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Álvaro de la Calle: "Los sobresalientes no somos toreros semirretirados"

Sobresaliente en la tarde de José Tomás en Granada, explica esta faceta profesional y confirma sus esperanzas por relanzar su carrera.

verónica domínguez
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Sobresaliente en la tarde de José Tomás en Granada, explica esta faceta profesional y confirma sus esperanzas por relanzar su carrera.

A la sombra de los focos que acaparan los mano a mano y comparecencias en solitario, como la de José Tomás el pasado 22 de junio en Granada, se halla la figura del sobresaliente, que garantiza el «show must go on» a pesar de que la tragedia siempre aceche. El torero salmantino Álvaro de la Calle cumple 20 años de alternativa aferrándose con pasión a su profesión, que ha tomado un rumbo que no esperaba en sus prometedores inicios como novillero: «Uno nunca se imagina siendo sobresaliente, pero las cinco corridas que toreaba al año no me servían para ir a más y me estanqué pronto». En esta situación le llegó la propuesta del empresario de Gijón: «Zúñiga me dijo que le dolía no poder ponerme en los carteles y que lo único que me podía ofrecer era ese puesto. Desde el primer momento lo entendí como una oportunidad. En ningún momento se ‘me han caído los anillos’, prefiero estar en activo y dejándome ver en las plazas que estar en mi casa. El banquillo o te quema o te curte». Sin embargo, Álvaro lamenta que se le haya encasillado: «Cuando la gente se acostumbra a verte anunciado como sobresaliente se olvidan de que sigues siendo uno más del escalafón. No somos toreros semirretirados. Yo sigo entrenando como cuando estaba en las ferias».

En los quites se mide su ambición y la generosidad de los compañeros, son su única oportunidad para reivindicarse y demostrar sus buenas condiciones. Pero aún así, Álvaro asegura que «yo siempre apuesto por algo muy comedido. No busco el protagonismo en la cortesía del matador pero salvo casos excepcionales, como el de Ferrera, sí reconozco que falta generosidad y sensibilidad de los compañeros hacia nosotros».

El torero del banquillo, siempre disponible por si se lesiona el titular. En cualquier otra actividad se daría por hecho el deseo del suplente de que pasase cualquier cosa para que le llegase la oportunidad, pero en el toreo es distinto: «La gente que me conoce siempre me dice de broma ‘ojalá un pequeño esguince...’, pero si de verdad lo pensase no podría dedicarme a esto». Aunque ha habido temporadas en las que ha llegado a estar anunciado como sobresaliente hasta una decena de tardes, solo ha tenido que intervenir en una ocasión: «Fue en Gijón, en 2013, en un mano a mano entre Antonio Ferrera y Javier Castaño. Los dos fueron heridos y de pronto me vi con tres toros. En el primero corté una oreja y en el cuarto ya pudieron salir ellos». Con las dos décadas de alternativa ya cumplidas, son pocas las plazas que todavía se le resisten, «ojalá la vía de sobresaliente me abra las puertas de Sevilla», desea Álvaro. Sin embargo, se resiste a ir a Madrid, donde confirmó en 2006, en dichas condiciones: «Me prometí que solo volvería si formaba parte de la terna».

A pesar de que su carrera como matador pase por uno de sus momentos más agridulces, sí se siente respetado en esta faceta por tardes como la de José Tomás: «Oportunidades como esa son las que te ayudan a encontrar el sentido a lo que haces. Fue un honor estar en el ruedo con él, pero también era consciente de la enorme responsabilidad que podía correr si ocurría algo».