Un descubrimiento que podría reescribir la historia bíblica ha emergido en Turquía, donde un equipo de investigadores estadounidenses ha detectado estructuras ocultas bajo un montículo con forma de barco en Durupınar, a escasos 30 kilómetros del monte Ararat. Este hallazgo, obtenido mediante tecnología de radar de penetración terrestre, ha reavivado el debate sobre la existencia del Arca de Noé, una de las leyendas más arraigadas en el relato del Génesis y en la tradición judeocristiana.

Los expertos del proyecto Noah’s Ark Scans aseguran que las imágenes revelan una estructura que, en sus dimensiones y forma, coincide casi exactamente con las medidas descritas en la Biblia. “Lo que estamos observando es exactamente lo que cabría esperar si se tratara de una construcción humana”, afirma Andrew Jones, portavoz del equipo. La proximidad al monte Ararat, considerado tradicionalmente como el lugar donde el arca quedó varada tras el diluvio universal, añade un elemento de interés y especulación a la investigación.

El análisis geofísico ha puesto sobre la mesa indicios que van más allá de la simple forma. Los escaneos han identificado un túnel de más de cuatro metros de longitud atravesando la supuesta “quilla” del montículo, así como varias capas superpuestas que remiten a las cubiertas descritas en el relato bíblico. Además, los estudios del suelo sugieren la presencia de materia orgánica en descomposición, posiblemente restos de madera, lo que refuerza la hipótesis de una estructura artificial enterrada en el subsuelo.

El edafólogo William Crabtree, encargado del análisis del terreno, explica que las muestras recogidas muestran un contenido de potasio un 40% superior y el doble de materia orgánica en comparación con el suelo circundante. “Estos parámetros son coherentes con la descomposición de material vegetal, lo que podría indicar la presencia de restos de madera o estructuras similares”, señala Crabtree.

Desde hace décadas, Durupınar ha sido objeto de controversia y teorías alternativas. Descubierto en 1959 por un oficial turco mediante fotografía aérea, el sitio ha sido considerado por algunos como una formación natural provocada por procesos geológicos, como deslizamientos de lodo o sedimentos volcánicos. Sin embargo, los nuevos hallazgos parecen ofrecer una perspectiva diferente, que podría abrir la puerta a una reinterpretación del lugar.

El propio equipo de investigación destaca que en 2022 un edafólogo australiano sugirió realizar análisis de suelo tras notar que la vegetación que crecía sobre la formación presentaba un color distinto al del entorno. La colaboración con geólogos turcos y la obtención de muestras han permitido obtener resultados que, aunque preliminares, son prometedores.

Los vestigios del Arca de Noé, un símbolo de esperanza y supervivencia

De confirmarse la presencia de restos de madera o artefactos humanos, el hallazgo podría tener implicaciones de gran alcance, no solo en el ámbito arqueológico sino también en el religioso y cultural. La posibilidad de localizar vestigios del Arca de Noé, considerado por muchos como un símbolo de esperanza y supervivencia, abriría un capítulo completamente nuevo en la historia de la exploración bíblica.

No obstante, expertos en geología y arqueología advierten que aún es pronto para sacar conclusiones definitivas. La formación podría ser una ilusión topográfica amplificada por la fe y las leyendas que rodean al monte Ararat. La próxima fase del proyecto, que incluye perforaciones controladas en los próximos meses, será crucial para determinar si hay restos materiales que puedan corroborar la hipótesis.

En definitiva, el misterio del Arca de Noé continúa navegando en la frontera entre mito, ciencia y misterio. La comunidad científica observa con atención, consciente de que, si se confirma la existencia de restos arqueológicos en Durupınar, estaríamos ante uno de los descubrimientos más trascendentales del siglo XXI. Por ahora, la historia sigue enterrada a seis metros de profundidad, aguardando ser desvelada.