Viajes

El peligro africano

A la hora de viajar a los países africanos existe un temor latente que no encaja del todo con la realidad de la región

Seguidores del líder de la oposición Ousmane Sonko, participan en una manifestación en Dakar.
Seguidores del líder de la oposición Ousmane Sonko, participan en una manifestación en Dakar.ZOHRA BENSEMRAREUTERS

Hace pocos meses atacaron a una amiga mía en una calle de Dakar, en Senegal. Era de noche y las farolas iluminaban con una luz tenue, deteriorada, una calle en Dakar plagada de esquinas en sombra, y mi amiga regresaba sola de una cena cuando cuatro hombres se interpusieron en su camino. Querían robarle el bolso. Se lo pidieron, ella se resistió. Uno de los hombres hizo aparecer un machete (mi amiga me diría después que pareció como si surgiera de la nada, la calle estaba tan oscura que el machete se presentó sin más) y la atacó con él. Se cubrió la cara con los brazos y el machete descendió, y fue una suerte que el filo estuviera oxidado y desgastado, como las luces de las farolas, como tantas cosas en este continente extraño, porque apenas llegó a provocarle unos profundos cortes en los brazos. Mi amiga gritó y los ladrones se asustaron. Ella se fue al hospital y le curaron sus heridas.

Intelectuales de mundo, intelectuales de libro

E.E.A. Lo dijo Leonardo DiCaprio en una película: Esto Es África. Un continente exótico, retrógrado, peligroso, inconsciente, derruido. No creo que extrañe mucho a nadie que una joven europea sea agredida a machetazos aquí, dudo que cause tanto impacto como un ataque con machete, digamos, en la calle Ayala de Madrid. Y prueba de ello es que no salió en los periódicos. Pero ocurre que el mundillo de los intelectuales se divide en dos clases, y a estos grupos los podríamos llamar los “intelectuales de libro” y los “intelectuales de mundo”.

El primer grupo bebe del conocimiento que les entregan los libros, lecturas que escogen con cuidado, unos libros que eligen, a fin de cuentas, de manera que resulta en extremo complicado alternar la opinión de esta clase de intelectuales porque han leído muchos libros, saben muchas cosas que los demás ignoramos, son sabios, reposados, compañías excelentes en las tardes de salón. Pero los intelectuales de mundo son radicalmente distintos. Ellos se estrellan contra paredes de conocimiento que les presentan situaciones aleatorias de la vida, situaciones que ellos no eligen como podría hacerse con una lectura, y por tanto su conocimiento es uno visceral, desordenado, basado en datos tan relativos y discutibles como son las experiencias.

El peligro africano
El peligro africanoAlfonso Masoliver Sagardoy

El punto a favor de ser periodista de viajes es que no nos sentimos obligados a adherirnos a ninguna ideología. Aunque pocos somos intelectuales de libro. No estamos a la altura de los tertulianos del salón porque nos desarman con sus palabras complicadas y sus ideas robadas a otros, y mientras ellos pueden abrir el libro del que extrajeron su idea y enseñarlo al público, y decir, mirad, aquí está, lo dice este libro, en esta página; un viajero se siente incapaz de arrancarse los preciados ojos para arrendárselos a otros. No somos intelectuales de libro y nuestras convicciones son volátiles y caprichosas, cambiantes con cada experiencia no escogida, y por tanto no resultamos para nada útiles a la hora de afiliarnos a una ideología que, probablemente, no esté de acuerdo con nuestros ideales dentro de uno, dos, tres meses.

Los datos

Entonces los viajeros tenemos la oportunidad de expresar nuestros ideales sin mayores fines que la apreciación de culturas extranjeras, el amor a lo desconocido, el respeto a lo diferente, la excitación de la búsqueda. Lo que me dispongo a escribir a continuación viene acompañado de la sinceridad del desinterés. Y lo haré al modo de los intelectuales de libro, qué remedio, a falta de otra alternativa, haciendo uso de ejemplos y datos demostrables:

