Opinión

Telecos con las botas puestas

Vodafone, que anuncia despidos y puede vender su negocio en España, es el ejemplo de los tiempos difíciles que atraviesan las empresas europeas de telecomunicaciones

Steve Jobs
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Steve Jobs (1955-2011), el fundador de Apple, solía decir que «la esencia de toda estrategia es decidir lo que no tienes que hacer». Bill Gates, el hombre que se hizo de oro al entender que podía haber miles de millones de usuarios de la informática sin ser expertos programadores, tenía claro que «todo nuevo cambio obliga a todas las empresas de una industria a adaptar su estrategias a ese cambio». Las grandes compañías de telecomunicaciones europeas, que por otra parte no son tan grandes, intentan desde hace años adaptarse a esos cambios con un éxito descriptible. Una de las «grandes», siempre entre comillas, acaba de lanzar el bombazo: revisará la mayor parte de sus estrategias, despedirá a 11.000 empleados y no descarta vender su filial en España porque el mercado español es «muy difícil», según Margherita Della Valle, la nueva consejera delegada de la compañía.

La casi recién llegada jefa de la multinacional británica, con un 15% de participación «emiratí», no ha dudado a la hora de aplicar la receta de revisar la actuación de los gestores anteriores y plantear nuevas estrategias. Los resultados de los últimos años no han sido buenos y en un lustro el valor en bolsa de la compañía descendió un 55%, lo que provocó en definitiva la salida en diciembre del anterior CEO, Nick Read. El cambio de rumbo anunciado por su sucesora tampoco fue acogido con entusiasmo por el mercado, con una caída de las acciones del 7,44%, pero es solo el principio de una época, eso sí, todavía repleta de incertidumbres, también para su filial española.

El sector europeo de las telecos, en contra de lo que muchos creen por la expansión de internet, el wifi, el GPS o WhatsApp y también Instagram, no vive sus mejores tiempos. El economista y fundador de Semsumfinanzas.com, Javier García, lo explica en Sintetia: «Telefónica, Orange y Vodafone, ¿apagadas o fuera de cobertura?». «Europa –escribe– necesita 300.000 millones de euros de inversión para finalizar tanto el despliegue de la tecnología 5G –y arrancar con la 6G– como para seguir mejorando la red de fibra óptica. Pero, en una década, solo en España las telecos han perdido uno de cada tres euros de ingresos. Existe una competencia muy agresiva de precios entre operadores y cada día surgen nuevos que crecen con fuerza y compiten a precios bajos».

La Europa del teórico mercado único y del euro mantiene algunas de sus viejas estructuras, que anquilosan antiguos problemas. El informe de Javier García pone el dedo en algunas llagas que parecen estar lejos de curarse en muchos sectores, pero de forma especial en el de las telecomunicaciones. En teoría hay tres grandes operadoras europeas, Vodafone, Orange y Telefónica. El problema es que lo de «grandes» es una forma de hablar que no responde de manera exacta a la realidad, que es distinta. Europa está repleta de empresas y negocios de telecomunicaciones, nada menos que unos 400 –sí, ¡400!–. La mayor parte son pequeños y desarrollan su negocio con el alquiler de las infraestructuras a las «grandes».

Las comparaciones siempre han sido odiosas, pero con frecuencia también sueles ser muy ilustrativas. Frente a las 400 operadoras europeas, en Estados Unidos hay tres que dan servicio a 330 millones de clientes. Algo similar ocurre en China, en donde otras tres compañías atienden a unos 1.600 millones de líneas móviles. Frente a eso el Liliput teleco europeo, que además está muy fragmentado, está sometido a una regulación que genera una enorme competencia de precios, al mismo tiempo que necesita recursos para invertir cada vez más porque los avances de la tecnología digital lo exigen. No es el peor de los mundos, pero sí muy complicado y en el que, como apunta Javier García, existe un cementerio plagado de empresas «que han muerto con las botas puestas» por haber crecido sin parar y sin poder pagar los costes de ese crecimiento.

La deuda, una vez más, vuelve a ser tan clave como los ingresos y, en cualquier caso, debe haber un equilibrio entre ambos. La deuda de Vodafone supera los 70.000 millones, después de haber aumentado cerca de 19.000 millones en los dos últimos años. Orange, la segunda en este ránking, también la ha aumentado en 7.000 millones en los últimos años, hasta llegar a los 45.000 millones, algo que apenas compensa con una subida de ventas de 2.600 millones. Telefónica, por último, ha logrado reducir la deuda desde 2017 en 17.000 millones –ahora debe unos 39.000–, aunque ha perdido ventas por 12.000 millones. Es decir ha mejorado su situación, aunque debe seguir por ese camino. Las telecos europeas luchan para no morir «con las botas puestas», pero para ello deben acertar con lo que no tienen que hacer, según el consejo de Steve Jobs.