El chequeo de la cosa
El juego de la petanca
Está en juego el voto de nueve millones de pensionistas
Al presidente del Gobierno se le da bien jugar a la petanca y eso que aún le queda para la jubilación. Es un experto cuando juega con exconcejales pensionistas de su partido. La petanca es casi tan antigua como la política y más señera que las pensiones.
Galeno ya prescribía este deporte como beneficioso para la salud. Los griegos lanzaban piedras redondeadas lo más lejos posible, como los gobernantes arrojan los problemas irresolubles más allá de las urnas. Los romanos, en cambio, primaban aproximarse al «boliche», el objetivo. Los marineros del Imperio expandieron el juego que arraigó en la Galia.
En provenzal se le llama «pès tancats», pies juntos, y se practica en posición estática. Así está la Seguridad Social, casi estática por su inmensa deuda, la mayor de su historia. Un fardo de 106.000 millones de euros sobre los hombros de todos los trabajadores, que ven cómo se agiganta el agujero financiero mientras se duda de las venideras prestaciones.
El éxito de las pensiones se fundamenta en una demografía equilibrada que aporte jóvenes cohortes a la pirámide poblacional, hoy tambaleante por el envejecimiento.
Se sustenta en un creciente ahorro colectivo, en un mercado laboral dinámico y en una alta productividad que provea unos salarios más que dignos para mantener a la familia y al Estado. España carece de buena parte de esto y, encima, se convertirá en el segundo país de Europa con más gasto en pensiones en relación al Producto Interior Bruto (PIB) en el año 2050.
Con el voto de más de nueve millones de pensionistas en juego, reformar el sistema es mucho más complicado que alcanzar el «boliche» en la petanca tras regresar de Davos.
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