Según el Índice de la Paz Global los países africanos de Mauricio, Tanzania, Ghana, Zambia, Sierra Leona, Namibia, Gambia y Guinea Ecuatorial se encuentran en posiciones mejores (más pacíficas) que Francia, y varios de estos países también se sitúan por encima de Grecia y Reino Unido. Esto es solo un ejemplo sencillo. Ahora, por si algún enterado quiere mencionar los famosos golpes de Estado en países africanos, le convendría saber que excluyendo Mali y Burkina Faso, en los últimos diez años ha ocurrido un solo golpe de estado en la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental, 15 países en total), y fue en Guinea Bissau, y no fue violento. La inestabilidad política en esta clase de países que copó los noticieros durante las últimas décadas del siglo pasado ha evolucionado, como ocurre con cualquier aspecto de la vida, y pese a que continúa sufriendo una política confusa en la actualidad no existe un riesgo real a la hora de viajar a, digamos, Liberia o Sierra Leona, y toparnos sin esperarlo con un golpe de Estado. Quiero decir que las películas de Hotel Ruanda o Diamantes de Sangre están ambientadas en un escenario obsoleto con la realidad y no deberíamos basar nuestros miedos de hoy en ellas. A no ser que hablemos de países como el Congo, en cuyo caso podría interesarte este artículo.

El peligro africano
El peligro africanoAlfonso Masoliver Sagardoy

Luego si tomamos como indicador las tasas de homicidios de la ONNUD (por cada 100.000 habitantes), el único país de la CEDEAO situado entre los 30 primeros es Costa de Marfil. Mientras Estados Unidos se encuentra muy por encima (con mayor tasa de homicidios) de otras naciones africanas, como pueden ser Níger, Somalia, Mozambique, Liberia, Santo Tomé y Príncipe, Túnez, Ruanda, Egipto, Libia, Guinea Ecuatorial, Ghana... Incluso Canadá está por encima de Malaui, Sierra Leona y Camerún. Entonces los datos, si no engañan, también nos indican que es más probable que nos saquen una navaja y nos la claven en Dinamarca a que ocurra algo así con los machetes temidos en Bissau. Asombroso, ¿no es así? ¡Ahora atrévete, coge, y vete sin miedo a Copenhague!

El del miedo selectivo

No sé qué más puedo decir. Podría explicar que África es un continente inmenso y que juzgar su totalidad a partir de los conflictos de ciertos países sería como no viajar a Europa durante la Guerra del Donbás. Quiero decir que tiene la misma lógica no viajar a Tanzania por el conflicto de Ruanda que no viajar a Alemania porque hace treinta años hubo una Guerra en Bosnia. No sé. El peligro africano es el cuento de nunca acabar. No puedo prestarte a mis amigos africanos, no son tuyos, son míos, son dueños de sí mismos, y si los describo igual no los vas a conocer. Es que yo no soy un intelectual de libro y no sé cómo funcionan estas cosas. Solo espero que el lector abra los ojos y se sacuda los miedos, y que se reconozca que a día de hoy, aunque suene violento, es más probable que se contagie del coronavirus y fallezca a su costa, a que le secuestren en un país africano (exceptuando obviedades como el norte de Nigeria, República Centroafricana y demás regiones en conflicto, tampoco vamos a decir ahora que allí abajo se vive un mundo de rosas). Y no parece que nadie quiera mudarse a África. Pero los números lo avalan y eso significará algo, ¿no es así? Me han soplado por el pinganillo que los datos y los porcentajes son muy útiles en las sociedades que guían los intelectuales de libro, aportan algún tipo de veracidad a los mensajes.

El primo de mi tía es inglés, como mi tía. Toda su familia vive en Madrid desde hace décadas y ya son casi más españoles que yo. Pero un día que el primo de mi tía se estaba tomando unas copas en Ponzano con sus amigos, algo debió ocurrir, no sé qué pudo ser, no quiere decírmelo, pero cuatro maromos (españoles) le empujaron a una calle poco transitada y le pegaron una paliza de narices. Al primo de mi tía tuvieron que extraerle el bazo en el hospital y le arreglaron cuatro costillas y la mandíbula. Los cuatro maromos le robaron la cartera y nadie les ha vuelto a ver. Esto fue en Madrid. Pero ya lo que faltaba, tener miedo de pasear por Madrid, sería el colmo, casi tan ridículo como tener miedo a la hora de visitar Senegal porque una vez vimos una película o leímos un artículo o nos recomendaron leer un libro. ¿O qué?