Toros
Con la ilusión del niño con zapatos nuevos
«Malastardes» fue el primero de cientos. Seis cada tarde para vertebrar la feria más importante del mundo. 34 tardes una detrás de la otra. Mes largo ininterrumpido. Pero todos con esa ilusión sin mácula del niño con zapatos nuevos. Esos anhelos ya familiares. Los albores de cada San Isidro. Serio, fuerte y con cuajo este inaugural de La Quinta, que abría mucho la cara. No le sobraban las fuerzas y sus embestidas fueron siempre defensivas. Rubén Pinar quiso ser agradecido y brindó a ese ángel de la guarda perenne que es el doctor García Padrós. En sus manos, quedó encomendado después de un “tabaco” de aúpa en octubre con la de Partido de Resina. Recuperado, el manchego trató de correr la mano sin exigirlo, porque, a pesar de que tenía bondad, esa falta de pujanza era rémora grande. Además, le faltó entrega. Sin finales. Oficio sin rédito, fue silenciado. Otro cárdeno, el cuarto -más bajo, hondo y amplio de cuna- abría más la cara. Salió emplazado y lo lidió Pinar sobre los pies muy a favor del toro. Cumplió en varas y marcó querencias en banderillas. Luego, en la muleta, estuvo inteligente Pinar para correr la mano, a base de dar celo al toro. Siempre la franela muy puesta en el hocico para corregir el defecto del toro de abrirse y salirse de los vuelos en una embestida que tuvo calidad y transmisión por ambos pitones. El albaceteño apostó por la ligazón sobre la colocación y eso no gustó a un sector del tendido. Faena de torero con poso. Saludos.
Rubén Pinar por manoletinas
Hasta el repóker de paseíllos se fue Javier Cortés el año pasado. El madrileño sorteó una lámina en segundo lugar. Un entipado cárdeno girón corrido calcetero. Pero de 621 kilos... Alejado de aquellos Santa Coloma bajos y tan bien armados. Como un ferroviario de largo, alto y apretado de carnes, eso sí, con dos “velas” por delante. Humilló, mejor por el izquierdo, más vencido por el derecho, y cortó lo suyo en banderillas. Enorme mérito de Neiro y Prestel -que se zafaron de milagro- con las farpas. Sin preámbulos, tras sacárselo a los medios, se puso Cortés con la zurda. El pitón bueno del toro. Por ahí, hubo dos tandas de naturales limpias y ligadas, donde el toro humilló con clase y tuvo recorrido, aunque le costaba a partir del cuarto muletazo. En redondo, siguió “acostándose” y tuvo menos franqueza. Al volver al natural, el trasteo ya nunca tuvo aquella intensidad primitiva. Tras una estocada trasera y tendida, saludó desde el tercio. Veleto y musculado, también ofensivo, “Fogoso” derribó en el primer encuentro con el peto. Hizo pelea de bravo este quinto de La Quinta y Juan Francisco Peña toreó a caballo. Acudió tardeando en la segunda vara desde 20 metros y empujó fijo. Movió la montura y agarró en el sitio Peña, que oposita desde el Alfa al puyazo de la feria. Cortés le colocó después en la boca de riego, pero el burel no acudió. Con la pañosa, tiró de aplomo para torear en redondo girando los talones y buscando alargar el recorrido del toro, que la tomaba con casta, pero le faltaban finales. Además, al bajar el ímpetu del toro, decreció también la transmisión del conjunto y aquello no despegó.
Cortés resulta volteado por uno de sus toros
Más vareado, de imponente alzada, el ofensivo tercero lucía dos guadañas por pitones. Enseñaba las palas. Se le picó muy trasero y eso, como su mala lidia, no ayudó nada, porque el toro nunca descolgó en los engaños. Tuvo mucha movilidad y poder, así que Dufau trató de ligar aprovechando esas inercias, incluso de relajar la figura, pero el de La Quinta siempre vació la embestida por encima del estaquillador. Sin brillo, fue buena la actitud del francés -porque el animal nunca iba metido en el engaño-, que topó con la indiferencia del tendido. También en el sexto, paquidermo noblote de 637 kilos con romana, que marcó querencias y derrochó sosería. Silencio en ambos. La primera de 34. Seguimos como niño con zapatos nuevos.
Las Ventas (Madrid). Primera de la Feria de San Isidro. Toros de La Quinta, serios y ofensivos, hondos y grandes, en tipo a pesar de su romana. El 1º, movilidad sin entrega, le faltó poder; el 2º, de buen pitón izquierdo, se venció por dentro por el derecho; el 3º, encastado, pero nunca humilló; como el 5º, que, además, se vino a menos; el 4º, noble y clase, aunque se abría amagando con rajarse; y el 6º, aquerenciado y soso. Dos tercios de entrada.
Rubén Pinar, de canela y oro, pinchazo, estocada muy delantera (silencio); metisaca, estocada (saludos).
Javier Cortés, de azul eléctrico y oro, estocada trasera y tendida (saludos); media caída, aviso, dos descabellos (silencio).
Thomas Dufau, de marino y oro, dos pinchazos, aviso, estocada casi entera caída (silencio); estocada (silencio).
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