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Libros viejos contra el bucle político

El poeta Luis Alberto de Cuenca inaugura la Feria del Libro Antiguo de Sevilla, una cita que renueva el placer de recorrer lomos de títulos olvidados

La Feria del Libro Antiguo se celebra estos días en la Plaza Nueva de Sevilla
La Feria del Libro Antiguo se celebra estos días en la Plaza Nueva de SevillalarazonKe-Imagen

Lo suyo, que diría aquél, es que esta semana dedicara este rincón del periódico que usted tiene en sus manos (o de la pantalla que desliza dedo abajo) con un sesudo análisis del resultado que ha arrojado este 10N ya para siempre marcado por la apoteósica leche de Albert Rivera y por un Pedro Sánchez comiéndose, sin deglutir, todo los sapos que soltó en campaña contra Pablemos para sorprender, en su enésimo cambio de criterio, con un Gobierno de coalición que deparará, sin duda, momentos de gloria si es que llega a formarse.

Pero confieso que me siento agotado de este infinito bucle de sinrazón política en el que llevamos instalados demasiado tiempo, una espiral de consumo de tertulias de opinadores, ex asesores y políticos de tercera que me ha robado demasiado tiempo para dedicar a un placer confesable: perderme entre las atestadas estanterías, desordenadas y muchas veces polvorientas, de las librerías de viejo de las ciudades que visito. Aquí en Sevilla, desde donde escribo estas líneas, tenemos auténticas catedrales de esto que les hablo como son la Librería Antonio Castro o la que hay en la misma Plaza de los Terceros, especializada en libros que tratan la Historia de América y Sevilla cuando eran dos orillas del mismo Imperio, así como esa decena de puestos de libros viejos del Jueves de la calle Feria que conviven con los quincalleros que vende cachivaches, radiocasetes, vinilos, angelotes de iglesias expoliadas y trajes de gitanas de los 80 ante la atenta mirada de los parroquianos del Vizcaíno.

Pero es ahora, en pleno otoño, una estación elegante y sobria como ninguna otra, cuando los aficionados a la bibliofilia y a la letra impresa en general disfrutamos como verdaderos niños gracias a las Ferias del Libro Antiguo que se celebran las próximas semanas en todas las capitales y ciudades de nuestra geografía. En Sevilla, Don Fernando III está el centro de ese cosmos que es la Plaza Nueva y ha vigilado estos últimos días cómo los libreros venidos de toda España han dado los últimos retoques a los puestos que hasta el próximo 9 de diciembre convertirán este espacio en una inmensa librería donde lectores, transeúntes, niños y centenares de guiris curiosearán entre los puestos, acariciarán lomos ajados y husmearán entre títulos dándose de bruces unas veces con verdaderas joyas desconocidas y otras con bisutería literaria que, no obstante, sirve para acompañar trayectos de tren y lánguidas salas de espera. De alguna forma nos convertimos en «cazadores de libros», por utilizar la expresión con la que se definió el poeta y filólogo Luis Alberto de Cuenca, encargado de pronunciar el pregón inaugural de esta edición.

Le pregunto a Juan Antonio Olmo, funcionario sevillano jubilado del barrio del Porvenir al que observo con esa leve inclinación y las manos cruzadas detrás, abrigo de paño y bufanda de cuadros, qué le mueve a acercarse en esta fría mañana hasta el centro de Sevilla. «Todos los años lo hago, me gusta venir solo y entretenerme mirando libros, no soy un gran lector aunque tengo mis preferidos, soy más de prensa que de libros, pero suelo encontrar ediciones curiosas y títulos de siempre, he leído mucho a Delibes –apunta–, las novedades no me gustan parece que son las mismas historias con otros títulos», bromea sobre la copiosa oferta editorial que renueva los escaparates de las grandes cadenas. «A través de un amigo pude estar en la charla de Vargas Llosa, ¡no hay un escritor igual!», agrega orgulloso señalando una ejemplar a precio de saldo de La fiesta del Chivo. Amén, Juan Antonio, amén.

En su pregón, De Cuenca expresó que la Feria del Libro Antiguo «es una puerta múltiple que se abre ante el aficionado para ofrecerle trozos de pretérito o retazos de porvenir: pura vida, en suma». Sobre el pasado, encontramos centenares de títulos que nos hablan de un tiempo que ya no vuelve, pequeños manuales de la Sección Femenina y breviarios litúrgicos que remiten a una España beata y piadosa; sobre el presente, creo haber visto de saldo en algún montón el Manual de resistencia que tan buenos réditos le está dando al inquilino de la Moncloa. Y sobre la incertidumbre de esta España donde cada cual tira para su terruño encuentro el título de un auténtico superventas en este tipo de ferias, Fernando Vizcaíno-Casas, Las autonosuyas. Un libro visionario que el periodista valenciano publicó en 1980. Casi 40 después seguimos en el mismo círculo. Y a peor.

¿Ven? Al final de estas líneas no pude escapar de este bucle infinito.