Valencia

Sólo sobró la lluvia

José Garrido sale a hombros y Espada corta una oreja de un buen encierro de El Parralejo

Garrido carga la suerte para rematar con una buena media a uno de sus novillos de El Parralejo
Garrido carga la suerte para rematar con una buena media a uno de sus novillos de El Parralejolarazon

Valencia. Cuarta de la Feria de Fallas. Novillos de El Parralejo, muy bien presentados y de gran juego en conjunto. Destacaron 3º, 4º y 5º, premiado con la vuelta al ruedo. Un tercio de entrada.

Román, de blanco y oro, pinchazo, estocada, aviso (silencio); estocada, cinco descabellos, aviso (saludos). Francisco José Espada, de corinto y oro, dos estocadas, aviso, descabello (silencio); pinchazo, estocada, aviso (oreja). José Garrido, de nazareno y oro, estocada, descabello, aviso (oreja); estocada (dos orejas).

Entre las cuadrillas, destacaron César Fernández, Miguel Ángel García, Candelas y Fini.

Muchas fueron las cosas que pasaron en la tercera y última novillada con picadores incluida en el abono fallero. Para empezar, se lidió un encierro de El Parralejo, muy bien presentado, con plaza y más volumen del que indicaba la tablilla, y que dio gran juego en conjunto, destacaron los novillos corridos en tercer y cuarto lugar, si bien se premió con la vuelta al ruedo en el arrastre al quinto, que se fue suelto del caballo, aunque, eso, sí, en la muleta fue noble y muy manejable. También hubo nivel en los novilleros, que derrocharon ganas, entrega y casta. Y, por momentos, clase y distinción. José Garrido fue el gran triunfador y se convirtió ya en uno de los grandes destacados de este serial. Se lució al torear de capa, no perdonó quite, anduvo solvente y capaz con la muleta, también eficaz y certero con el estoque, por lo que fue de toda justicia su salida a hombros por la Puerta Grande.

Tras un vibrante tercio de quites a su primero, en el que hubo competencia con Román, cuatro muy templados derechazos rodilla en tierra sirvieron para iniciar un trasteo que tuvo sus mejores momentos cuando toreó al natural y en el que hubo mucho temple y cadencia. Como los hubo en su labor al que cerró plaza, otro novillo que manseó en el caballo pero que llegó al último tercio noble, bondadoso y repetidor, sin crear graves problemas ni complicaciones a un novillero que volvió a estar pletórico. Se volcó sobre el morrillo para asegurar un triunfo de ley.

Otra oreja se llevó del quinto Francisco José Espada, que hacía su presentación en esta plaza y cuyas maneras sorprendieron y gustaron. Dejó ver su buen aire con su primero, poco convencido de embestir y que no descolgó. Apuró luego al segundo de su lote, un novillo que, tras su poco lucido paso por el caballo, fue siempre a más y al que, con las plantas clavadas a la arena, muleteó con elegancia y dejando ver que sabe torear. Dejó algunos detalles para enmarcar, como un pase de pecho sacando a su oponente por la hombrera contraria.

Idéntico premio pudo haber sumado Román, pero sus fallos con el verduguillo echaron a perder una faena en la que se vio al novillero ilusionante del año pasado, bajando mucho la mano, templando y ligando unos muletazos impecables e interminables. El que abrió plaza fue más a su aire y no le terminó de coger el tranquillo en un quehacer tan intermitente como voluntarioso que remató con un espadazo a cambio de un revolcón.

Sólo sobró ayer la lluvia y el frío, que molestaron tanto a los protagonistas como a los espectadores. ¿Y la mala suerte de Román en su despedida como novillero de la plaza de Valencia? Eso son contingencias de la lidia, gajes del oficio y va implícito en el trato. Pero lo otro sí que tiene arreglo y solución: cubriendo la plaza de una vez.