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Factura al independentismo

La Razón
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La interinidad que sacude a Cataluña desde hace demasiado tiempo no ha sido inocua para los catalanes, sino al contrario. Pero esa provisionalidad, sumada a los escándalos de corrupción que afectan a Convergència y al mercadeo en torno a la investidura de Mas, tampoco parece que le saldrá gratis al independentismo ni al president en funciones. La encuesta de NC Report para LA RAZÓN describe un panorama revelador en Cataluña sólo un mes después de las elecciones autonómicas. Quienes creen entre los secesionistas que todo vale en el camino hacia la tierra prometida de la independencia y que los ciudadanos asumen y están dispuestos a disculpar casi cualquier conducta están equivocados. Los separatistas han actuado en estas semanas como si el apoyo social conseguido los hubiera inmunizado para siempre, como si fuera una especie de barra libre en la que ni la corrupción ni las arbitrariedades son tenidas en cuenta. El estado de la opinión pública sugiere, sin embargo, lo contrario. Cuatro semanas después de los comicios, Juntos por el Sí habría perdido ya cuatro de los 62 escaños obtenidos, uno cada siete días, lo que da idea del desgaste de la opción separatista, según el sondeo de LA RAZÓN. De hecho, nada menos que el 13% de las personas que respaldaron esa opción no lo harían hoy. Es significativo que esa pérdida de apoyos no se traduzca en una mejora de otras alternativas rupturistas. De hecho, la CUP avanza en nuestra encuesta, pero sólo un parlamentario hasta los once. Otra formación que sufre una caída más que inquietante es Cataluña Sí se Puede, la marca de Podemos, que perdería tres parlamentarios para quedarse en ocho, y sufriría la desbandada del 28% de sus electores. Ciudadanos es el principal beneficiado de los acontecimientos del último mes en plena dinámica positiva. Ganaría hoy cuatro escaños, para situarse en 29 y asentarse como primer partido de la oposición, con una lealtad de sus votantes del 27-S casi absoluta. Del desfondamiento del voto secesionista se beneficiaría, conforme a nuestro sondeo, Unió, que, a día de hoy, lograría dos asientos en el Parlament, mientras que PP y PSC mantendrían posiciones. La gente pasa factura, por tanto, a los manejos de los independentistas y a la desatención de los problemas reales de los catalanes, que están en cosas muy distintas a la lucha por el poder y los privilegios de Mas, Junqueras, Römeva, Forcadell y compañía. En este punto, al margen del estudio de la intención de voto, la encuesta es concluyente también sobre la posición de Artur Mas, la propia Convergència y sus cómplices políticos. Y es que una mayoría de catalanes (47,6%) entiende que Mas ha forzado el proceso para tapar la corrupción del 3%. Más de la mitad (el 54,9%) cree que el president en funciones está implicado directamente en la trama. Además, siete de cada diez encuestados están seguros de que el Gobierno impedirá la independencia de Cataluña y casi seis de cada diez consideran que no habrá declaración unilateral de secesión. A diferencia de lo que sostienen los separatistas, no hubo mandato popular el 27-S, y hoy su intención de arrogarse la representación de la mayoría de los ciudadanos de Cataluña es, además de un espejismo, algo patético. Llamar a la responsabilidad de los promotores de un golpe contra la democracia en Cataluña es inútil. Toca responder con la firmeza de la Ley para depurar conductas, y, en ese sentido, la decisión del PP de recurrir al TC para evitar el Pleno del Parlament de la denominada «desconexión» de España nos parece adecuada. Cataluña anda sumida en un limbo institucional y hasta moral del que será complicado salir bien parada. En el horizonte, unas nuevas elecciones ante el órdago de Mas y las diferencias con la CUP. Interinidad redoblada. Sólo una mayoría constitucionalista sería capaz de invertir el proceso y normalizar la convivencia.