Toros
Vuelve Ureña: la superación del hombre y la tragedia
Seis meses después regresa Paco; llegó el día y la hora esta tarde en Valencia mano a mano con Ponce
Seis meses después regresa Paco; llegó el día y la hora esta tarde en Valencia mano a mano con Ponce.
Apenas se le ha visto en este tiempo. Desde aquella tarde de septiembre. Fue un lance. Un lance que podía haber sido al viento, el toro no perdonó. Un pitonazo certero en la bolsa del ojo que le estalló el globo ocular. La visión la perdió de inmediato y casi seis meses ha estado resistiendo, no sin sufrimiento, al ojo. Hace apenas unos días se sometía Paco Ureña a la última intervención, la que le devolvía a la última cara de la realidad. Solo su entorno más cercano sabe lo que queda de sufrimiento entre las cuatro paredes de la soledad, la soledad del cuerpo, del dolor, de la incertidumbre, el hundimiento que acompaña a los cambios y el temor a no ser capaz de superarlo.
Contaba Juan José Padilla que tras su experiencia se sumió en una profunda depresión. No encontraba ilusión en la vida tras esa dramática cornada por la que también perdió un ojo. “En mi caso fue el toreo el que salvó al hombre”, ha recordado en innumerables ocasiones. Tener que prepararse para volver a torear fue lo que le hizo recuperar la energía y la actitud por levantarse cada mañana. Paco Ureña anunció que volvería a torear y que seguramente sería en Valencia porque quería hacerlo en una plaza de máxima categoría.
Mucho esfuerzo deja atrás. Seguro. Y hoy ha llegado el día. El día y casi la hora. A las cinco en punto de la tarde, Paco Ureña se volverá a vestir de luces y volverá a abrirse de capa y estirarse a la verónica, como lo hizo aquella tarde en la feria de septiembre, confiando en que el toro, como la vida, pasa. Y ocurre, a veces; otras se enquista y estrangula. Hoy hará el paseíllo el hombre. El hombre capaz de superarse ante la adversidad, de adecuar su vista a las nuevas distancias y proporciones y de recomponer su corazón. Que la fuerza le acompañe, en tardes como hoy Paco Ureña somos todos.
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