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Esta es la playa con más tiburones del mundo, ¿te atreverías a bañarte?

Alrededor de 40 especies de tiburones nadan por las inmediaciones de New Smyrna Beach, en Florida.

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Adictos a la selacofobia

Hoy buscamos riesgo. Un susto, una sombra que nos arranque un chillido. Llamamos selacofobia al miedo irracional que un inmenso número de personas - la mayoría, me atrevo a decir - siente hacia los tiburones. Son rápidos, fríos, misteriosos. En su territorio submarino conforman el depredador perfecto. Y frente a la rapidez de sus aletas, nosotros, el torpe ser humano, apenas alcanzamos la velocidad de una tortuga. Somos presa fácil. Se dice miedo irracional porque la realidad es que los tiburones suelen tener cosas mejores que hacer antes de atacar a un ser humano. La mayoría de los ataques a personas se tratan de momentos en los que el escualo confunde al surfero o el nadador con una dulce foca, y abre los dientes. Otra gran porción de casos se da cuando el número de personas y tiburones en el agua es demasiado alto. Son pocos los ataques de tiburones a personas que no hayan sido provocados.

Pero siguen aterrándonos, no importa cuántas explicaciones nos den. Aunque apenas fuesen 66 los ataques no provocados en el año 2019, de los cuales apenas 4 fueron mortales. Su rápido serpenteo por el agua oscurecida los muestra como una visión de pesadilla.

Desde 1992 han muerto un total de 25 personas en los más de 60 ataques de tiburones registrados en el litoral pernambucano/ Foto: AP Photo/Chris Fallows-Die Burger
Desde 1992 han muerto un total de 25 personas en los más de 60 ataques de tiburones registrados en el litoral pernambucano/ Foto: AP Photo/Chris Fallows-Die Burgerlarazon

La capital de los tiburones

Decía Clint Eastwood en uno de sus personajes del Oeste que el mundo se divide en dos tipos de personas: los que tienen el revólver cargado y los que cavan. Podríamos decir que el mundo se divide en otros dos tipos de personas: los que huyen de los tiburones y quienes los buscan. Y hay una playa en Florida a la que deberían ir quienes los buscan y que deberían evitar quienes los rehuyen. Se llama New Smyrna Beach, y parece peligrosa.

Dicen los entendidos que en esta playa, a una hora escasa de Orlando, hay tantos tiburones que cualquier nadador que entre en sus aguas se encontrará inevitablemente a tres metros de un escualo, cualquiera de las cuarenta especies que merodean por la zona. Es la distancia de seguridad admitida a lo largo de 27 kilómetros de playa. Podríamos encontrar tiburones grises, tigres (con estos sería mejor tener cuidado), cabeza de martillo y toro, entre otras especies menos conocidas.

Pero vamos a fijarnos en los números de la playa más concurrida por tiburones del planeta. Diez millones de visitantes acuden a bañarse aquí cada año, atraídos por diversos deportes acuáticos como el kitesurf o el surf. El récord de ataques se dio en agosto del 2019, cuando tres bañistas fueron atacados en menos de 24 horas. Entre los años 2010 y 2019, 218 personas han sufrido algún tipo de ataque en esta playa. Haciendo un rápido cálculo, comprobamos que un lastimero 0,00024% de las personas que se bañan en la conocida como “capital de los tiburones” han sufrido algún tipo de ataque por parte de estas criaturas. Con semejante población de tiburones, muy mal debemos saber los seres humanos para que nos desprecien de esta manera.

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jpgFWC Fish and Wildlife Research Institutehttps://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/

Claro que alrededor de 100 millones de tiburones mueren al año a manos del ser humano. Pero comparar quién es más peligroso de los dos, y más violento, no es el tema de este artículo.

La mordedura del tiburón, ¿estupidez humana o naturaleza animal?

El tiburón arranca nuestros miedos a dentelladas. Su misteriosa figura, su velocidad, los terroríficos vídeos del gran blanco saltando desde el agua para trillar con su triple hilera de dientes la inocencia de una foca, la sonrisa que enmarca esos dientes, han convertido al depredador rey del océano en una criatura de terror. Sumamente cinematográfica. Pero al final, la vida resulta ser más sencilla de lo que pretendemos creer, y un ataque de tiburón se inclina más hacia la mala suerte, o la estupidez humana, que a la naturaleza de este poderoso depredador.

¿Significa esto que a partir de ahora puedo chapotear en el Shark Alley, Sudáfrica, donde se concentra el mayor número de tiburones blancos del mundo? No. Eso es estupidez humana. Y del azar tampoco escapa nadie. Pero sí sería bueno abandonar las supersticiones sobre ciertas criaturas y conocer su realidad. Bastantes miedos trae la vida como para inventarnos unos nuevos. Pongo un ejemplo personal. Hace unos años, pasé un mes bañándome en una playa de Haití infestada de tiburones. No me enteré hasta el día anterior de volver a España, cuando me encontré en el pueblo con un pescador que cargaba en su hombro un pequeño tiburón que había pescado aquella tarde. Sí, me dijo, aquí hay tiburones a puñados, muchos, muchísimos, les encanta este agua cálida. Pero nos tienen demasiado miedo para atacar. Soltó una alegre carcajada y prosiguió su camino con la cena al hombro.