Literatura

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Sirvent: «Vivir en un pueblo es jodido»

La escritora presenta «Los años impares» una década después de su primera novela

La escritora María Sirvent
La escritora María SirventManuel Olmedo

Diez años han transcurrido desde que María Sirvent (Andújar, 1980) publicara su primera novela, «Si supieras que nunca he estado en Londres, volverías de Tokio». Desde ese prometedor arranque no había vuelto a publicar. En «Los años impares» (Espasa), realiza un recorrido por varias décadas de la España de emigrantes laborales, «realities» televisivos y pueblos sin futuro.

¿Por qué ha pasado tanto tiempo desde su último libro?

Eso me lo pregunta mi madre también. Escribir es difícl, nunca pensé que fuera a tardar diez años. La mayor parte de la novela está escrita en el 2010 y 2011 y he necesitado ocho años más para terminarla y escribir las treinta últimas páginas.

Perfeccionista no es...

Bueno, en el medio han pasado cosas: se me ha cruzado la maternidad, he cambiado de ciudad, de trabajo... Es difícil encontrar momentos para escribir.

Cambio la pregunta entonces después de todo lo que cuenta. ¿Cómo ha conseguido terminarla solo en diez años?

La terminé a las tres de la madrugada un día entre semana. Eran los únicos momentos en los que me podía poner a escribir, quitarme horas de sueño. O sea, que durante un tiempo fui zombi.

En esa década la sociedad lo único que ha hecho es acentuar los temas que trata. Cuando, por ejemplo, habla de los «realities».

Sí, el culto al éxito de los «realities» se ha acentuado mucho más, apoyado por las redes sociales. Yo a estos programas me engancho muy fácilmente y los olvido igual. Es un tema que sobrevuela la novela: el éxito, el fracaso, el perder, el ganar, términos que cada vez encuentro más infantilizados. Trata también personajes de distintas edades, cómo avanzamos y como te ves de repente cuando piensas que no vas a cumplir tus sueños cuando llegas a una edad.

Lo hemos hecho todos: pensar en el futuro y luego encontrarnos con que que el futuro ya estaba aquí.

Nos encontramos con la realidad. Se ve cómo vivimos los sueños con quince años y cómo te das cuenta cuando tienes treinta y pico de que a lo mejor no te va a coger una masa de gente en volandas. Es uno de los temas principales: cómo el arte se presenta en la vida de los personajes para hacerlos soñar y darles la oportunidad, por lo menos mental, de escapar de una realidad que no les convence o de un pueblo del que quieren salir porque lo ven como un problema.

Dice un personaje: «Ser manchego es más difícil que ser artista».

Es jodido, sí.

Casi como ser de Jaén o andaluz en según qué ocasiones.

Vivir en un pueblo es jodido, ahora igual es menos porque estamos más conectados y no tienes la sensación de aislamiento que se podía tener en los noventa u ochenta.

¿Ha cambiado a peor? Porque no están aislados tecnológicamente pero sí físicamente, se van abandonando.

Es que no hay oportunidades en los pueblos para mucha gente.

¿Eso cómo se cambia?

Yo no tengo la respuesta pero se debe hacer algo para que no desaparezcan porque cada vez que desaparece un pueblo, y esto es dramático, desaparece un trozo de cultura y desaparecen historias. He vivido en un pueblo y he querido escapar. El pueblo para mí, como para mis personajes, era un problema.

La sinopsis del libro deja clara una cosa, que «se puede amar a un asesino en serie o a un cangrejo de río, pero es muy difícil amar a alguien que te tiene a oscuras todas las tardes porque sí». ¿Ese a oscuras es metafórico?

Yo lo he vivido con mi familia. No sé si es ahorrar o es el placer que se siente aguantando... ¿por qué no encienden la luz? No estoy haciendo ninguna metáfora, es real, la familia del libro es que no enciende la luz.

Acaba de morir el cineasta José Luis Cuerda y su novela tiene ese aire surrealista, de absurdos, que él cultivaba.

Escribiéndola me he reído muchísimo, pero pensaba que me hacía gracia a mí y a nadie más. Mi familia y yo tenemos ese tipo de humor, nos reímos mucho de nosotros.

Refleja también el momento del artista que triunfa y llegan los críticos a explicarle lo que subyace en su pintura.

Los críticos son más listos que nadie. Me fascina la capacidad que tienen muchas veces para armar mensajes que nunca se le han ocurrido al propio artista. Es verdad que a veces le artista no sabe explicarlo, sabe hacerlo, y entonces viene el crítico y te monta toda la filosofía de lo que has hecho. Es un poco lo que es el arte ahora.

¿Le ha pasado?

Sí, a veces te dicen que has escrito una novela sobre los perdedores y yo cuando la estaba escribiendo nunca pensé en ningún momento qué mensaje quería dar, estaba enfangada con mis personajes. No le quiero dar ningún mensaje al mundo.

La protagonista más pequeña piensa el futuro como algo parecido a una piñata. ¿Ese es el secreto?

Es la única forma. Decía Lorca: «Solo el misterio nos hace vivir». Yo lo veo así, necesito pensar que hay sorpresas.