Ámsterdam

Ámsterdam no va a más y se plantea nuevas prohibiciones para los turistas

El debate de la venta de cannabis a extranjeros ha vuelto a ponerse sobre la mesa, aunque parece que el resto de problemas que atraviesa la ciudad no suponen tanta importancia

Amsterdam is preparing for lockdown relaxations
Amsterdam is preparing for lockdown relaxationsKOEN VAN WEELEFE

Un barrio decorado con la psicodelia

Una alarmante multitud de jóvenes (y no tan jóvenes) visitan todos los años la capital holandesa para aprovecharse de sus leyes blandas acerca de la prostitución y el consumo de drogas. Los famosos coffee shops ofrecen prácticamente cualquier tipo de producto con THC - cigarrillos de hachís y marihuana, batidos de chocolate, brownies - para degustar recostado en el sillón con un puñado de amigos. La decoración del Barrio Rojo, la zona más habitual para practicar este tipo de pasatiempos, está meticulosamente desplegada con el fin de sumergir al visitante en este mundo de la psicodelia. Muchos de los hostales cuentan con pequeñas discotecas que el turista deberá atravesar antes de llegar a recepción, los pasillos están pintarrajeados con graffitis y decorados con cuadros a cuál más estrambótico para jugar con la mente alucinada del consumidor.

No es el cannabis la única droga que se consume en la ciudad. Las setas alucinógenas se venden en tiendas especializadas bajo los mismos requisitos que el alcohol, es decir, basta con ser mayor de edad, y es habitual encontrarse por la calle con jóvenes desprendidos de esta realidad. Dependiendo del efecto que busques, el vendedor te recomendará unas más potentes y otras más suaves, hay para todos los gustos y colores.

El auge de las drogas duras a nivel nacional

Claro que nosotros los humanos siempre buscamos ir a más. Estudios recientes encargados por el Ayuntamiento de la ciudad revelan que Ámsterdam se ha posicionado como el centro del tráfico de cocaína en Europa, y un análisis de sus aguas residuales ha desvelado que se manejan en torno a los 75 millones de euros anuales en la compraventa de cocaína para su consumo, solo en la ciudad. La cocaína es hoy el plato fuerte de la capital holandesa. Comprarla se ha vuelto tan sencillo como pasear por la calle, basta esperar a que te asalte la persona adecuada ofreciéndote el polvo blanco, e incluso se han popularizado los servicios de venta a domicilio con quienes se puede contactar a partir de WhatsApp.

Una persona sujeta un papel de fumar con marihuana, junto a otro que sujeta una hoja con distintos tipos de marihuana, en Ámsterdam
Una persona sujeta un papel de fumar con marihuana, junto a otro que sujeta una hoja con distintos tipos de marihuana, en Ámsterdamlarazon

En el año 2018, la Asociación de Policía Holandesa envió un informe a su Parlamento en el que se aseguraba que estaban próximos a convertirse en “narcoestado” y que la situación no se sostendría durante mucho tiempo. Porque no son únicamente estas las drogas que se consumen en la ciudad, y tampoco son extranjeros los únicos en adquirirlas. Su cultura nocturna, habitualmente disfrutada en los locales de música electrónica, han derivado en un disparo del consumo por parte de los holandeses de drogas sintéticas. Éxtasis (MDMA), anfetaminas, agentes estimulantes como ketamina y óxido nitroso.... además del creciente abuso local de cocaína. Busca a un joven de Ámsterdam y probablemente encontrarás alguna pastilla.

Pieter Tops, académico de la Universidad de Tilburg y profesor de la Escuela de Policía holandesa, solía dedicarse a estudiar la administración pública de su país pero ahora, viendo el panorama de la venta de drogas en Holanda, ha pasado a investigar el crimen organizado que opera allí con casi total impunidad. Según sus estudios, “Holanda ha pasado a ser uno de los mayores exportadores de drogas sintéticas del mundo”. Reconoce que el negocio de las drogas sintéticas genera en su país entre 900 millones 19 mil millones de euros anuales, y que los principales importadores son Estados Unidos y Australia. No contentos con esta impactante suma, los narcotraficantes holandeses han comenzado a colaborar con cárteles mejicanos para sustituir la producción de drogas sintéticas por la de metanfetamina, mucho más rentable en términos económicos. Sobresalen los nombres de Los Zetas de Sinaloa y de Jalisco. Así lo aseguró este mismo mes Andy Kraag, jefe de la División Nacional de Investigación Criminal de Holanda, al diario nacional De Telegraaf.

Las situaciones de violencia han vuelto esta situación en una insostenible. A lo largo de la última década, las peleas entre bandas rivales han terminado por sembrar las calles de Ámsterdam con decenas de muertos, y este preocupante clima no parece dispuesto a reducirse.

Solución: echar a los turistas

Lo que comenzó como un paraíso del consumo recreativo de cannabis, lo cual supuso un orgullo para la sociedad holandesa, ha terminado por desembocar en una plaga de delincuencia y violencia que trae de cabeza a las autoridades de la ciudad. La marihuana parece haber pasado a un segundo plano frente a esta avalancha de drogas duras. Pero curiosamente, el problema que les quita el sueño en el Ayuntamiento no es tanto la venta masiva de sustancias ilícitas como la molestia que suponen los turistas consumidores de estupefacientes en sus relajadas calles. La alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, se ha propuesto como objetivo personal acabar con la masificación de turistas en el centro de la ciudad y estudia prohibir la venta de cannabis a extranjeros. Esta medida ya fue adoptada por el resto de ciudades holandesas en el 2012, a excepción de Ámsterdam y de Rotterdam porque en ninguna de estas ciudades se pide un documento de identidad a la hora de comprar cannabis.

Escaparate del barrio rojo
Escaparate del barrio rojolarazonEfe

17,4 millones de turistas acuden todos los años a la capital holandesa, de los cuales un gran porcentaje son jóvenes en busca de las drogas tan fáciles de adquirir en cualquiera de sus esquinas. Ya se puso en marcha, el pasado 1 de abril, la prohibición de realizar visitas guiadas al barrio rojo de Wallen, conocido por exponer en escaparates a prostitutas. Y desde el pasado mes de febrero se está manejando la idea de trasladar a las trabajadoras sexuales a “complejos eróticos” donde no sean molestadas por turistas y solo puedan visitarlas los locales.

Parece ser que el problema no es tanto la prostitución abierta de mujeres y transexuales, como los turistas bulliciosos en sus calles. Y ahora se repite el proceso con las drogas. No importa tanto ser uno de los mayores exportadores de estupefacientes sintéticos del mundo, el problema real es la presencia de jóvenes turistas. Si las medidas que pretende adoptar el Ayuntamiento resultan exitosas, los holandeses continuarán consumiendo todo tipo de drogas hasta saturar sus clínicas de desintoxicación como llevan años haciendo y su país seguirá dirigiéndose paulatinamente a la categoría de narcoestado, pero al menos sus calles estarán tranquilas. Excluyendo los brotes de violencia entre bandas rivales. Aunque eso será lo de menos si los asesinados no gritan demasiado.