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Castell Son Claret: lujo cítrico en La Tramontana

Un hotel del siglo XIX ideal para descubrir la tranquilidad hogareña, la exclusividad y el sabor gourmet de Mallorca

Entrada del hotel, que cuenta con 126 hectáreas de jardines privados
Entrada del hotel, que cuenta con 126 hectáreas de jardines privadosArchivo Castell Son Claret

A media tarde, entre la brisa gustosa procedente de la Sierra de la Tramontana y el presentimiento cercano del mar Mediterráneo, el napolitano Roberto concentra sus sentidos en el jardín bucólico que rodea Castell Son Claret: un hotel para desconectar, un paraíso para reencontrarse con la paz, un pretexto ideal para descubrir los secretos (no solo culinarios) que esconde la isla más extensa de España.

Sin más compañía que una cesta y el canto de los pájaros, su instinto y sus 13 años entregados al arte de la coctelería en Castell Bar, el espacio ubicado en la antigua caballeriza de la finca privada, le llevan a recoger diariamente los frutos de temporada más sabrosos. Tiene donde elegir, porque este castillo situado a las afueras de Es Capdellà, un pueblo de interior encantador a tan solo 25 minutos de Palma de Mallorca y a un cuarto de hora de calas turquesas, cuenta entre sus atractivos con 126 hectáreas en las que, además de multitud de senderos para recorrer a pie o en bicicleta, más de 300 árboles frutales regalan excelentes cosechas.

Limoneros, calamondines, higueras, perales o manzanos son parte de una inspiración que dosifica, en cada sorbo, junto a diversas aromáticas como lavanda, helichrysum, jazmín o variedades de hierbabuena. Hay en sus cócteles mucho de talento, de recuerdos junto a su padre en el campo, de «gioia di vivere», de agradecimiento a la isla payesa y de visión. También de momentos futuros: cada vez que agita un combinado y lo sirve con mimo junto al sabor de unas almendras de la tierra y unas aceitunas carnosas, este selecto «dolce fare niente» con cadencia mediterránea, y vistas de película, se queda en la memoria. Sin embargo, el lujo de Castell Son Claret también se concentra en otras dependencias, entre su piscina de diseño y su retiro wellness.

Los majestuosos jardines del castillo, donde florecen fragancias de bergamota, pomelo, naranja o rosa, se funden con la cercana Sierra de la Tramontana, el abrupto Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Un paraje natural y cultural paralelo a la costa noroeste de Mallorca que favorece la experiencia sensorial de este hotel catalogado como uno de los más lujosos de la isla. Fusión de naturaleza pura, relax y delicias culinarias, Castell Son Claret cuenta con un total de 43 suites y habitaciones, cuyos tamaños diversos se adaptaron a los planos históricos del castillo. Desde su meticulosa restauración en 2013, los huéspedes pueden elegir entre una amplia variedad de estancias acorde a sus gustos, necesidades y presupuesto: desde las más sencillas, que cuentan con todas las comodidades esperables en este miembro del prestigioso The Leading Hotels of the World, hasta las más suntuosas. Las Pool Suites, por ejemplo, suman a los caprichos habituales un salón-comedor de 80 m2, una terraza y una piscina privada al aire libre, climatizada gracias a placas solares. Las Tower Suites, de 70 m2 y balcón con vistas privilegiadas a la finca, también tienen un encanto indiscutible.

Si la naturaleza añade color a los tonos cálidos y los toques de madera que convierten cada estancia en un hogar, el arte aporta un valor añadido. Una treintena de obras de Joan Miró o del pintor mallorquín Ramón Canet, conviven intramuros con muebles exclusivos del interiorista estadounidense Warren Platner. Una inspiración «mid-century», una mirada a aquellos años 50 y 60, cuando Mallorca se convirtió en el capricho de la Jet set internacional.

Emociones gourmet

Castell Son Claret es un excelente punto de partida para descubrir los encantos isleños. Las hermosas cuevas de la Cala Portals Vells y las aguas cristalinas de la Cala Mondragó, son algunos escondites marinos para perderse. Además de su costa, la gastronomía y el turismo enológico, como el proyecto familiar familiar de la Bodega Tianna Negre, también forman parte del ideal viajero en Mallorca. Cerca del castillo se suceden los pueblos con sabor. Valldemossa no solo atesora la receta autóctona de la coca de patata: sus yacimientos arqueológicos de Son Matge permiten adentrarse en la Mallorca prehistórica y, su Real Cartuja, en la celda donde Chopin y la escritora George Sand pasaron un invierno. La atmósfera de Deià, a caballo entre el mar y la montaña, seduce a aquellos viajeros que persiguen captar panorámicas idílicas. En esta ruta no podría omitirse Sóller, que tanto inspiró a diversos movimientos culturales.

Catedral de Palma

La estela cultural no estaría completa sin una visita a las imponentes terrazas de la Catedral de Palma de Mallorca: observar cara a cara sus gárgolas y maravillarse con la arquitectura de sus arbotantes enmarcados en un cielo Mediterráneo, es parte del imponente legado gótico levantino. Dentro del templo, la Capilla del Santísimo acoge el arriesgado mural que Miquel Barceló dedica entre vitrales (una oda a la técnica de la Grisalla) al milagro de la Multiplicación de los panes y los peces, y a la Conversión del agua en vino. No falta entre su iconografía un festín de frutas, animales marinos e influencias extranjeras, tal y como atestiguan los monos de su época en África.

Oriundo de la isla es también el Chef Pep Forteza, que recrea sabores mediterráneos en el restaurante Olivera de Castell Son Claret y en clásicos como la lubina mediterránea con suquet de gambas o la célebre tarta de limón con arándanos. El compromiso con los productores locales también adereza el emocionante enfoque gastronómico de Jordi Cantó, alma del Restaurante Sa Clastra. Tras su travesía internacional, el chef ha echado el ancla en su Mallorca natal para honrar el patrimonio culinario isleño, que reinterpreta con recetas baleares al ritmo de las estaciones. Entre la tradición y la innovación, este hombre cercano que no da puntada sin hilo en sus fogones, hornea su nostalgia. Es entonces cuando, dentro de una cuidada caja de costura herencia de su abuela, comparte su variedad exquisita de dulces artesanos. Y una vez más, mientras la brisa cítrica acaricia el corazón de Castell Son Claret, sentimos la emoción de estar en casa.

Suites con piscina privada en Castell Son Claret
Suites con piscina privada en Castell Son ClaretArchivoCastell Son Claret