Feria de Castellón
Encontronazo de Alcurrucén con el arte
El Juli corta una oreja con una deslucida corrida de Alcurrucén en la segunda corrida de la eria de Castellón
Hubo gente en la plaza, cerca del lleno, pero sobre todo lo que hubo fue gente como si no hubiera pandemia, más allá de las mascarillas, sin la distancia social. Ya pasó el día anterior. No se entiende, como tampoco que un toro tan bonito y bien hecho como el primero de Alcurrucén, que tuvo a Morante delante no le diera por embestir aunque fuera un poquito, aunque fuera por misericordia, por resarcir a los que allí estábamos del veneno de la afición de lo que está bien hecho. Pedimos poco, en serio, tres o cuatro y el de pecho. No pudo ser, ni tres ni cuatro ni medio. El toro, por suerte sin empuje, sí estaba orientado y ni por uno ni otro pitón quiso muleta. Abrevió Morante.
Un pellizco para los sentidos había sido el saludo capotero al cuarto, desde el lance a una mano, pasando por las verónicas hasta acabar con la media. Era otra cosa, ah no espera, era Morante. Vibró aquello, como cuando El Soro le dedicó un solo de trompeta antes de empezar la faena, que podía haber sido, que se presentía, pero el Alcurrucén, como el anterior, parece que se la tenía jurada al arte. De media arrancada y porfiona, sin querer pasar, más bien con idea de quedarse. El trasteo avanzó porque el que porfió fue Morante, pero con poca luz al final del túnel. Se le valoró el esfuerzo.
El Juli
El Juli se las vio con un toro que tuvo la marca de la casa de nota media. Tenía cosas buenas, pero no las regalaba, había que ir a buscárselas. A la espera, pero humillador y con ganas de viajar hasta el final. Con estos mimbres Julián hizo una faena de quien lleva muchos años en la profesión y se las sabe todas. Más de oficio que de precisión. La estocada, trasera, a la primera, ayudó en esa primera oreja.
No se lo iba a poner fácil el quinto, que a estas alturas del partido sumaba la tarde un recital de toros de poco contenido en general y más de un problemita en lo particular. El de El Juli en esta ocasión se sumó en la fila de las complicaciones y le costó acabar la arrancada, parándose en mitad de camino con la idea de ver si pillaba algo. No se le vio a gusto al torero madrileño que se justificó por ambos pitones con ganas de acabar. Lo hizo de manera rápida.
Estaba sin definir el tercero cuando llegó a la muleta de Pablo Aguado. La suavidad sacó lo mejor de toro, que no se entregaba en exceso pero iba y venía. La espada echó un borrón después. Hizo pasar apuros a la cuadrilla el sexto y fue lo más parecido a un mulo cuando llegó la hora de la muleta. Imposible. Aguado se puso, pero nada y menos era lo que podía hacer. Abrevió, por decir algo, porque la espada no fue su fuerte.
Se había cruzado la tarde, mientras el poco juego de los toros se atravesaba en el camino de los toreros, y de las ilusiones del público. Cuando arrastraban al sexto era difícil descifrar qué era más tortuoso si la decepción del espectáculo o la insistencia por megafonía de guardar una distancia social que los propios gestores se habían saltados a ¿la torera? Mundo de locos.
Ficha del festejo
CASTELLÓN. Segunda de feria. Se lidiaron toros de Alcurrucén,bonita de hechuras; 1º, orientado y deslucido; 2º, humilla, a la espera, pero con cosas buenas; 3º, iba y venía sin excesiva entrega; 4º, deslucido y orientado; 5º, malo; 6º, deslucido.
Morante de la Puebla, de pistacho y oro, media atravesada, dos descabellos (silencio); pinchazo hondo, descabello (saludos).
El Juli, de nazareno y oro, estocada trasera, descabello (oreja); estocada, descabello (saludos).
Pablo Aguado, de azul marino y oro, media estocada, dieciséis descabellos, aviso (silencio); cuatro pinchazos, estocada (silencio).
✕
Accede a tu cuenta para comentar