Viajes
En el Algarve, un sueño a ras de cielo
El Hotel Octant Vila Monte reúne experiencias exquisitas al sur de Portugal. A su gastronomía y planes enmarcados en playas salvajes, se suma el buen gusto de sus cuatro nuevas suites con piscina
João padre sabe bien lo que es escapar del mundanal ruido y trasladar su antiguo trabajo en una oficina a lo que él denomina, convencido, el paraíso. Con la compañía de su hijo, heredero del nombre de esta saga que alcanza las cinco generaciones y de una pasión inevitable como hombre de mar, el capitán desgrana los secretos de este rincón de Portugal a bordo de su pequeño yate, mientras timonea entre las islas Deserta, Farol, Culatra, Tavira y Armona, ubicadas en la Ría Formosa.
Bendecida con aguas frías ideales para mitigar el estío y alimentar la tersura de sus sabrosos pescados y mariscos, las playas claras e interminables de este parque natural no conocen, de momento, el significado de la masificación. Y se agradece, porque la sensación de olvido mientras los pasos se deshacen en la arena desierta es un regalo. Al igual que perderse entre un mar verdoso que despista porque, sin duda, podría protagonizar cualquier postal caribeña al otro lado del océano Atlántico. Sin duda, el patrón no exagera cuando comparte los encantos de este capricho natural que transcurre a lo largo de 60 kilómetros entre Tavira y Faro. Se puede recorrer a caballo o, si se prefiere una perspectiva de altura, desde un girocóptero, el invento del español Juan de la Cierva. No obstante, la opción de disfrutar de un picnic de diseño sobre la arena, un alarde «chill out» de gastronomía marinera que incluye las ostras del caladero de vecino que tan bien maridan con champán, resulta de lo más apetecible.
Algarve de esencias
Estas son algunas de las experiencias que organizan con mimo desde el Hotel Octant Vila Monte, que en la actualidad cuenta con 54 habitaciones de diversas categorías. No obstante, en este edén sobran los motivos para que, aquellos que aspiran a desconectar del agobio, las prisas o el coche, y sólo desean poner en modo «on» una nueva latitud de libertad, calma y gusto por la vida, no necesiten moverse. Uno de los grandes aciertos de la filosofía de la marca es la flexibilidad de horarios, que no limita, por ejemplo, el reloj para disfrutar de su nutrido desayuno o para el uso de las comodidades del hotel, como el acceso a las piscinas. El descanso o la pereza que nos regalamos en vacaciones, desde luego, lo agradecen.
La conexión con el arte local, entendido en el sentido amplio de la palabra, también es una constante de este refugio encantador, sofisticado y naturalmente hogareño: desde el trato exquisito del personal, hasta las experiencias auténticas que enraízan con la cultura tradicional (los talleres de cestería o cerámica son un ejemplo), pasando por el entorno cuidado de su exuberante jardín. Allí, bajo la sombra de una higuera bicentenaria, se disfruta de la calma de un taller de exfoliación corporal: una bienvenida para que los huéspedes se mimeticen con el ritmo pausado del entorno y se sumerjan en los beneficios de la naturaleza. Tomillo, manzanilla, lavanda o piel de naranja (no hay que olvidar que el Algarve es una importante zona de cultivo de este cítrico) son el cóctel aromático que se mezcla con el aceite de almendra. Ya en casa, y en nuestra piel, el contenido del pequeño envase de cristal será el recuerdo sensorial de este rincón de Portugal.
El fuerte compromiso con la sostenibilidad ambiental, social y económica son principios ineludibles para los ocho hoteles de diseño que, en diversas ubicaciones del país luso, conforman el grupo Octant DHM. Este abrazo entre cultura, proveedores km0 y bondades de la región, no pasa desapercibido al cruzar el umbral de Vila Monte que, además de presumir de un servicio selecto y único, cuenta con un regalo caído del cielo por su situación en el mapa: el Algarve disfruta de 300 días de sol al año y de una temperatura suave que lo convierte en un destino ideal para aquellos que se desmarcan de los meses de verano.
El algarrobo es chic
Un bouquet de flores y lavanda engalana dos sombreros de paja sobre la cama. Sus formas cónicas destacan entre la atmósfera relajada de las cuatro nuevas suites en las que cada detalle, incluso el más nimio, es un ejemplo del buen gusto. El tiempo parece detenerse en esta oda al diseño tranquilo, donde la claridad blanca del interior (bañera exenta incluida) se interrumpe con mobiliario artesano local: una poesía de creatividad con rimas de madera, cestería y cuerda, y alguna nota de color en la ropa de cama que, como es de esperar, honra la buena fama del acogedor algodón portugués. Fuera, la sencillez también se convierte en lujo: tras el jardín exterior se oculta un retiro íntimo donde las aromáticas perfuman el juego de luces y sombras que proyectan sus pérgolas leñosas. Una manera exquisita de disfrutar de la paz y, si se quiere, de un baño en su respectiva piscina privada. Una inmersión climatizada que puede ser blanca, verde o azul, dependiendo de la suite. En cualquier caso, el color no resta el deseo de detener el tiempo, tanto en la Suite Solarium como en las tres Secret Suites recién estrenadas, que también cuentan con servicio de mayordomo las 24 horas.
La sombra de los algarrobos que se proyecta en los jardines privados no es la única virtud para descubrir qué se esconde tras la sobriedad de este árbol mediterráneo. Al caer la tarde, es el momento de disfrutar de una sabrosa experiencia gourmet en A Terra. Tiene su magia, esa es la verdad, no sólo por la impecable puesta en escena de una mesa engalanada con los frutos del huerto vecino. Con una cuidada selección de los afamados vinos blancos del Algarve con pasado fenicio, el chef Tiago dos Santos sabe cómo engatusar los sentidos culinarios con productos de proximidad y una excelente representación del mar. Entre ellos tampoco escasean las vainas del árbol longevo que necesita poca agua para vivir y cuyas semillas se utilizaban en la Antigüedad Clásica como unidad de peso para gemas y joyas. Antaño alimento para el ganado, en la actualidad las algarrobas, al margen de su valor nutritivo y su bajo contenido en grasa, son tendencia gourmet. Y el alma mater de A Terra, a juzgar por sus postres, conoce sus posibilidades.
La noche cuajada de estrellas continúa su ritmo: con un cóctel junto al sonido de los grillos; con el baile de una vela encendida que alumbra, en la habitación, el nombre de los huéspedes escrito con flores; o con las señales del firmamento porque, si hay luna llena, conviene robarle tres horas al sueño para observar, junto al guía Filipe, las constelaciones y el significado de las estrellas. Definitivamente, en este lugar del Algarve se puede tocar, casi casi, el cielo.
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