Televisión
¡Larga vida a “The Big Bang Theory”!, que se despide con una audiencia de 18 millones de espectadores
Es el espacio de entretenimiento más visto en EE UU durante esta temporada
No sabemos si Sheldon Cooper tendrá hijos algún día con Amy pero, tras el final de “The Big Bang Theory”, millones de espectadores en el mundo tienen ahora mismo un sentimiento de orfandad, por no hablar del pedazo de complejo de Edipo que se les ha quedado. También a la cadena estadounidense CBS, aunque su dolor es más crematístico, ya que con la desaparición de la serie se quedan sin un porrón de seguidores. Solo hay que ver los datos de audiencia: la emisión doble con la que se cerraba la serie fue seguida por 18 millones de espectadores solo en Estados Unidos, según publica “Deadline”, el mejor dato desde 2015. “¡Más madera!”, que diría Groucho Marx... Por supuesto. Ha sido la propuesta de entretenimiento más seguida de toda la temporada en EE UU, igualando los datos de “Seinfeld” y superando los resultados de “Friends”.
Tras las cifras, el meollo sin “spolilers”. ¿Cómo ha sido la despedida de “The Big Bang Theory”? Consecuente con las doce temporadas y los 280 episodios de la comedia de situación. Los personajes han evolucionado mucho -quizá el que menos haya progresado adecuadamente haya sido Raj-, pero no han perdido su esencia. De ahí, que los fanáticos de la serie hayan aplaudido la conclusión hasta romperse las manos. ¿Era previsible? Sí, y se agradece que Chuck Lorre no se haya hecho un “Perdidos” como J. J. Abrams, que, por aquello de epatar a la industria y a la audiencia, se cargó una serie llamada a ser una obra maestra. ¿Ha sido cursi? Sí y no. A algunos les habrá molestado el almíbar de los últimos minutos y otros pensarán que es un alarde de sentimentalismo porque a más de uno se le habrá caído una lágrima. ¿Divertido? Por supuesto. Hay un “sketch” memorable. Ocurre algo -que podría ser previsible, pero no era seguro- y Sheldon dice: “¿Habrá sido un sueño?”. Leonard le pega un bofetón que es un acto de justicia poética: es que le tenían que haber dado Belén Rueda a Antonio Resines en el penoso desenlace de “Los Serrano”.
Sheldon Cooper sigue teniendo pánico a los cambios, continúa siendo un ególatra y un narcisista y persiste en su carencia emocional de no saber transmitir sus sentimientos hasta el punto de ofuscar a todos. Lo que ocurre es que, y no es por justificarle, razona el por qué de las cosas y no se lleva bien con la aparente incoherencia de algunas decisiones o palabras de sus amigos. En estos dos capítulos se viven tensiones mayúsculas, porque Sheldon se supera a sí mismo en su listón de cómo ser insoportable... Pero por algún mecanismo extraño del cerebro no se le puede dejar de querer. Quizá el problema lo tengamos nosotros y no él, que es un sádico sin pretenderlo y sus amigos y los espectadores unos masoquistas a conciencia.
Su esposa, Amy, ha sido durante toda la serie -aunque ahora ha explosionado- la mujer que se revuelve por no ser físicamente quien desea. Siempre ha tenido complejo de fea y se ha esforzado poco por no parecerlo, dado su desaliño indumentario. Pero reivindica su coquetería a lo grande porque quiere agradar y, sobre todo, agradarse. Puede que esto, y la reacción de Sheldon, moleste a algunas feministas de mesa camilla. Tranquilas las reconfortará, y a todas las mujeres en las últimas frase que pronuncia.
¿Cuál es el legado de “The Big Bang Theroy”?
Según Graciela Padilla, coordinadora de grado en Periodismo en la Universidad Complutense: “Ha renovado las comedias de situación tal y cómo se entendían”. Entre otras cosas, porque sus personajes no viven en una burbuja y muchas de las situaciones que experimentan y las formas de relacionarse son parejas a la de los espectadores. “Una de las grandes virtudes es que se ha adaptado perfectamente a lo que iba ocurriendo en la realidad. Si se sacaba una nueva Xbox, ahí estaba Sheldon comprándosela. Ocurría lo mismo con los nuevos vídeojuegos que salían al mercado, el uso de internet, las redes sociales... Era una manera muy eficaz de interactuar con los espectadores”.
Lorre demuestra que es un hombre sin complejos, o que está muy crecido, al publicitar en “The Big Bang Theory” otras series y películas de la competencia. A saber, los personajes hablan de “Juego de Tronos”, “Ballestar Galactica”, “Star Trek”, “Babylon 5”, “Doctor Who” y van al cine al ver todas las películas de ciencia ficción, además de venerar “El señor de los anillos”, “Harry Potter”, “Star Trek”, la trilogía de Indiana Jones, “Los cazafantasmas” y “Regreso al futuro”, entre otras y, por supuesto, los comics. “Uno de los grandes hallazgos de la serie es que los personajes sean unos ''frikis'' que aman la cultura popular. No por ser tan inteligentes y hablar de ciencia los espectadores dejan de percibirles como unas personas cercanas y vulnerables. Además han visibilizado y normalizado algunos desequilibrios mentales y emocionales como la ansiedad y los ataques de pánico”, dice Padilla, que valora especialmente como han abordado la maternidad. “No la idealizan. Son mucho más realistas y ponen los pies sobre la tierra. Cuando Bernadette y Howard saben que van a ser padres, y cuando nacen los niños, su arco emocional es muy amplio. Por supuesto que los quieren, pero también muestran sus miedos y temores a quedarse atrás en su vida profesional y de pareja y también muestran sus inseguridades”.
¿Es mejor “The Big Bang Theory” que “Friends”? Muchos opinan que sí, que sus personajes son más sofisticados. Padilla no tiene claro cuál tiene un grado mayor de excelencia, pero subraya que “los personajes de “Friends” eran un poco más irreales, todos eran guapos, apenas se hablaba de sus profesiones y vivían en una zona de Nueva York idílica”. Larga vida a “The Big Bang Theory”.
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