenar en España en exclusiva la inquietante serie británica «Somewhere Boy», secuestrado hasta los 18 años

Daniel no encuentra su lugar en el mundo, que su padre le negó con mentiras
Daniel no encuentra su lugar en el mundo, que su padre le negó con mentirasFilmin

No es ajena la noción de que existen los monstruos. Los niños se lo cuestionan, mientras la ciencia ficción y el cine o las series nos los meten en el salón de casa. Pero también se crearon con la función alegórica de hablar de la humanidad en tercera persona: los males que llevamos con nosotros, los pecados capitales, mil nombres para nuestros defectos como personas y sociedad. Ante un mundo raro, cruel y en ocasiones aterrador nace «Somewhere boy», la ficción de Channel 4 que acaba de estrenar Filmin en exclusiva en España, y que es ya una de las series del año.

En ocho capítulos perfectos, de tan solo 25 minutos, los productores de «The End of the F***ing World» narran la vida del joven Danny (ojo a Lewis Gribben) que ha pasado sus 18 años de vida secuestrado en su casa, creyendo que el mundo exterior está lleno de monstruos, versión que sostiene su padre Steve (Rory Keenan) tras la muerte de su mujer en accidente de tráfico. Pero la jaula de maderos y oscuridad en la que vive Danny se rompe con la muerte de su padre, y en su vida aparecen nuevos personajes, extraños en ambas direcciones. La tía Sue se convierte entonces en madre de acogida, acompañada de su nuevo novio y sus dos hijos y Aaron (Samuel Bottomley), el hijo mayor de su anterior matrimonio. Sera este último el testigo y compañero de aventuras de Danny en su redescubrir el mundo. Los flashbacks con su padre bailando música antigua de tocadiscos y viendo clásicos en blanco y negro en la televisión, se alternan con sus nuevas experiencias con la comida, la naturaleza, la pornografía y el amor. La serie trata con muchísima delicadeza todo este nuevo mundo para Danny, sobre todo gracias al excelente papel de Lewis Gribben. El actor representa física y facialmente el despertar de su nueva conciencia del mundo con sus tragos dulces y sus ataques amargos. Todo en él habla a gritos de su inocencia llevada al extremo pero sin resultar forzado. Aaron y Danny se embarcan entonces juntos en un viaje similar: salir de un mundo creado por ellos mismos y enfrentarse a su propia rebeldía contra todo lo que no les gusta de sus vidas. En paralelo, el joven encerrado busca su identidad fuera de la vieja casa familiar, con un entorno que se empeña en llamar mentiroso y abusador a su héroe, su padre. El joven identifica a su primer monstruo buscando al responsable del accidente de su madre. Pero en el camino hacia la venganza se le interponen la amistad de su primo, el amor de su nueva familia, la pasión por una relación nueva, y sus ojos azules se abren, al fin, a la verdad del mundo.

Pete Jackson, creador de la serie, indicó en su presentación que la idea del «rapto» le surgió cuando experimentó un momento padre e hijo con el suyo: «Irremediablemente me puse a pensar en esos mundos protegidos y seguros que creamos para nuestros hijos y cómo éstos se nos escapan de las manos porque son incompatibles con las complejidades del mundo real. ¿Qué pasaría si un padre hiciera todo lo posible para resguardar a su hijo en un lugar demasiado seguro?». Cuando las barreras se ponen hacia afuera, los monstruos acaban colándose por las rendijas que siempre hay en un entorno seguro. La mejor lección de un padre a su hijo siempre se da al final, tras la muerte de este, cuando lo traemos al recuerdo desde el olvido y le dejamos hablarnos sin interrumpirle. Siempre habrá monstruos, pero la vida te provee de herramientas para convivir con ellos en paz. La serie merece un atracón de los ocho episodios llenos de sonrisas de comisura y grandes «ohhh».