Feria de El Pilar de Zaragoza

Las dos vueltas para Escribano que recompensan los oídos sordos

El sevillano lidió el mejor toro de Adolfo de una tarde de pocas emociones y las que hubo fueron ignoradas por el palco presidencial en la Feria del Pilar de Zaragoza.

Espectacular par de banderillas de Escribano al quinto, ayer en Zaragoza. Foto: Efe
Espectacular par de banderillas de Escribano al quinto, ayer en Zaragoza. Foto: Efelarazon

El sevillano lidió el mejor toro de Adolfo de una tarde de pocas emociones y las que hubo fueron ignoradas por el palco presidencial en la Feria del Pilar de Zaragoza.

Se fue a la puerta de toriles. Frente a frente. Tú a tú. En esos códigos que solo Escribano entiende para volver a oler el miedo desde tan cerca una y otra vez, para asomarse a la tragedia, para rondarla cada tarde, como si no costara, a pesar de que se anuncia con las corridas duras y esa multiplicación de inexactitudes que las acompañan. La cosa que iba tan bien, emoción, miedo, miradas que van al lado, porque no son capaces de contemplar el desafío en directo del torero de Sevilla, acabó en bronca. Monumental. Zaragoza todavía arrea, a pesar de que ya no es lo que era. Bronca intensa. No para Escribano. Ni para el ganadero, que echó un toro con muchos matices, cornivuelto de pitones, pero de mucho interés y con un pitón zurdo para embarcarlo con los vuelos. La bronca fue para la presidenta sentada ahí arriba por encima del bien y del mal. El estocadón con el que acabó con el toro resultó fulminante. Fue el broche de su actuación que tuvo signos muy distintos. Hizo honor en todos los pasajes a su concepto del toreo que ronda siempre, que emerge de la honestidad. De ahí la portagayola, de ahí la larga de rodillas, de ahí ese juego que hizo con los terrenos del toro para protagonizar un tercio de banderillas hipnótico o los dos pases cambiados por la espalda desde el centro del ruedo. Luego hasta que llegó el espadazo fulminante vino el toreo. Y el toro tenía tantos matices que la anchura de lo que podía ser la tauromaquia se multiplicaba. Prontitud y explosión aportó el animal en la arrancada, de lejos era un tren; le costaba luego empujar en el engaño sobre todo por el derecho. No hubo esa ecuación perfecta de las distancias que resolviera el enigma. Por el izquierdo el toro viajaba más y descolgaba, quería tomar el engaño, con temple. Faltó pulso a la muñeca de Escribano y se descompuso el toro en varias ocasiones. Era como si uno y otro fueran en direcciones opuestas. En un muletazo mirando al tendido volvió a reconectar con el público y la estocada lo dijo todo. El premio estaba ahí y en todo lo que había dejado sobre la arena maña. Presidencia no quiso ver. De ahí las dos vueltas al ruedo. Y la bronca. Fueron casi las únicas veces que las pulsaciones del público subieron. El resto transitó como si el guión estuviera preconcebido. Malo malísimo cuando hablamos de una corrida de toros. Cero emociones habíamos tenido con el sosote segundo.

Lo hizo todo y con dignidad el torero de la tierra Alberto Álvarez ya con el primero, que tuvo buena condición por el derecho y el fuste justo. Franco pero soso resultó el cuarto, con el que se justificó de largo.

Daniel Luque completaba la terna y se las vio con un tercero que iba y venía en el engaño, con más claridad por el izquierdo y con el que el sevillano lo enseñó y le buscó las vueltas para entrar a matar. Más relajado y sin perder la verticalidad estuvo en ese sexto, que tenía media arrancada, pero con temple. Pareció que la faena despegaría, pero acabó por apagarse a la vez que el toro.

Las dos vueltas al ruedo acabaron siendo la voz popular al palco de una tarde de poco. El Pilar (sin El Pilar por cierto, qué cosas, sigue). Prosigamos.

Ficha del festejo:

-ZARAGOZA. Feria del Pilar. Se lidiaron toros de Adolfo Martín, desiguales de presentación y de poca raza en conjunto. El 1º, de buena condición y el fondo justo, sobre todo por el derecho; 2º, va y viene, descastado y soso; 3º, va y viene, por el izquierdo con más claridad; 4º, franco, de poco fondo y escasa emoción; 5º, pronto, le falta empuje por el derecho hasta el final, con temple y ritmo por el zurdo; 6º, media arrancada con ritmo. Tres cuartos.

- Alberto Álvarez, de azul marino y oro, estocada corta trasera (saludos); dos pinchazos, estocada (saludos).

-Manuel Escribano, de gris y oro, pinchazo, estocada corta, descabello (silencio); aviso, estocada (dos vueltas tras petición).

-Daniel Luque, de corinto y oro, pinchazo, media, tres descabellos (silencio); estocada trasera y ladeada (ovación).