Podemos

Chapulín de carambolas

Sánchez juega la partida más compleja de su vida política y del PSOE. Ha metido la bola de Ciudadanos: ahora le toca la de Podemos

Sánchez sale del Congreso tras las reuniones de grupo
Sánchez sale del Congreso tras las reuniones de grupolarazon

Sánchez juega la partida más compleja de su vida política y del PSOE. Ha metido la bola de Ciudadanos: ahora le toca la de Podemos

El billar es un juego de precisión. El más conocido en nuestro país es el billar de carambolas con tres bolas sobre el tapete. Nada fácil de jugar, se lo aseguro. De hecho, desde el desconocimiento pensaba que no había otro. Sin embargo, sí lo hay. El «Spanish pool», el chapulín de carambolas, nacido en el siglo XVIII en nuestro país, mucho más complejo y tengo que reconocer que desconocido para su seguro servidor. Sin embargo, en estos días hemos descubierto un jugador experto en este juego de 15 bolas de colores numeradas y una bola blanca, que vale 10 puntos. Gana quien consigue tener la mitad más uno de los puntos en juego. Este jugador se llama Pedro Sánchez. Juega la partida más compleja de su vida política y, con seguridad, del PSOE y de la política española. Felipe de Borbón le dio la bola blanca, que en este caso valía 89 puntos. No le tocaba, pero el regate corto de Rajoy le dejó empezar el juego de las 15 bolas, tantas como partidos políticos presentes en el hemiciclo del Congreso de los Diputados. Su objetivo: conseguir la investidura.

Ayer, el PSOE cerró un principio de acuerdo con Ciudadanos. Encuentro secreto el lunes por la tarde en el Congreso, pero no tanto para que no se supiera; rueda de prensa de Rivera horas más tarde para «fiar condiciones»; y respuesta de Sánchez, también en rueda de prensa, para aceptar las condiciones naranjas. Sánchez ha metido la bola de Ciudadanos y tiene 40 puntos más.

No son suficientes para ganar la partida del día 1 en el Congreso. Por eso, tanto PSOE como Ciudadanos han presentado un acuerdo abierto, un acuerdo de mínimos que permite tirar adelante la investidura y mantener una mínima gobernabilidad con cambios importantes en la mesa constitucional. El principal adversario, el PP, tiene 123 puntos y no está dispuesto a renunciar. Ayer, su correoso portavoz, Rafael Hernando, no dio ni un respiro. Sánchez, ajeno a este ruido escénico, sigue en su chapulín de carambolas. Ahora se trata de meter la bola de Podemos. Es la más complicada pero para Sánchez no parece imposible. No es la única en juego. En la mesa verde con bordes de madera todavía corren las bolas de Izquierda Unida, PNV, Coalición Canaria y Nueva Canarias. Todas suman y no hay bola pequeña. En los próximos días, la partida seguirá y aumentará la tensión a medida que se acerque el final. Podemos es reacia a meterse en la banda del líder socialista. Recula cada día un poco pero todavía no está en el cesto.

Mientras espera ese triunfo, Sánchez ha iniciado otro chapulín en el seno del PSOE. Hoy la ejecutiva socialista analizará los acuerdos alcanzados y los someterá a consulta de la militancia. Luego vendrá el Comité Federal. Los ecos del motín de los barones apenas son perceptibles y vista la marcha de la partida, con el acuerdo con Ciudadanos incluido, no parece que se alcen voces discrepantes. Según el guión previsto, la militancia acudirá a votar el sábado y el secretario general puede alcanzar un amplio respaldo. No en vano, los resultados electorales los desmoralizaron y las broncas internas los deprimieron. Los militantes socialistas no veían salida a una maquiavélica situación que los tenía atenazados entre «susto o muerte». Ahora, al margen de tener los votos o no, la ilusión ha vuelto a las filas socialistas porque el PSOE tiene la iniciativa política y deja de estar atenazado por la pinza de Podemos y PP.

El secretario general del PSOE se muestra optimista. Sabe que no ha llegado al final de la partida. No la ha ganado, pero ha conseguido salir de un bucle infernal, tomar la iniciativa y marcar perfil propio ante un Podemos agresivo que le estaba robando la cartera.